El final de todo.

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Desperté con nauseas, el cuello me dolía y sentía que no podía abrir los ojos, sin embargo me levante tomando con odio el teléfono. Habían sido tantas llamadas, mensajes en a penas diez días en los que se había ausentado para todos.

Aproximaba que era más allá de media noche cuando ya me alistaba para salir, sin actitud ni mucho menos ánimos para salir, iría a una pelea y volvería a mi hoyo, a estancarme en ese sucio apartamento. Una bolsa con ropa de repuesto me bastó y salí deprisa, cruzando el corredor evadiendo la mirada de vecinos que seguramente ya habían supuesto que había muerto horas atrás, sin embargo ahí estaba, tan débil esperando a que el elevador llegara a mi piso.

—¿Kelcy? —la voz más aguda del piso fue la que llamó—, ¿estás bien? No haz salido en días...

—¡Estoy bien! —grite.

La chica gimió y retrocedió, escuché como se alejaba rápidamente hasta llegar a su apartamento, después un golpe duro que me demostraba que no hablaría más o había ido por sus padres. El elevador llegó y las puertas de metal se abrieron, no esperé más simplemente entre. 

Observé mi reflejo en el espejo del fondo. ¡Estaba tan mal! Tan perdida, sin ánimos; no era tan distinto a lo que era antes, sin embargo me daba pena verme así, del lado que había tratado de evitar todo ese tiempo, que había olvidado en mi antiguo hogar, ¿por qué lo había hecho volver? Ah Loki, siempre trayendo lo peor de las personas.

Cuando el elevador se asentó y me sentí realmente con los pies en la tierra sentí miedo, pavor, pánico, cómo se le llamará en algún lugar. Porque estaba en el filo del abismo, bastaban unas horas para perderme para siempre ¿pero a quién le importaba? Él no volvería, ambos éramos lo peor de cada uno, pero de alguna manera tan singular nos completábamos.

Avancé a pesar de que todas las miradas del edificio estuvieran puestas en mí, tenía suerte ya que nadie había llamado a la policía, de lo contrario estaría en una manicomio esperando atención más allá de los muros blancos que en lugar de ayudar era tu perdición en tu propia mente, cuerpo y alma.

Corría de pronto hasta la salida, sintiendo una gran asfixia allí, las miradas, los balbuceos, susurridos, burlas y algunas palabras sueltas al viento, pero todas contra mí, si claro, "ahora se volvió loca". Incluso los que llegaron a ser mis amigos estaba con ellos, parloteando; sin embargo los entendí de alguna manera, había causado tanto alboroto en el edificio. Los gritos, llantos y el quebrar cosas eran mi especialidad ahora.

—Te creí muerta —la voz gruesa de una mujer castaña y de más de un metro y medio.

—Deberías buscar en otro lado —busqué en mis bolsillos—, aquí no está.

Ella presionó mi hombro y me llevó fuera de las miradas, la calle y el sonido de los automóviles eran mejores que todas esas voces, la tensión se hubiese podido cortar.

—Sé que no está aquí.

—¿Cómo me encontraste? —llevé un cigarrillo a mi boca y lo encendí—, no muchos sabían de mi paradero, Sif.

—Tu reputación dentro de las luchas no es muy bueno.

—Lo sé, hay tanta gente tratando de asesinarme.

Sif rodó los ojos y me presionó el brazo. Tiré con violencia de él y la observé con severidad. Tragó con dificultad y cerró los ojos, estaba tan furiosa y yo tan euforia, ¡que ironía!

—¿Dónde está? —preguntó.

Me encogí de hombros y tomé su hombro mientras susurraba:

—Me ha dejado sola.

—Te delata el olor a alcohol y tabaco.

—Me agrada —me burlé—. No todo tenemos ese olor...

Moví la mano en círculos con los ojos cerrados.

—A hombre —solté por fin.

Tomó mi cuello y se acercó a mi rostro tratando de ser ofensiva. La observé a los ojos tratando de retarla pero mi mirada se desvió, algo más llamativo e importante que el oxígeno que Sif me estaba quitando lentamente, su mano ejercía más presión con mis movimientos, incluso mis cosas habían caído al pavimento. 

Traté de no mostrar euforia pero ella ya lo había notado. Me dejó ir, caí de rodillas y traté de recuperar la respiración. ¿A qué había vuelto? ¿Por qué me impresionaba? Después de todo había sido un romance de meses. 

—Loki Laufeyson —dijo Sif con amargura.

—Lady Sif —respondió con una sonrisa.

—No eres tan cobarde como creí.

—Tú en cambio no entiendes la palabra "honor".

Loki se acercó a mí y ofreció su ayuda pero lancé su mano lejos de mi rostro, no quería verlo ni mucho menos escucharlo. Se encogió de hombros y se plantó frente a Sif, era impresionante la similitud de alturas a pesar de que Loki no era un asgardiano, después me pregunté si de verdad había sido sincero conmigo. ¿Por qué Sif estaba ahí? Y él estaba rendido.

—No le harás daño —dijo Loki.

—No lo haré si vienes conmigo.

—Acepto.

¡Qué! No, no de nuevo. Me levanté de prisa y me recosté en el hombro de Loki tomando su mano pero él me alejó con violencia y con los ojos llenos de lágrimas. 

—No Kelcy.

—Loki.

—Solo un minuto Sif —rogó Loki, ella asintió.

Me planté frente a él, estaba a punto de balbucear estupideces pero el me detuvo tomándome con fuerza de la cintura. cercó sus labios a los míos y me besó con dureza y demanda, un beso con tanta pasión para devastar mis muros y hacer que me rindiera ante él. Tomé su rostro y lo acerqué al mio con tanta presión que nuestras narices se tocaban. Pronto el me alejó y tomó mi cabeza, no me moví, estuve en paz, hasta que sentí que mi cuerpo caía, estaba a punto de cerrar los ojos, lo último que logre articular fueron tres palabras:

—Te amo Loki.

Entré en un sueño tan profundo que olvide todo.

Pasaron años, tal vez tres o cuatro, no lo recuerdo; sin embargo recuerdo que no había sido un sueño profundo, él había borrado cada memoria, cada vivencia con él, para que cuando se fuese no me hiciera daño y ahora que he sentado cabeza lo recuerdo —no del todo—, algunos días memorables, horas con él, y es así como el amor de mí vida se fue, con facilidad...  -Kelcy.  

                      


1. With YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora