Capítulo 24; Z4

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Willy

Escuche risas, definitivamente de Rubius y de alguien más quien no pude identificar pero supuse que sería Mangel.

Aguarde paciente a que la puerta de sus habitaciones se cerraran, poco me importo solo escuchar una de ellas. Me levante con rapidez y me mire frente al espejo que tenía asegurándome de no verme tan mal. Estaba muy despeinado, no debí de recostarme. Pase una mano por mi cabellera tratando de acomodarla pero me pareció imposible.

--Me cago en todo.-- susurre frustrado, llevé ambas manos a mi cabello y tiré de él. Diablos.

Suspiré y caminé hasta la puerta no sin antes apagar la vela que iluminaba mi habitación. Salí con precaución de no ser escuchado ni visto, cerré la puerta con mucho cuidado.

Mire hacía la puerta que daba con el patio y dí un paso decidido a llegar a ella, lamentablemente no tuve cuidado y se escuchó la madera crujir bajo mis pies. Pasé saliva nervioso y me quedé en mi lugar mirando a mi alrededor, en espera de no despertar a nadie. La puerta de la habitación frente la mía se abrió mostrando a un chico ligeramente despeinado, sus ojos marrones clavados en mí y una sonrisa que me derretía. Mi novio.

--Willy--- susurró para no ser escuchado por los demás, aunque de seguro dormían todos.

--Vegetta-- le sonreí --¿Estáis listo?

Asintió risueño y cerró la puerta detrás suyo, caminamos prácticamente de puntillas hasta la salida para llegar al patio. 

Una vez allí caminamos con tranquilidad, no seríamos escuchados.

La fría noche nos daba la bienvenida junto con la luna nueva y las estrellas, los animales no hacía ruido ni se movían, intentando descansar al igual que el resto. Su mano rozó la mía y sonreí tratando de que mi acompañante no lo notara, estaba muy contento, estar por más de un año con este hombre había dejado maravillosas secuelas en mi vida.

Reí levemente y mire a Vegetta, estaba muy agradecido con la vida por dejarme conocer a este hombre. Él me sonrió, se detuvo para observar a su alrededor y como muchas de las noches en las que salíamos a caminar se acercó para besarme con delicadeza.

--Vegetta-- lo empuje levemente, solo para separar nuestros labios y mirarlo a los ojos --, nos pueden ver.

Aún no estábamos lejos de la casa así que si alguien salía nos podría descubrir. Él se separó de mí y miró a la luna, sabía el significado que tenía para él así que también la mire, sin apartarme por completo de él.

--¿Sabéis que me dice?-- preguntó en un susurro.

--No lo sé.

--Me ha dicho que si estoy contigo, todos se pueden ir a tomar por saco.-- reí por su tontería y volvió a besarme pero esta vez no me separe de él.

Llevé mis manos a su cadera y las dejé allí mientras él se dedicaba a acariciar mis mejillas con una ligera capa de barba.

Elevé una de mis manos hasta su barba y la acaricie riendo un poco, me daba gracia ver su frondosa barba que cuidaba con tanta insistencia.

--¿Algún problema con mi barba?-- preguntó elevando una ceja y sin evitarlo solté una carcajada.

--No señor leñador.-- pase mis manos alrededor de su espalda, abrazándolo.

--Eres tonto.-- susurró divertido y besó mi frente.

Solté un quejido en plan de broma, él solo me miró fingiendo molestia e indignación, para luego tomar mi rostro entre sus manos evitando que que escapara. Besó cada milímetro de mi rostro mientras yo reía y le pedía que parara.
Dejó mi boca al último, cuando posó sus labios sobre los míos deje de quejarme y de moverme para disfrutar del beso.

Tres balas, tres disparos ¤ RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora