Loira y Sena

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No tardamos mucho en en llegar al pueblo. Nos quedamos asombrados al verlo. Era muy distinto a Atenas: no había carreteras ni coches, ni las casas eran tan altas.

Iba a agradecerle a aquella chica el habernos traído hasta Aents, pero cuando nos quisimos dar cuenta ya no estaba.

-¿Sabéis adónde ha ido?-preguntó Smiley

-Ni idea-respondí-. Pero si dice que vive aquí supongo que volveremos a encontrarnos con ella.

Aquella noche la pasamos en un hotel.

Allí todo era tan diferente... Hasta los hoteles lo eran distintos. Solo tenía dos plantas, las habitaciones eran pequeñas y no había tanto mobiliario en ellas.

Cuando estábamos en nuestra habitación le pregunté a mi amiga:

-Smiley, ¿piensas que podrás sobrevivir aquí?-bromeé.

Ella estaba acostumbrada a todo tipo de lujos, pero en el fondo sabía que conseguiría acostumbrarse a todo esto.

-Bueno, puede que me cueste dormir en un lugar tan pequeño, no poder ir de compras... Pero se que valdrá la pena. Brasil será inolvidable, aunque solo estemos tres semanas.

-Sí, ¿pero no crees que echaremos de menos Atenas?

-De eso también estoy segura-contestó.

Al día siguiente nos tocaba ir a un nuevo instituto. No nos confundiríamos porque en Aents solo había uno. Y la verdad es que no era tan distinto al nuestro. Algo más pequeño, sí, pero sin mucha distinción más.

Nada más llegar al instituto una joven.

Tenía una larga melena lacia y oscura, y los ojos castaños. Vestía un abrigo marrón y una falda de cuadros, y unas medias castañas.

-Hola, hola-saludó alegremente-. ¿Sois los estudiantes de intercambio? Encantada de conoceros, mi nombre es Loira.

-Igualmente, Loira. Yo soy Smiley, y estos son Aria y Paolo-nos presentó.

Fue entonces cuando llegó otra chica que gritó:

-¡Loira, se puede saber dónde te has metido!

Aquella joven vestía exactamente igual que Loira, y su apariencia física también era la misma. La única diferencia que vi entre ellas era que Loira tenía las medias cortas y la otra largas.

-¿Estoy empezando a ver doble o sois completamente iguales?-preguntó Paolo.

-Oh, no estás viendo doble, somos gemelas. Me llamo Sena, encantada.

-Loira, Sena... ¿esos no son nombres de ríos franceses?-recordé.

-Sí, nosotras nacimos en Orleans, Francia, pero desde hace mucho tiempo vivimos en Aents-explicó Loira.

Entonces Sena miró fija y agresivamente a Paolo, él bajo la cabeza, como si no quisiera que observara sus ojos. Loira le dirigió a su gemela una mirada inquisitiva.

-¿Pasa algo?

-No te preocupes, Loira-contestó Sena-. Solo son imaginaciones mías...-dijo entrando en el instituto.

Smiley se acercó a Paolo y le dijo con ternura:

-Tranquilo, ya se le pasará.

Los demás también entramos, porque faltaba poco para que tocara el timbre.

En aquel instituto solo había una clase de cada curso, y no habían muchos alumnos en la nuestra. Pero nos recibiro con los brazos abiertos. Parecían simpáticos.

Por la tarde unos nuevos amigos de Paolo le estuvieron enseñado en pueblo. Smiley y yo preferimos estar con Vickie, una chica muy maja a la que conocimos.

-Los jueves hay un mercado en el pueblo-comentó-. Si queréis podemos ir a verlo, siempre traen un montón de cosas nuevas.

Aceptamos. Parecía una buena idea. Y no nos equivocábamos, había todo tipo de mercancía: desde bisutería y ropa hasta utensilios de cocina.

-¿Smiley, te acuerdas del collar de Piruleta?-le recordé el regalo de nuestra gata.

-¡Anda, si es verdad! Yo casi lo había olvidado.

"Casi"... Estoy segura de que ni se le pasó por la cabeza, pero era normal, se la veía disfrutar tanto en Brasil.

-¿Piruleta? ¿Qué es un Piruleta?-preguntó Vickie, extrañada.

-Piruleta es nuestra gatita, a la que prometimos traerle un regalo de aquí-expliqué.

-Ah, un gato. Por Aents no se ven muchos gatos.

-¿Y qué tipo de animales viven por los alrededores?-dijo Smiley, asustada por los bichos.

-Puede haber desde hormigas hasta jaguares, desde ranas hasta serpientes venenosas o constriptoras.

-¿Jaguares... ser-serpientes?-balbuceó ella.

-¿Qué te esperabas? Esto es el Amazonas. Aquí solo sobrevive el más fuerte-sentenció.

-¿Quieres decir que nuestra vida está en peligro?-pregunté, temerosa.

-Claro que no-rió-. Pero no os adentréis demasiado en la selva.

-Pero si este pueblo está en plena selva-repuso Smiley.

-Que va, como se nota que sois gente de ciudad. Estamos en las fronteras, la verdadera jungla se encuentra a unos trescientos metros.

Vickie nos estuvo contando más cosas sobre Aents y el Amazonas brasileño.

Smiley y yo éramos de esas personas que pensaban que los habitantes de la selva amazónica eran indígenas que vivían en tribus. Pero estabámos demasiado equivocadas, supongo que las películas nos confundieron.

Al día siguiente, de camino al instituto, vi como Smiley llevaba en las manos el misterioso libro que encontró su nueva maleta.

-¿Qué vas a hacer con él?-pregunté.

-Enseñárselo a Loira y a Sena, quizá ellas sepan algo.

-A lo mejor el título no tenga nada que ver.

-Solo quiero comprobarlo, si no intentamos nada no conseguimos nada.

En el fondo tenía razón. Smiley siempre tiene razón.

Cuando llegamos al instituto vimos a las gemelas Smiley corrió veloz hacia ellas. Yo la seguí tan rápido como pude.

-¡Loira, Sena! Tengo algo muy importante que preguntaros-el agudo sonido del timbre la interrumpió en el peor momento.

-Nos lo cuentas después de clase-sonrió Sena.

-¿Qué les querías preguntar?-le susurró Paolo a Smiley mientras estabámos en clase.

-Si sabían algo de este libro-dijo mostrándoselo, en el mismo tono.

-Creo que es una buena idea-opinó entusiasmado.

Tras la clase nos quedamos en la estancia las gemelas y Smiley y Paolo.

-Quería enseñaros este libro, me lo encontré en mi maleta y no se de dónde ha salido-explicó.

Loira y Sena se miraron con los ojos llenos de alegría.

-¡Chicos noso-!-exclamó Loira, pero no pudo terminar la frase, pues su hermana le tapó la boca con la mano.

-No hables tan a la ligera... Noto una extraña presencia-dijo Sena mirando de un lado para otro.

-¿Entonces? Tenemos que contárselo-protestó Loira.

-Vamos a nuestra casa, esta libre de... de extrañas presencias-sentenció Sena.

Y así fue, cuando estuvimos en casa de las chicas se miraron de nuevo y pronunciaron a la vez, mientras un extraño brillo las envolvía:

-Nosotras, en realidad, somos... hadas.

La mágica aventura de AriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora