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c a t o r c e

Jess PoV

Acepté la mano que Louis me tendió con timidez. Cuando su mano se entrelazó con la mía, una intensa corriente eléctrica recorrió mi cuerpo de arriba a abajo. Mi madre nos miraba desde el marco de la puerta mientras nosotros nos dirigíamos hacia el coche.

Louis abrió la puerta del copiloto, invitándome a pasar. Me senté en el asiento, y esperé a que el chico ocupase su lugar para poner dirección al instituto. Mis piernas temblaban, en señal de nerviosismo. Todavía no había podido asimilar lo que estaba pasando. No podía creer que por primera vez en mi vida, fuese a ir a un baile del instituto, ya que hacía varios años que había perdido la esperanza de asistir a uno de ellos. Además, nunca hubiera podido imaginar ir a un baile de este tipo, con un chico como Louis. Estar con él llevaba consigo atraer las miradas de medio instituto y eso me asustaba. No quería ser observada, no quería ser juzgada por todo el instituto. No estaba preparada para ello todavía. Pero sabía las consecuencias de estar con Louis, y no me importaba. Por primera vez, iba a disfrutar del momento y de Louis, porque algo dentro de mi interior me decía que nunca me volvería a pasar nada como esto. Y,por ello, debía disfrutarlo. Esta noche me dejaría guiar por el corazón, dejando a mi cabeza a un lado.

Siempre había pensado que enamorarse era peligroso, que sufrías por alguien que nunca te correspondería, pero esta noche no me importaba. Sí,me había enamorado de Louis, y tenía que admitirmelo a mí misma,porque mi corazón sabía qué sentía, aunque mi cabeza dijera todo lo contrario, y aunque pareciera que no, eso proporcionaba una gran inestabilidad a todo mi cuerpo.

Llegamos al aparcamiento del instituto, a penas habíamos hablado durante el trayecto. Louis aparcó en el primer sitio que encontró. Una vez el coche hubo estado totalmente parado y apagado, Louis me miró, y me dedicó una sonrisa. Podía distinguir, a pesar de estar casi sin luz, el azul intenso de sus ojos. Su mirada era tranquila, el azul del iris uniforme lo que mostraba la tranquilidad del chico, hecho que me ayudó a relajarme un poco.

Abrí la puerta del coche, con la intención de salir, pero Louis apareció justo a mi lado.

-Has roto todo el romanticismo - dijo intentando hacerse el ofendido.Ante sus palabras no pude evitar sonrojarme

-Lo siento - sonreí de forma tímida y mirándole a los ojos. Después de mucho tiempo sentía que podía mirarle a los ojos, porque sabía que él no me juzgaría.

El chico cerró la puerta del coche de nuevo, para segundos más tarde abrirla del todo. Me tendió su mano, por segunda vez aquella noche,y yo la acepté. Salí del coche con cuidado, ya que lo más probable era que con los tacones me tropezase con algo. Por suerte, eso no pasó, y conseguí salir del coche como si, de verdad, supiera caminar con los tacones. Mi yo interior me aplaudió por no empezar la noche haciendo el ridículo.

-Me alegro de que hayas venido - Louis me sonrió y le entregó al señor de la puerta las entradas

-Yo también - dije en un tono muy bajo

Sin soltar mi mano, Louis dio un paso adelante, entrando en el gimnasio que esta noche se había convertido en una enorme sala de baile.Luces de todos los colores adornaban la sala, al igual que globos,serpentinas y pancartas, que decoraban las paredes. En medio del gimnasio, colgada del techo, una bola de color gris que daba vueltas,simulando las discotecas de antes.

En la parte izquierda de la sala había una larga mesa, decorada con un mantel de color blanco, sobre la que había diferentes tipos de comida y bebidas.

Mi mirada viajaba por toda la sala, sin parar ni un segundo, recorría cada rincón del gimnasio. Llevaba toda la semana imaginando qué se sentiría al estar aquí, y ahora por fin podía experimentarlo. Mi corazón iba más rápido de lo normal y mis piernas temblaban de vez en cuando, pero sobre todo, me sentía libre, eufórica. Era la mejor sensación que había experimentado en años, y todo gracias a Louis.Giré mi cabeza para mirarle, él buscaba a alguien con la mirada,supuse que sus amigos. Se veía precioso en ese traje negro, su corbata roja iba a juego con mi vestido. Llevaba el pelo perfectamente despeinado, algo que le daba un toque despreocupado en contraste con la seriedad que suponía llevar un traje.