La taza de café hace un ruido seco cuando la dejo sobre la mesa; el mismo sonido que oigo desde el otro lado del porque ella está comiendo mientras yo desayuno. Me paso las manos por el pelo y la oigo hablar, hablar, hablar...pero no escucho demasiado lo que dice. Cuando le conté que me mudaba a Pasadena no reaccionó mal, simplemente me preguntó si era lo que yo quería y puso punto final a la conversación. Junsu se lo tomó muy mal, por eso lo llamé después de aterrizar, porque sabía que iba a hacer todo lo posible por impedirme que viniera. Necesito estar aquí hasta que se me aclaren las ideas y cuanto más solo mejor.
-¿Me estás oyendo?
-Lo siento. -le doy otro trago al café caliente y paso dos dedos por el puente de mi nariz- Ayer me acosté a las cuatro.
-Te estás esforzando demasiado.
Suspiro. que tenga razón; levantarme a las siete y acostarme todos los días entre la una y las cuatro no es un buen horario de trabajo. Pero me ayuda a evadirme de mis pensamientos. Incluso desearía tener que trabajar también los domingos para no quedarme en la cama pensando. Es fantástico llegar a casa y caer dormido antes de tocar la almohada, no poder distraerte o pensar en nada porque tienes que atender a un paciente. Estas dos semanas que llevo de prueba están siendo justo lo que yo quería.
-Estoy bien, mamá.
La escucho suspirar profundamente, así que cierro los ojos preparado para su sermón mensual. Siempre repite lo mismo y no quiero oírla más. Yo mismo he vivido toda la historia, he sentido en mis propias carnes cada momento desde que Choco lo encontró, pero también he sido el único que ha leído la carta, que ha sentido su corazón rompiéndose aún más al ver como su única compañera era sacrificada. Imagino que sus palabras son simples balbuceos y me termino el café de un trago, cogiendo la camisa que cuelga de la silla. Me la pongo y por fin escucho el silencio.
-Deberías volver a Seúl.
-¿Y papá?
-Trabajando. -los dos bufamos al mismo tiempo, pero ella habla antes que yo- Encuéntralo.
-¿Y entonces qué? ¡No quiere volver a verme!
-Dile que lo amas.
Me miro en el espejo que hay en la entrada de mi nueva casa. Termino de abrocharme la camisa y frunzo el ceño al ver como empieza a crecerme la raíz. Necesito ir a la peluquería de una vez. Me revuelvo el pelo para disimularlo y repito en mi mente las palabras de mamá. ¿Decirle que lo amo? Como si eso fuera a servir de algo.
-Tengo que colgar.
-Haz lo que quieras, Hyukjae. Sabes que te apoyaré siempre, pero no me niegues que te lo dije cuando la desaparezca.
Miro el y cuelgo sin decir nada. Que se vaya la oportunidad si quiere, porque yo no voy a ir a por ella. Cojo aire y salgo de casa. El hospital está a diez minutos en autobús. Me siento en la incómoda silla de plástico, apoyo la sien en la ventana y espero a que se pare en la entrada. Cuando oigo la puerta cerrarse y veo a toda esa gente esperando, vagando con lágrimas en los ojos, con mochilas colgando del hombro y sus pies corriendo para salir del hospital, dormir un poco y volver después de darse una ducha porque tiene que cuidar de su padre, abuelo, hijo, sobrino, amigo, primo o cualquier persona que sea importante en su vida. Me imagino todo el tiempo que voy a pasar viendo escenas como esa e incluso peores. No quiero ni pensar en el día que me llegue la hora de dar la mala noticia.
¿Por qué quise estudiar medicina? Ya ni recuerdo la razón. Me gusta ayudar a la gente, me gustó sin duda ser su "ángel de la guarda". Pero si el mundo es así, y después de poner tu corazón para ayudar a alguien te va a dejar plantado, tal vez no vale tanto la pena como yo pensaba cuando veía a Jungsoo sonreír después de una operación.
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Everybody's fool [EunHae]
FanfictionDonghae quería morir, hasta que Hyukjae lo salvó. -- No me he tomado el tiempo de corregir esta historia, por lo que probablemente encontréis errores de tipeo. Espero que no os importe demasiado :') ❤