VI

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Adam y yo no nos separamos en ningún momento. Agarramos nuestro equipaje y esperamos a que Mia diera indicaciones.

-Chicos, viajaremos a Ottawa. Hay una ciudad escondida que absolutamente nadie conoce aparte de nosotros, y al parecer también el bando Oscuro. Esa ciudad está protegida, si alguien logra entrar, puede poner la seguridad, y el bando Oscuro es muy inteligente. Saben que si logramos averiguar donde están, viajaremos para allá, obvio iban a poner seguridad. Y por seguridad me refiero a pruebas.

-¿A qué te refieres?- Preguntó Livvy.

-Bueno... imagínate que nosotros quisiéramos esconder la daga ahí, los del bando Oscuro querrían ir por nosotros, pero nosotros podemos protegernos con algún hechizo. Por ejemplo, una prueba, tendrían que pasar una prueba muy difícil, o tendrían que descubrir el hechizo que utilizamos y descubrir la forma de romperlo, y es extremadamente difícil, porque el bando Oscuro y el bando de Luz actúa y piensa muy diferente.

-Osea- empezó Livvy- que ellos se protegen con algo y nosotros no sabemos con qué.

-Exacto.

-Mierda.

-Lo se.

-¿Entonces? ¿Qué haremos?- Preguntó Rafa.

-Lo que podemos hacer es viajar, y una vez que lleguemos allá veremos que hacer.

-De acuerdo.

-¿Ya están todos listos? ¿Todos están seguros? Una vez que emprendamos el viaje no hay vuelta atrás.

Nadie dijo nada.


5 minutos después ya estábamos volando. Al principio estaba nerviosa por si alguien nos veía, pero salimos rápido y como estaba muy oscuro no nos podían ver. Al cabo de un tiempo ya no estaba nerviosa y me relajé. Me dolía un poco el cuerpo, pero no me sentía cansada, podía volar toda la noche sin cansarme, aunque sabía que en algún momento necesitaríamos parar para dormir, no éramos como los vampiros y hombres lobo de Twilight que no dormían.

-¿En qué tanto piensas?- Me preguntó Adam. Adam y yo íbamos tomados de la mano, no nos queríamos separar.

-En muchas cosas. ¿Crees que podamos lograr entrar?

-Si. Nada en la vida es imposible.

-Pero estamos en un mundo en lo que lo imposible es verdad.

-Bueno, pero me refiero a que no hay nada imposible por hacer.

-Pero será muy difícil.

-Pero lo lograremos. Siempre lo hacemos.

-Pero... ¿y si no lo hacemos?

-¡Emily!

-¡¿Qué?!

-¡¿Desde cuando eres tan negativa?!

Vacilé un poco.

-Desde que fallé en lo que tenía que hacer- dije en un tono bajo y un poco triste.

Adam dejó de tener su sentido juguetón y se puso entre serio y entre compasivo.

-Emily, no fue tu culpa; ¿cuándo vas a entender eso?

-Es que era mi...

-Ya se que tenías que esconder la daga Emily, pero era... era... era el destino. Estaba destinado que los del bando Oscuro... tomaran la daga.

Me quedé totalmente con la boca muy abierta.

-¿A qué te refieres?

-Bueno...

-No me digas que hay más en ese libro.

-Hay más en ese libro.

-¡No inventes!

-No invento.

-Ay Adam.

-¿Ay qué?

Me reí y él también lo hizo.

-¡Chicos!- Gritó Mia para escucharse a pesar del aire que resonaba en nuestros oídos.- En unos 200 metros bajaremos. Iremos a la casa del primo de Carlos y nos quedaremos a dormir ahí. Mañana al medio día volveremos a emprender el viaje y llegaremos a Ottawa en dos, máximo tres días.

Todos asentimos y poco a poco empezamos el descenso. El viaje se me había pasado de volada y eso que volamos como dos horas y media.

Por fin tocamos suelo, y se me hizo un poco raro, ya que ya me había acostumbrado a estar en el aire.

Replegué mis alas y volví a tomar la mano de Adam. Caminamos unos cuantos metros y llegamos a una casa grande. Tenía tres pisos y la puerta era muy elegante. Carlos subió los cuatro escalones y tocó la puerta cuatro veces.

Después de un minuto un hombre, de la misma estatura de Carlos, abrió la puerta. Primero un poco confundido, pero después de vernos a todos, suavizó el seño.

-Ya han llegado. Pasen. Les he preparado las camas.

Todos pasamos, un poco incómodos. Pero en cuanto entré, la mente se me quedó en blanco. La casa era muy calientita. El piso era de mármol. Había una gran sala con muebles muy elegantes, al fondo se veía la puerta de la cocina.

-Sus camas están en el piso de arriba.

Empezamos a subir las escaleras. El barandal era blanco y frío, era diferente a todos los barandales que había visto.

En el piso las puertas de las habitaciones estaban abiertas. Conté diez habitaciones en total.

-En cada habitación hay dos camas ya hechas. El desayuno se sirve a las 9:00, les dará tiempo de descansar.

-Gracias- dijimos todos.

-De acuerdo chicos, necesitan descansar.

Vi que todos tenían una cara muy cansada, ni me imaginaba la cara que tenía. Sí que necesitábamos descansar.


La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora