Cheeto
--¡Rubiuh!-- grite molesto, al no escuchar respuesta alguna volví a gritar --¡MANGEL!
Primero apareció por la puerta Mangel que se veía tranquilo, yo estaba en la cocina rodeado por un asqueroso desastre de comida.
--¿Qué es lo que queréis tío?-- metió sus manos en los bolsillos del pantalón y miro divertido el desorden --Oh, ya veo.
--Sacad a la puta gata de aquí.-- apunté al minino que estaba comiendo los restos de comida del suelo, la maldita había tirado los platos de la mesa y ahora degustaba de su propio festín.
--No la llaméis así.-- susurró tranquilo.
--¡Yo la llamo como yo deseé!-- grite más que molesto, me agradaba la gata pero en este momento estaba más que enfadado.
--¡NO GRITEIH IMBÉCIL!
--¡TÚ NO ME GRITEH, GILIPOLLAS!-- si quería que peleáramos, íbamos a pelear.
Me acerqué a él molesto pero una risa me detuvo, Rubius nos miraba divertido desde la ventana que daba con el patio.
--Joder, que parguelitas-- rió y miro a la gata --. Raspy, venid.
Esta lo miró y comenzó a caminar hacía él, se detuvo y regresó para tomar un trozo de pan entre sus dientes y esta vez sí huir hacía Rubius. Dio un ágil salto hacía la ventana que había abierto su dueño hace unos segundos y él la abrazó.
--Tonta gata-- susurre, Rubius sonrió --, tú sois aún más tonto.
--Sí, como digáis. Ven Raspy, dejad a estos tontos pelear.-- se rió antes de desaparecer.
Solté un suspiro y mire a Mangel, este se iba a dar la vuelta con una sonrisa y lo detuve.
--¿A donde creéis que vas?-- me miró y apuntó detrás suyo, sin dejar de avanzar con cuidado --¡No! Me vas a ayudar a limpiar esto.
--¿Yo? Oh vamos tío, yo no hice nada-- elevó ambas manos riendo, como mostrando su inocencia.
--Ni yo, pero tú y el señor Rubiuh son los dueños de la gata esa-- explique cruzándome de brazos --, vosotros limpiáis.
--Pero sois el encargado de la cocina.-- se excusó y salió corriendo por el pasillo.
--¡HEY! ¡Volved gilipollas!-- grite frustrado.
Ya había pasado una semana desde la boda del hermano de Luzu, desde el comienzo de la relación de Lana y Luzu y desde la llegada de la pequeña Raspberry.
Ella era muy inquieta y no se dejaba acariciar fácilmente, solo Rubius la podía cargar sin que se volviera loca y tratara de arañarte.En este corto tiempo ya había mordido unos cuantos zapatos nuestros, ya había rotó un vestido de Lana y por supuesto ya había cometido este acto de vandalismo en mi cocina tres veces ¿Y quién limpiaba al final?
Claro que yo, el encargado de la cocina.
--¡Me cago en todo!-- grite demostrándoles a todos lo cabreado que estaba.
--¿Necesitáis ayuda?--escuche la voz de Luzu en el pasillo y sonreí.
--¡Sí! Venid tío-- me asomé por la puerta y mi sonrisa se deshizo tan rápido como llegó a mi rostro.
Lana tenía una caja en sus brazos muy grande y Luzu le había ofrecido su ayuda, no a mí.
--¿Cheeto? ¿Qué paso?-- preguntó Lana observándome confundida.
--¡Lo de siempre!-- exageré un poco --La maldita gata.
--¿Raspy?-- preguntó Luzu al tomar la caja que Lana le dio.
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Tres balas, tres disparos ¤ Rubelangel
Acak--¿A dónde iremos?-- preguntó la más pequeña de la familia Rogel a su madre. --Lejos-- prometió Miguel Ángel, su único hermano. Tomaron sus maletas dispuestos a irse de lo que era su hogar. El padre de la familia cada vez era más agresivo, golpeaba...