Capítulo 49; No hay que temer.

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Rubius

--¿Rubiuh?-- escuché su voz cuando estuba apunto de dormirme, me gire para verle de frente.

--¿Qué sucede?-- pregunte acurrucándome en la cama.

--Tengo miedo-- susurró y le mire en busca de sus marrones ojos. Pude ver que estaban cristalizado así me acerqué aún más a él.

--¿De qué?-- su actitud me extrañaba pues hace casi media hora reíamos y conversabamos sobre nuestro fúturo.

--De no poder ofrecerte una feliz vida y que me dejéih-- le mire confundido --te he visto lo feliz que estabáih con Astrid, yo no puedo darte un hijo Rubiuh.

Me acerqué a él y besé sus labios con amor, transmitiéndole seguridad. Sentí que movió sus manos bajo las sabanas buscando mi cadera, me apegó más a él para que terminara subiendo y sentado en su regazo. Nos separamos lentamente del beso y coloqué ambas manos sobre su pecho desnudo mirándole desde arriba ya que él seguía recostado.

Resproduzcan la canción de multimedia, es Fire in the water de Feist. Repetirla si es necesario.

--Mangel... no quiero que volváis a decir una cosa así, te amo y quiero pasar contigo toda mi vida ¿Vale?-- asintió, le vi con dificultad pues estabamos envueltos en la obscuridad de la noche --y sobre tener hijos, ya veremos que vamos a hacer.

--Joder, te amo-- dijo y me atrajó de nuevo a él para besarme.

Nuestros labios se movían con lentitud, disfrutando del contacto, empezó a acariciar mi espalda tomándose su tiempo. Deslizó sus manos hasta mi cintura y la sujetó suavemente, yo en cambio guíe mis manos desde su torax hasta sus hombros, me separé del beso para respirar y le mire a los ojos. "Te amo demasiado." pensé antes de llevar mis labios hacía su mejilla, la besé y después me incliné aún más para susurrar en su oído.

--Hazme el amor-- al escucharme decir eso llevó sus manos hasta mis glúteos para apretarlos ligeramente y sacarme un jadeo --por favor Mangel.

Comenzó a besar mi cuello pues desde mi posición la tarea le era facíl, dejaba marcas y me hacía cerrar los ojos ladeando mi cabeza para dejarle más libertad. Mis manos fueron hacía la orilla de mi camisa y me aparté de él, me miro con atención y con un brillo especial en los ojos. Me quité con lentitud mi camisa para quedar igual que él, solo con el pantalón puesto, nuestras miradas siguieron conectadas por varios segundos después, solo observándonos y admirando las facciones del otro, una vez la camisa fuera la arrojé al suelo. Con lentitud se levantó para quedar sentado en la cama, me acomodé en sus piernas y nuestros rostros volvieron a estar a centímetros de distancia.

Sin pensarmelo demasiado busqué sus manos y las tomé de las muñecas, llevé sus manos a mi cintura, me dedicó una sonrisa y deslizó sus manos por mi espalda acercándome a él, mis manos viajaron hasta sus mejillas acariciándolas. Nuestra vista no se despegó de los ojos del contrario en ningún momento, me acerqué a él sin apuros y le besé con amor e intensidad. Sus manos se aferraron a mi espalda apegándome totalmente a él, jadeé en busca de más aire y seguí con el beso. Le fui recostando con lentitud y me aparté de sus labios, empecé a desabotonar su pantalón y lo deslicé hacía abajo junto con su boxer, se lo quité totalmente y me sonrió antes de tomarme de los hombros y cambiar posiciones, repitió la acción dejándome completamente desnudo, el calor de la habitación subió haciéndome sentir sofocado. Me sentía sin aire, como si el oxigeno abandonará mis pulmones pero yo seguía respirando, mi respiración era rápida pero necesitaba algo, sus besos. Se inclinó hacía delante besándome de una manera desesperada, me sobresalte al sentir su mano acariciar mi vientre y descender hasta mi creciente erección para comenzar a masturbarme. Los gemidos y jadeos ya salían de mi boca y algunos eran ahogados con sus besos. Mangel se apartó de mi para enderezarme, se acomodó entre mis piernas, colocándolas abiertas y dejándome expuesto. Avergonzado me removí y le mire, apretó la base de mi pene y solté un gemido, él sonrió y aumento la velocidad de la masturbación.

Tres balas, tres disparos ¤ RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora