Abrigo Negro.

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—Podrías ser más unida a la familia —dijo en tono arrogante, incluso creí que atravesaría la bocina telefónica.

—Es inútil —siseé—, no volveré al lugar que no me quieren. 

Escuché como resoplaba y supe que podría incluso estar moviendo su cabello con dureza. Estaba aceptando mi dura verdad, no iba a volver a ver a mis padres, ¿por qué era necesario si ellos no necesitaban de mi presencia? Estaba sola desde muchos años atrás, había aprendido por mis medios a sobrevivir, y simplemente ellos habían estado sentados frente a un televisor tan antiguo como ellos e incluso el doble de la edad de sus hijos, sobre ese sofá viejo y andrajoso que había dejado de ser de un colorido azul rey a un azul grisáceo, sí, es era lo que habían hecho todos estos años, observar y callar.

—Es una cena, navidad... —me alentaba, creyendo que lo haría—, todos estaremos ahí, Kelcy.

—Tengo planes —en realidad no lo había, pero valía la pena mentir y que dejará de insistir—. No podré.

—¡Sólo por éste año! 

—No.

Vi en el corredor a Loki aletargado, con las manos en la espalda y la mirada fija en el ventanal, hizo un caminó directo a mí y sonrió, avergonzado bajó la mirada y se recostó sobre el muro alentándome a continuar con la llamada; había dejado de escuchar lo que Gabrielle decía, estaba hipnotizada por los ojos de él, que me escaneaban con disimulo e interés. Hice una mueca de desagrado y rodeé los ojos para hacerle entender que no quería sostener más esa llamada, él se encogió de hombros y empezó a reír.

—¡Kelcy!

—Lo siento Gabrielle.

Bajé la bocina telefónica y suspiré aliviada, una carga se había liberado dentro de mí, me sentía tranquila y en paz, sin la necesidad de salir a terminar con una caja de cigarrillos. Loki sonrió y se acercó a mí, con esa elegancia que me había fascinado incluso cuando era un moribundo en las calles. Algo también había cambiado en él, no era el Loki arrogante con el que tenía que enfrentarme todos los días, ésta vez había un lado tan delicado de él que me estremecí. 

No era fácil olvidar aquella noche, las pesadillas y el miedo constante a morir, ¿había sido un regreso a mi realidad? Entré a una crisis, ataques de sueños tontos e incluso algo tan alucinante que alguien pensaría que estaba loca. Sin embargo hubo algo esa noche, algo más que las simples pesadillas diarias; él había estado ahí, preocupado e insistente en saber que era lo que me sucedía, me había protegido por lo menos unos minutos y yo me había vuelto loca, me había lanzado sobre él para besarle, sin saber cual sería su respuesta, si habría sido algo ofensivo para él o no, sin embargo no había hecho nada, había tomado mi rostro y lo había besado otras veces más.

Suspiré ante el recuerdo vagando una y otra vez por mi memoria, había sido tan perfecto el día y la hora que había de ser unos de los mejores recuerdos que tendría cerca del corazón. Él se sentó frente a mí y tomó mi mano, sus ojos recorrían con delicadeza mi rostro mientras su pulgar hacía una camino sobre el dorso de mi mano.
—Yo creo que deberías asistir —dijo con miedo.
—No lo creo.
Se movió incómodo en el sofá, tenía la impresión de que se sentía un mueble más, recordé el hecho de que su padre lo había maltratado e incluso encarcelado, jamás me había revelado el por qué, nunca quería quedarse en la misma habitación cuando yo comenzaba a hablar de ello. Pero hoy se veía tan abierto, tan dispuestos a entregar cualquier cosa por sentirse bien, comenzaba a idear una buena pregunta para que el tema saliera a la luz cuando de pronto se levantó, sonriendo con picardía. Me quedé quieta en el sofá y lo observé, advertí que su cabello había crecido recientemente, pero su barba había desaparecido está mañana, su rostro se asemejaba al de una estatua, tan blanco y tan perfectamente detallado. El azabache de su cabello era más brillante que cualquier otra cosa, hice una pausa para sonreír, ahora entendía que era lo que me atraía a él; esa forma tan despiadada de mostrarse a todos, la forma de lucir lo que pocos poseían, de ese Loki me había apegado, del egoísta vanidoso.
—¿A dónde vas?
—Necesito solucionar asuntos importantes —dijo con nerviosismo—, prometo volver.
Loki, ¿nervioso? Me quedé perpleja, presione las manos al sofá e intenté parecer lo más distraída posible, no estaba bien, algo estaba a punto de suceder y él estaba relacionado con eso. Quise levantarme pero él ya me había dado la espalda, estaba tomando el abrigo negro; no me detuve.
—¿Todo está bien? Loki.
—Sí —negó con la cabeza—. Kelcy de verdad...
—¿Qué sucede? —interrumpí.
Exhaló con fuerza y se acercó a mí, tomó mi rostro y beso mi frente; había sido el beso más indiferente que había sentido en toda mi vida. Lo detuve tomando su mano con fuerza, no quería perderlo y aún peor, sabiendo que estaban detrás de él y podría morir, sentí que mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas. Quería gritarle que no se fuera pero él era más fuerte.
—Promete que volverás —susurre.
—Siempre vuelvo —besó mis labios con cariño y fuerza, como si fuese el último beso—, volveré por ti.
Traté de no llorar y tomé por última vez un beso de sus labios, advertí que él estaba temblando y sus lágrimas caían sobre mis mejillas. Era una despedida, tan fría y dolorosa que me costaba saber que era de verdad.
—Te amo —susurre con un nudo en la garganta.
No respondió, se alejaba con velocidad hasta que la puerta se cerró con violencia, sólo entonces me sentí vacía y aún más sola que nunca. ¿Eso sentiría cuando él ya no estuviese? Me fue inevitable no llorar cuando pensaba, trataba de imaginarme sin él y era como si hubiese muerto.

1. With YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora