XVIII

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Dejé la despedida de Adam para el final. Para el gran final. Me resultaba horriblemente doloroso, pero era algo que iba a ser bueno para todos. Me hubiera gustado estar cuando todos se despertaran por así decirlo después de que todo cambiara, pero yo no lo iba a estar.

Es extraño lo doloroso que puede llegar a ser despedirte de tu pareja. No había sentido un nudo tan grande, ni cuando Milton cortó conmigo, ni nunca.

-Adam.

Estábamos en el jardín de la casa.

-Emily.

Él me había dejado una nota mientras estaba dormida donde decía que nos encontráramos ahí. Y los dos sabíamos que ya era la hora.

Antes de encontrarme con el le di un gran abrazo a todos, haya estado mucho tiempo con ellos o no, los abracé a todos, y fue muy triste.

Llegué con los ojos hinchados con Adam y en cuento lo volví a ver, me dieron ganas de llorar otra vez. Pero todavía no era el momento.

Con cuidado Adam se acercó y me besó cada uno de los pómulos con cariño.

-Supongo que ya es hora- dijo con voz triste- no sabes cuanto te voy a extrañar.

-Estaremos viéndonos...

-Si, pero no serás la verdadera tu.

-Bueno, más te vale ser mejor con mi nueva yo- dije dándole un empujón.

-Trataré.

Me tendió una mano y yo la tomé.

-Volemos un poco.

Sacamos nuestras alas y alzamos vuelo. Era un día caluroso y pronto nuestras camisas se pegaron a nuestro cuerpo y teníamos sudor en el cuello, pero el clima estaba agradable, y el sol no nos dañaba los ojos.

Dejamos de ir hacia arriba y nos quedamos suspendidos en el aire, respirando aire fresco y oyendo nada más que nuestras respiraciones.

-Adam, tengo un poco de miedo. ¿Y si no recupero la memoria?

-Lo harás.

-Pero...

-Lo harás. No te vuelvas insegura. Sé positiva, así será mejor.

Asentí.

En esos momentos, con un gran silencio, me estaba cansando. Después de llorar, me daba sueño, y más cuando todo estaba horriblemente tranquilo.

-Adam... no me quiero quedar dormida...

Adam me abrazó, y supe que ya no había necesidad de tener mis alas afuera, así que las guardé.

-Muy bien Em, ahora...

-Adam espera.

Dejó de hablar.

-No me gusta decirlo, porque soy de esas personas que de me hace horriblemente cursi ver a una pareja en una película o en un programa pero... me he dado cuenta de que son sentimientos. Adam... eres el primer chico al que en realidad amo- hubo un corto silencio- y espero que me esperes, sin importar lo que pase. Regresaré, tarde o temprano. No dejes de esperar, lo haré por ti.

A Adam se le salieron una pocas lágrimas y eso hizo que a mi también. Él se secó y me secó las lágrimas y me besó. Nuestros labios sabían a lágrimas y seguíamos llorando.

-Te amo Emily.

-Te amo Adam.

Adam replegó sus alas. Y empezamos a caer, y a caer. Teníamos nuestros dedos entrelazados pero poco a poco el viento nos iba separando, sabíamos que íbamos a estar el lugares diferentes, pero que en algún momento nos encontraríamos, y, después de un tiempo, yo despertaría de mi fantasía, solo esperaba que cambiaran las cosas, para bien.

Todos esperábamos lo mismo... un milagro.


El viento se llevó a Adam por un lado y a mi por otro. Llegó el momento donde alcancé a divisar el campo, y luego el punto que era la cabaña y el suelo cada vez se acercaba y cada vez más rápido. Me dio miedo, me entró el pánico, pensé que me iba a estrellar contra el suelo y que no iba a cambiar nada, pero justo, justo antes de tocar el suelo, se abrió algo así como los hoyos negros que hay en el espacio, pero justo, para que yo entrara.

Y así, sólo así caí en la profundidad completa. Trataba de recordar en donde estaba. Trataba de recordar si estaba en un lugar exacto. 

Pero lo único que tenía... era una mente en blanco.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora