XV

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Lo que Emma dijo no me dejó dormir, no pude ni pegar el ojo. Estuve dando vueltas y vueltas por la habitación, salí un montón a la cocina por agua y trataba de pensar en otras cosas.

¿Qué quiso decir Emma con que yo era la elegida? ¿La elegida de qué?

Esperé a que pasara toda la noche y toda la mañana. Nadie se despertó como hasta las 8 de la mañana y la espera se me hizo eterna. Y para colmo la primera en despertar no fue Emma, fue Mily. Para esperar a Emma, decidí hablar con Mily.

-Buenos días- vaciló un poco- ¿estás bien? Parece que no dormiste.

-¿Tanto se nota?

-Tienes unas ojeras muy grandes.

-¿Se notan?

Asintió.

-Eres horriblemente blanca.

-Lo se, pero por alguna razón mi piel nunca se ha irritado ni nada, ni siquiera cuando no era un ángel.

-¡Ah! Eso debe de...- se mordió el labio-... mmm... pues debes de tener una gran resistencia a las cosas.

-Espera, espera, espera, eso no era lo que ibas a decir.

-¿Eh?- Mily estaba como un tomate.

-Mily, no es la primera vez. Todos actúan de una manera muy rara, como si supieran exactamente lo que va a pasar. Ayer, Emma dijo algo de la elegida, ¿qué elegida?

Mily estaba más roja que un tomate, y para colmo no dejaba de morderse el labio, sabía que quería decirme pero que por una razón no podía.

-¿Sabes qué? Olvídalo.

Salí de la sala y subí las escaleras corriendo. Ya casi eran las nueve y Emma seguía sin despertarse. Dios, la envidiaba por poder dormir, yo me sentía cansada pero sabía que no iba a poder pegar los ojos.

No sabía que hacer. Me puse a buscar algo en la televisión, estuve dando vueltas por toda la casa, por los primeros dos pisos. Resulta que estábamos en la casa donde estaba el bando oscuro. Se aseguraron de revisarla antes de hospedarnos ahí, me lo contó Mia una vez que desperté. No fui la única herida. Varios habían caído en sueños, y Livvy salió quemada en varias partes del cuerpo, pero sanó en cuestión de días.

Me di un baño, comí fruta, y por fin encontré una película interesante de una chica muerta. No la acabé de ver. Me quedé dormida.


Desperté en el mismo sillón, sólo que con una manta y un dolor en el cuello. El cielo estaba oscuro y todas las luces estaban prendidas.

Mia estaba en el sillón de la esquina.

-Buenas noches.

-¿Noches?- Bostecé- Lo siento. No pude dormir ayer en la noche, supongo que me quedé dormida.

-Emily, tenemos que hablar.

-Ay.

-Mily me habló de lo sucedido en la mañana.

-Ah, eso...

-Tienes que entender que cada cosa tiene su tiempo.

-¡No es mi culpa que yo no sepa nada! ¡Me tienen como idiota encerrada aquí en esta casa! ¡Ni siquiera me dejan ver a Evans!

-Lo se pero...

-¡Pero nada!- Ya estaba levantada del sillón y sentí mi furia salir.- ¡Quiero que dejen de estar protegiéndome! ¡Son mis decisiones! No las de ustedes, y si yo me equivoco, será cosa mía, si yo tengo éxito, es porque me esforcé, y tal vez necesite de su ayuda en algunos momentos, pero ya me cansé de esperar, voy a hacer lo que crea que deba hacer.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora