El tiempo se me hizo eterno. Llegué a pensar que en serio eso no tenía final, pero todo pasó como en el típico libro, o como en la típica película, justo cuando pierdes la esperanza llega.
Resulta que sí había un final a toda esa caída. En cuanto caí al suelo puse los codos (es que ¿en serio no aprendía nada?). De repente punzadas de dolor recorrieron mis brazos y rodillas, pero era mejor que estar cayendo y cayendo.
Con una mueca me levanté. Mis rodillas apenas y respondieron pero lo hicieron. Eché un vistazo a mi alrededor.
Todo seguía siendo de un color grisáceo, excepto que hasta había humo, humo blanco. Todo era tan confuso, no sabía que hacer, hasta que la neblina se empezó a dispersar y empecé a divisar un camino.
Me dirigí hacia ese sendero, pero cada vez que me acercaba sentía que me faltaba mucho por llegar. Era desesperante pero después de mucho tiempo, pude alcanzar el sendero.
Era más oscuro de lo que pensaba, no se podía ver absolutamente nada. No me estaba gustando nada de lo que pasaba, pero ya no había vuelta atrás, lo sabía desde que me apunté para ese viaje.
Seguí caminando.
Me estaba cansando de que todo durara mil horas. Primero la caída, la llegada al sendero y por último la caminata. No quería seguir, quería que todo se acabara, quería...
No hubo tiempo de seguir pensando. llegué a una parte en donde el pasillo se convertía en una sala. No era tan grande, sólo unos cuantos metros más grande que la habitación que tenía en NAUFRAGOS.
En la esquina había una silla, y en esa silla había alguien sentado. Era un chico que me resultaba ligeramente familiar.
-Puedes quedarte ahí todo lo que quieras, eso solo te atrasará.
Era Evans. Seguía siendo el mismo de siempre, al menos por atrás, pero nunca se sabe, no hasta que ves todo lo demás.
-Evans...
-Te preguntarás si simplemente soy una prueba o si soy el verdadero...
Y por sorpresa si lo estaba haciendo.
Evams se paró de la silla, y se volteó. Casi salto de la sorpresa. Evans tenía los ojos completamente negros, nada blanco, solo negro.
-E- Evans... qué le pasó a tus ojos?
-Resulta que la maldad se está extendiendo por mi alma, por mi corazón. La envidia, los celos, el deseo de venganza... es lo que provoca en mi.
-Tu permites que eso te domine Evans- sentía que el color regresaba a mi cara, pero me seguía sintiendo débil- tu eres el que ha escogido eso.
-¿Qué no ves, que todo esto es por ti?
Eso fue un golpe bajo. Por más que me dijeran que no había sido culpa mía, por más que yo misma me lo recordara, me dejaba sin aliento.
-Traté de ser perfecto, perfecto para ti- empezó a avanzar hacia mi y yo retrocedía lentamente- quería que me escogieras a mi, no al idiota de Adam.
Choqué contra una pared fría, al parecer el túnel por el que había llegado se había cerrado, "no hay vuelta atrás".
-Adam no es un idiota.
-Oh si es cierto, es tu caballero, tu héroe, tu príncipe azul.
-No, no lo es. No necesito a alguien así. Necesito a alguien que no me vea débil, que me vea con la fuerza que en realidad tengo, alguien que esté junto a mi en cada batalla, alguien que a pesar de que me vaya abajo, tenga esperanzas en que me recuperaré, que no me "rescate" que me apoye. Adam es todo eso, y no se esfuerza por hacerlo, le sale naturalmente. El problema contigo fue que tu quisiste ser mi héroe, cuando yo necesitaba un compañero.
Eso hizo que Evans meditara. Nunca lo había visto hacer eso. Reflexionar. Por un momento tuve esperanzas, pero se esfumaron en cuanto volvió a hablar.
-Esta es tu prueba.
Con cuidado... sacó la daga.
-¿Qué está pasando Evans?
-Esta es tu prueba. No sabes si yo soy una o si soy de verdad, pero puedes averiguarlo con esta. Si pasas la prueba, saldrás de ella, si no, te quedarás atrapada aquí, y el único que podrá sacarte de ella soy yo, y puedo ser muuuy paciente.
El corazón me latía demasiado rápido. Eso me hizo pensar en mi inmortalidad. Si era inmortal, ¿como es que mi corazón seguía latiendo? Los vampiros eran inmortales y su corazón no latía, ¿como es que el mío latía tanto que sentía que podría salir de mi pecho?
-El tiempo se acaba.
Dejó la daga a un metro de mi y luego retrocedió.
-Todo depende de ti.
Con cuidado me acerqué a la daga y la tomé, sin quitar los ojos de Evans.
En cuanto la toqué lo sentí. Lo sentí y sabía exactamente que hacer.
-De acuerdo.
-Empecé a avanzar.
Cinco pasos... cuatro pasos... tres pasos... no faltaba mucho para estar justo al frente de Evans.
Me paré en seco.
-No podrás engañarme.
Giré la daga, y la empuñé.
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La elegida
General FictionEmily no parará hasta recuperar la daga, aunque eso signifique dejar atrás toda su vida. Emprenderá un viaje con sus amigos, en el que no sólo arriesgan su vida, sino la posibilidad de no poder salvar al mundo de la destrucción. Descubrirás en esta...