La visita.

7K 687 71
                                    

Me moví de caja en caja, diario había al menos diez cajas en la bodega, algunos eran objetos realmente valioso, algunos más no valía la pena conservarlos. Las observé afligida y cansada, no podía levantar ni una sola caja debido a la herida de bala, el dolor había disminuido en los últimos días, pero comenzaba a creer que estaba alucinando el dolor.

Abrí una de ellas, con ambas manos pero con precaución de no mover con violencia el brazo izquierdo. Alhajas, y bastantes, collares, anillos y brazaletes de los años 70's al parecer, algunos tenía marcas del tiempo, otros estaba intactos, como aquella prenda de ropa que casi nunca usas pero en realidad te gusta, ése anillo era algo parecido, entonces me percate de que eran dos anillos, y al parecer de boda, mi estómago se revolvió.

¿Por qué ahora las mínimas cosas me provocaban pesadillas? Me preguntaba por qué estaba intactos los anillos, ¿él se había ido? ¿Ella había muerto? ¿Ambos habían renunciado? Era algo difícil de deducir porque nunca había vivido algo parecido, sabía que las cosas no siempre funcionaban pero esos anillos me ponían a temblar por alguna razón. Solía pensar que en otras vidas me había ocurrido algo parecido, incluso peor, sin embargo, era imposible, y por supuesto la reencarnación era básicamente una fantasía.

Tenía que resguardar los anillos, por qué, no sabía, pero me sentía responsable de ellos así que los guarde en mi bolsillo trasero, con las cadenas de oro con las que estaban sostenidos. Suspiré y sonreí, sí, sabía por qué los quería. 

Continué hurgando entre las alhajas, encontré más collares y brazaletes, tan antiguos que los moví con sumo cuidado para evitar desmoronar alguno. Cada cosa tenía un nombre grabado al interior, al parecer antes no podías portar algo que no tuviese tu nombre en las grandes sociedades, ¿por qué? No lo sabía, tal vez era una marca personal, un ''derechos reservados''. Sin embargo, no en todos los casos o prendas portaban su nombre, era extraño e impresionante encontrar algunas que si lo tuviesen. 

Escuché un sonido, unas zancadas que caían libremente sobre el plástico que estaba por todo el suelo, sentí por unos segundos que dejaba de respirar para tener toda mi atención en el movimiento y así fue, me quedé quieta, ingeniando una estrategia para atacar. Tomé de la misma caja una navaja, no haría daño pero lanzaría una advertencia.

Caminé hasta la puerta, eran zancadas realmente delicadas, una mujer podría ser, sin embargo, había hombres que camuflaban sus embaimientos para hacerlos como los de una mujer y pasar desapercibidos. Al estar al costado del marco de la puerta lancé una rápida mirada fuera, y sí, era una mujer, había algo extraño en ella, era muy alta, podría ser un hombre con el cabello largo, pero esa opción salió igual de rápido como entró.

Con agilidad salí de la bodega y me refugié detrás de un mostrador, fijé mi vista en su cuerpo y traté de calcular su peso; era bastante alta, esbelta y musculosa. Sin pensarlo más me lancé a correr y pronto ya estaba sobre su cuello sujetando la navaja en sí.

—¿Quién eres y cómo lograste entrar? —pregunté observando la puerta cerrada.

—Vengo en paz humano —dijo en tono heroico.

—¿Pero qué demonios? —presioné la navaja más, comenzaba a cortar su piel—: ¿Quién eres?

—Una mensajera —dijo de improvisto y nerviosa—, una mensajera...

Giró y tomó mi brazo, lanzando mi frágil cuerpo —a comparación del suyo— contra el suelo. Gruñí y me levanté de inmediato, me quedé quieta al ver su rostro, era bastante hermosa para saber pelear, y ahora entendía el por qué los hombres se sorprendían de una mujer. Su cabellera era larga y negra, su rostro blanco y sus ojos azul grisáceo.

—Humana arrogante —escupió con odio.

Lancé la navaja lejos de mi alcancé y el suyo, ¿cómo iba a servir una navaja contra la larga espada que tenía debajo de la capa? Tragué saliva ¿qué clase de broma era ésta? Pero no creí que fuese una broma, tenía a un ser mágico en mi casa.

—¿Quién eres? —dije más tranquila.

—Eso no importa he venido a darte un mensaje —se aclaró la garganta—; ¿es cierto que das hospedaje a Loki?

Me helé, estaba a punto de admitirlo pero me quedé en silencio, ¿por qué tendría que decirle que sí? ¿Por qué buscaba a Loki? Él me había contado que había sido un criminal, ¿ella venía por él? Me moví incómoda y me cuadre tratando de parecer agresiva ante la postura de aquella mujer.

—¿Es de relevancia? —pregunté.

—¡Humana demente! —se lanzó contra mí—. No tengo el tiempo suficiente para tus juegos.

—¿Crees que estoy solo aquí para escucharte? 

Se alejó y me observó con dureza... Estaba en busca de algo que yo tenía y ese era Loki, no iba a dejar que se lo llevase, primero tendría que matarme.

—Soy Lady Sif —aclaró en voz gruesa—, diosa de la guerra. ¿Es cierto que tienes como huésped a Loki dios del engaño?

—A menos que me reveles tus intenciones —respiré—, no lo tengo,

—Tengo un mensaje para él...

—Puedes continuar.

 —Odin, padre de todo está iniciando una búsqueda en Midgard —sostuvo su espada con dolor—, es mi deber y obligación prevenir a Loki, que se mantenga en un lugar seguro y mantener la cautela.

—¿Quién a venido por él? ¡Tú!

—Thor —aclaró su garganta—, su hermano.

—¿Cuánto tiempo tiene? —suspiré y me acerqué más a ella.

—Un día humana.

—¿Cómo sé que no dirás nada?

—Estoy obligada a cumplir las ordenes de mi reina —estaba molesta—, Frigga cuida de su hijo.

Asentí. Ella se alejó pero la detuve.

—¿Puedes darle un mensaje a Frigga? —pregunté atrevida.

Me observó molesta y retiré mi mano de su brazo. 

—Dime.

—Loki se está recuperando —bajé la mirada apenada—, yo lo protegeré.

Sif inclinó la cabeza.

—¿Cuál es tu nombre midgardiana?

—Kelcy Connolly.

Asintió y salió de la tienda por la ventana, asentí divertida... Con que por ahí había entrado... 

1. With YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora