t r e c e

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Jess PoV

La luz del sol chocó ferozmente contra mis párpados, haciendo que abriera los ojos. No recordaba haber dejado la persiana sin bajar,pero la verdad era que últimamente no prestaba demasiada atención a lo que hacía así que igual sí la había dejado subida. Me revolví entre las sábanas, estirándome, ya que mis músculos estaban un poco agarrotados. Había dormido fatal esa noche, quizá por los remordimientos: era el día del baile y yo no iría.

-Venga Jess, levántate - dijo mi madre desde la puerta

Miré el reloj de la mesita de noche, marcaba las diez de la mañana.¿Por qué iba a levantarme tan temprano si no había clase? Hice caso omiso a las palabras de mi madre y me tapé de nuevo hasta arriba con las sábanas.

-¿No me has escuchado? Levántate o llegaremos tarde - repitió mi madre a lo que yo respondí con un gruñido. Mi madre, de un tirón,me arrebató las sábanas, dejándome completamente expuesta al frío que había en la habitación, a pesar de tener la calefacción encendida.

-No tengo nada que hacer hoy, déjame dormir un poco más, por favor- supliqué intentando recuperar las sábanas

-No, tenemos cita en la peluquería para dentro de veinte minutos,así que por favor, levántate - mi madre salió de la habitación

¿A la peluquería? No entendía nada, mi madre nunca me llevaba a la peluquería a no ser que tuviésemos algún evento especial, y hoy no era uno de esos días. Por un instante el baile apareció en mi mente, pero rápidamente deseché la idea. No tenía pareja y Louis no iba a volver a buscarme, eso lo tenía más que asumido.

El cuerpo me pesaba, haciendo que no tuviera fuerzas suficientes para incorporarme; esta semana se había hecho muy larga, además de que había tenido que trabajar el doble por haber faltado la semana anterior. Ahora solo quería dormir, era lo que más necesitaba en este momento, pero mi madre había decidido que hoy era un buen día para ir a la peluquería.

Después de un rato, conseguí levantarme de la cama, a pesar de que ésta seguía pidiéndome que no la abandonara. Pero tuve que hacerlo. Me fui a la ducha directa; una ducha de agua fría haría que me despertase. Me quité la ropa, encendí el agua y esperé unos segundos antes de entrar en la ducha. Me miré en el espejo, tenía unas ojeras enormes. Suspiré y me metí en la ducha.

El agua acariciaba mi piel y ayudaba a mis músculos a despertarse,hecho que agradecía, al menos así no parecería un muerto viviente.

Me envolví en una toalla y volví de nuevo a mi cuarto; había algo diferente en él, algo que yo no había dejado ahí antes de irme a la ducha. Un vestido de color coral estaba estirado en la cama. Era de tela fina, como si de seda se tratase. Me quedé en la puerta,petrificada, observando el vestido. Era precioso, nunca antes había visto uno tan bonito. Puede que su sencillez lo hiciera tan hermoso.

-¿Te gusta? -  preguntó mi madre detrás de mí

Me volteé para mirarla, estaba justo detrás de mí, con una amplia sonrisa en el rostro. Parecía emocionada. Giré de nuevo la cabeza para ver el vestido, definitivamente, me encantaba. Ojalá tuviera alguna oportunidad para llevarlo.

Mi madre seguía con la vista fijada en mí, expectante, hecho que me incomodaba. Arqueó una ceja, en señal de que esperaba una respuesta.

-Sí, es bonito - sonreí, pero por dentro lo único que sentía era tristeza

-Me alegro, porque es tuyo - la sonrisa de mi madre se agrandó todavía más, a la vez que aplaudía levemente con las manos.

-Yo no lo necesito - miré de nuevo a mi madre, la cual seguía igual de contenta que antes

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