XVI

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Carlos me escuchó y me escuchó, no me interrumpió, nadie lo hizo. No tardé tanto como pensaba, pero al terminar Carlos se quedó callado, analizando mucho tiempo, y la espera se hacía eterna.

Por fin, después de la pequeña eternidad habló.

-Ocuparon una prueba diferente contigo, lo que no cuadra es que todavía tengas miedo de despertar y que salgamos con que seguías en la prueba. Y tampoco sé por qué te duele. Dices que te clavaste una daga que no era ¿verdad?

-Si.

-Algo debió de pasar ahí. No se qué pero pasó.

Tragué saliva y me dolió. No sabía que hacer, y cada cosa simplemente me desesperaban más.

-¿Entonces? ¿No sabes qué tengo? ¿Qué me pasa? Porque estoy perdiendo la cabeza.

-Algo pusieron en tu prueba que está haciéndote esto. Voy a estudiarlo absolutamente todo, pero necesito que me tengas paciencia.

-De acuerdo- dije- puedo esperar.

-Adam te está esperando arriba, va a tu balcón.

Me había preguntado eso. Miré a Carlos sorprendida y lo único que él hizo fue guiñarme un ojo e ir por un libro.


Adam estaba justo en el lugar donde Carlos me dijo. Estaba apoyado sobre el barandal.

-Hola-dije.

Me daba vergüenza estar con el, tenía puestos unos pantalones grises y una blusa azul, descalza y con una pinta horrible en la cara, pero ya quería verlo.

Adam volteó y se le iluminó el rostro.

-Em... hola.

Cortó la distancia que había entre nosotros y me abrazó. No le dije que me seguía doliendo el lugar donde supuestamente me clavé una daga, sino que le devolví el abrazo y me mordí el labio.

-¿Cómo estás?- le pregunté.- Siento que hace mucho que no nos vimos. 

-Fui a buscar a los que llamamos, ya sabes, Emma y todos los demás.

-¿Y?

-Ya están aquí. Bueno, en Canadá. Ya casi llegan.

Asentí.

-Adam, ¿qué haremos después de esto?

-La verdad no estamos seguros, nadie lo sabe, ni siquiera Carlos.

-Me dan ganas de regresar Adam, al reformatorio, donde no teníamos tantas preocupaciones...

-¿Donde estabas en medio de la depresión porque no habíamos conseguido la daga? 

-Eso fue antes. Ahora sé que no es mi culpa. Ahora sé que cometemos errores pero que tenemos derecho a corregirlos. Sé que a pesar de todo, hay cosas buenas. Y ya me cansé de esto. 

-¿Ya... te cansaste?

-Nunca le pedí a Milton que me contara de ustedes, nunca pedí ser esto- dije señalándome- yo tenía una gran vida normal, era feliz, tenía planes, y todo se arruinó Adam. Todo. Lo único bueno que tengo es a ti, y a mis amigos, pero la verdad, en serio que me gustaría haber tenido mi vida. Nunca haber preguntado a Milton que si por qué había cortado conmigo.

-Emily... si pudiera ayudarte...

Hizo una pausa. Como si estuviera pensando en como ayudarme. Pero al mismo tiempo veía tristeza en sus ojos.

-Hay un hechizo...- empezó a hablar después de pensar mucho- que te puede quitar la memoria. Lo usamos normalmente en los oscuros, pero podríamos intentarlo contigo. Pero es peligroso este hechizo, ya que regresa el tiempo. Regresas al lugar donde quieras y empiezas de nuevo. Lo olvidarías todo, pero, tus poderes no. Los hechos ya son hechos, ya están escritos, y tratar de cambiarlo es peligroso. Pero si tuviéramos éxito, olvidarías absolutamente todo. Milton moriría y tu tendrías sus poderes, no puedo regresarte más atrás, pero, podría hacer que parezca un accidente, y que tu olvides absolutamente todo lo que te dijo Milton. Volverás a vernos, pues una vez que tus poderes se completen, vas a necesitar ayuda, pero para entonces tendrás tiempo de hacer algo en tu vida.

Estaba muy sorprendida.

-¿Y no te puedo conocer antes? 

-Puedes, pero lo mejor sería esperar. Una vez que tus poderes de completen, recuperarás la memoria. Es más, la estarás recuperando desde antes, pero será inconscientemente y no la recuperarás toda.

-¿Cuánto tiempo estaré bajo el hechizo?

-Lo suficiente como para que rehagas tu vida. Si quieres, estaré contigo, para guiarte, y tranquila- dijo con una sonrisa- no envejecerás. Seguirás siendo inmortal. Tu inmortalidad y tus poderes son imposibles de quitar, a menos de que mueras, claro.

-Mmmm... no estoy segura Adam...

-Una vez que recuerdes todo, podríamos hacer más cosas. Nuna estarías en el Reformatorio, por lo tanto la daga nunca hubiera sido descubierta. Y te prometo... que siempre estaré a tu lado.

Eso... eso fue lo que me convenció. 

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora