La verdad.

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Me quedé sentada observando la puerta con odio, era tan severa conmigo misma que me culpaba por su marcha, ¿pero en realidad que era lo que había hecho? ¿Por qué se había ido tan ansioso que incluso me hizo dudar de todo? Le daba siento de vueltas al asunto y al momento, que había sido tan rápido, casi como un sueño, incluso aún podía sentir sus manos recorriendo mi rostro, siendo en realidad mentira ya que habían pasado más horas, podía asegurar que había estado sentada observando la puerta más de dos horas. Tenía la esperanza de que hubiese sido un engaño y en cualquier momento volvería, pero no, lo último que tuve de él fue el sonido de sus zapatos en el corredor. También podía jurar que había usado el elevador y hasta ahora, lo había usado correctamente.

Me levanté por fin de éste, sin sentir la libertad de todos las mañanas, ni con la esperanza de ver algo extraño por el departamento, como objetos suspendidos sobre mi cabeza, paredes convertidas en portales e incluso ciertos animales mutados. En ese momento sabía que mi realidad se había vuelto la suya, había unido mi soledad con su gran egocentrismo, me había vuelto parte de él. Una lágrima cayó por mi mejilla, tan fría que sentí un escalofrío por toda mi espina dorsal.

Llegué a la cocina y tome un vaso de agua, trataba de mantenerme alejada de la realidad, el agua que recorría mi garganta hacía ese trabajo. De nuevo llegó la misma maldita pregunta ¿por qué se había ido? A caso solo me había usado, solamente había sido como un salvavidas en medio del océano. Sonreí con cierto odio, sin embargo no iba dedicado a Loki, iba dedicado a mí. Lancé el vaso, miles de trozos de vidrio se esparcieron por el suelo, dejando cierto atractivo en él, los toqué uno por uno, sintiendo como se incrustaban en mi piel. Pronto la sangre ya estaba tiñendo el suelo de escarlata.

Me levanté con la mano repleta de vidrios, los observé unos segundos y los deposite en el contenedor de basura, la sensación de ardor era mínima a la que ya sentía en el pecho, así como la sensación de una gran explosión en mi cabeza. Me moví un par de veces, decidiendo entre ir a la ventana o a mi habitación, pero ninguna se veía tan atractiva como la idea de subir al último piso y ver las estrellas.

Dos toques en mi puerta me alertaron, era tarde, casi de mañana, sin embargo no me pareció fuera de lo normal. Tomé el arma que siempre había tenido en el segundo cajón bajo la mesa, la oculté debajo de mi blusa y avancé, sintiendo un escalofrío en la nuca. Tomé el pomo y tiré de la puerta.

—¿Kelcy?

—Anne —suspiré aliviada—, ¿qué haces aquí?

—¿Él está aquí? 

—¿Él? No...

Me empujó, haciéndome caer sobre la mesilla de centro, con rapidez cerró la puerta y le colocó llave, observaba nerviosa su alrededor mientras sujetaba con fuerza su bolso. Me levanté sin quitarle la mirada de encima y sujete sus hombros, ella de inmediato volvió a la normalidad y se echó a llorar.

—¡Tienes que alejarte de él!

—¿Qué? —presioné sus hombros.

—Sabía que él era peligroso —se alejó de mí—, desde el primer día que lo vi.

—¡Maldición de qué hablas!

—Loki.

Lanzó el bolso que en realidad era un portafolio a la mesa. Lo observé molesta y confundida, ¿ahora que era lo que quería? Había dedicado su vida entera para buscar algo con que fastidiarme la vida y ahora él, al único que había mantenido intacto por todos e incluso hasta ahora era la única que conocía algo de él. 

—Ese hombre —señaló el maletín—, no es quien tu crees.

—No claro que no —dije con soberbia—, es un dios.

Parpadeó un par de veces y se lanzó contra mí, tomando las puntas de mi blusa y tirando de mi hacia al frente. 

—¡Estás loca! —gritó.

Me lanzó de nuevo contra el sofá y me apuntó.

—Es mi turno de hablar.

Me crucé de brazos y esperé, observando como abría con torpeza el maletín y se quedaba ahí, plantada observando su contenido. Me tendió en los muslos un sobre negro con letras rojas, las palabras me hicieron temblar "clasificación diez".

—¿Qué es esto? —pregunté.

—Loki es un criminal.

—Te equivocas —dije molesta—, ¡su padre es el criminal!

—Tenía que pagar Kelcy.

—¡Estás loca! —lancé el sobre al suelo—, ¡Loca!

Me levanté y caminé para abrir de nuevo la puerta, pero me helé...

—Asesinato del Doctor Henrich —leyó con odio—, un hombre misterioso. 

Giré lentamente, el oxígeno me estaba pesando más de lo común y las piernas parecían haberse quedado férreas al suelo. Anne tenía el rostro en un mueca de dolor, en ese momento me di cuenta de que sostenía en arma sin apuntar a algún sitió, simplemente apuntaba al suelo. Observé la foto y fue el golpe más bajo que pidiese haber recibido en toda mi vida. Tragué con dureza.

—Loki —susurré.

—¿Recuerdas ese alboroto en Alemania Kelcy? —estaba tan segura de su pregunta que se levantó hacía mí.

—No puede ser...

—Fue él, quien asesino a Henrich, ¿recuerdas? 

Recordaba haber visto a la gente correr de un lado a otro, llorando y abandonando sus pertenecías, sin embargo mi vista no había ido más allá de eso. Me estaba desmoronando lentamente, me dejé caer de rodillas y tomé mi rostro entre mis manos. ¿A quién iba a creerle?

—Ninguna noticia lo emitió —susurré—. ¿De dónde has sacado eso?

—Tengo mis fuentes.

No hubo más opciones, incluso podría creer que era alguien con el parecido de Loki, sin embargo era él, el mismo hombre elegante, el mismo andar, la diferencia era que se veía tan sano y su mirada era fría y cruel, el Loki que yo conocía estaba más que demacrado.

—Mató a ochenta personas en dos días —continuó—, asesinó a otras personas más. 

—¿Qué buscaba?

—¿Qué?

—¡Siempre viene con un propósito! ¿Cuál era?  

Buscó entre las hojas, lanzó incluso algunas de ellas murmurando algunas maldiciones. Cuando encontró la hoja correcta se quedó quieta y después me observó con nerviosismo. Era la peor parte, dónde siempre me golpeaba y me dejaba muriendo y sola. Quería saber, pero quería detenerla. Quería enfrentarla, ¿pero con qué medios, si al hombre que albergaba era un criminal? No solo en la tierra, sino en Asgard.

—El desastre de Nueva York...

Se quedó en silencio todo. ¿Por qué ahora tenía que saber eso sobre él y no en el momento en que lo conocí? Me hubiese evitado sollozar ahora por él, era inútil.

—Tienes que irte —espeté—, me iré de aquí.

—Kelcy...

—¡Vete!

Anne tomó su bolso, dejando el maletín en el mismo lugar. Iba a protestar para que se llevase sus cosas, pero quería algo que me recordara por que luchaba. Pronto Anne salió lo más rápido posible del apartamento, la última cosa que vi de ella fue su cabello rubio dando vuelta hacía el elevador.  

    


1. With YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora