Perdidos en el desierto

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-Smiley, Australia tiene más de un desierto...-suspiré.

Ella me miró con cara de asombro.

-Si hubieses atendido en clases lo sabrías-la regañé.

-Tranquila, no te pongas así. Podemos pedirle al libro que nos lleve al pueblo en el que se encuentra la Gema de las Arenas-sugirió Paolo.

-Sí, es muy buena idea-sonrió Smiley-. Librito mágico, queremos ir al pueblo en el que se encuentra nuestro objetivo.

Ninguna reacción.

-¿Estará roto el libro?-se preguntó Felicidad.

-¡Por supuesto que no, soy un libro mágico!-chilló una aguda voz.

-¿Pu-puedes hablar?-balbuceé incrédula.

-¡Por supuesto que sí! ¡Soy un libro mágico! Y para vuestra información, es imposible teletransportarse más de una vez en unos cuantos días.

-¿Cómo que unos cuantos días? Eres un libro mágico-le recriminó Smiley.

-Los teletransportes gastan mucha magia. Tampoco creáis que puedo hacerlo todo, necesito descansar.

-¿Entonces no te podemos pedir nada más?-preguntó Paolo.

Antes de que el libro pusiese contestar Felicidad ya estaba formulando otra pregunta:

-¿Puedes decirnos hacia dónde hemos de ir para encontrar la Gema de las Arenas?

-Por supuesto que sí, se encuentra a cinco kilómetros al noreste.

-Vaya, pues parece que si acerté con el desierto-comentó Smiley.

-¿Y hacia dónde está el noreste?-preguntó Paolo.

-Por aquí, por aquí, seguidme-dijo el libro empezando a caminar en uma dirección. Bueno, exactamente caminar no, más bien empezó a levitar.

Nosotros lo seguimos.

Por lo menos yo estaba muy, pero que muy confusa. Todo había pasado tan rápido... Primero Loira y Sena nos revelan que las hadas existen y que forman parte de esa especie. Después nos cuentan lo de las Gemas del Poder, y que tenemos que reunirlas todas para prevenir un peligro que no solo afecta a la Tierra, sino a toda Galaxia Itziar. Por otro lado, el enemigo nos amenaza constantemente, si nos quiere hacer algo solo basta con atacarnos con su magia, porque nosotros somos humanos normales y corrientes. Por otro lado esta Felicidad. No sabemos nada de esta chica, a parte de su nombre. Ni si quiera se si puedo confiar en ella, quizá es una infiltrada o una espía. "Aria Xénedis, siempre hay que darle una oportunidad a todas las personas", me abría dicho mi madre. Aunque me costara tenía que intentar confiar en ella.

-¿Y cómo encontraremos la Gema de las Arenas?-preguntó Smiley.

Mientras yo estaba hundida en mis pensamientos ellos estaban hablando sobre cosas más importantes.

-Bueno, la gema protectora de Oceanía la custodia su hada guardiana-contestó el libro.

-¿Y como reconoceremos a esa hada?-siguió preguntando Paolo.

-Se llama Sandy. Todo el mundo la reconoce por sus ojos, que son reconocidos como los más bellos de todos los tiempos. Además sus cabellos y sus ojos cambian de color según su estado de ánimo-explicó.

-Suena interesante-comentó Felicidad.

-¿Y nos querrá dar la Gema si se la pedimos?-pregunté.

-Por supuesto que sí, Aria. Pero primero yo le tendré que explicar algunas cosas. Una guardiana está obligada a proteger a su Gema con su propia vida si hace falta. A vosotros no os la dará así como así. Tenéis que tener cuidado con vuestro comportamiento ante ella.

-¿Tener cuidado? ¿Sandy es mala?-preguntó Felicidad.

-No, claro que no. Pero los lobos del desierto están a su servicio, si detectan cualquier amenaza, por pequeña que sea, hacia Sandy no dudarán en atacar.

-¿Pero tu nos defenderás, verdad?-dijo Paolo.

-Bueno, si ayudaros supone mi muerte...

-¡Libro Mágico!-regañó Smiley.

-Era broma, era broma. Pero aviso que si uso toda mi magia en defender de un ataque de los lobos de Sandy tardaremos unos años en salir de aquí.

Smiley y yo nos agarramos las manos mutuamente, asustadas.

-¿Algún peligro más?-pregunté.

-No os lo quería decir, pero ya que preguntáis...-contestó el libro-. Una de sus aliadas más poderosas del enemigo, Medusa, se encuentra por el Gran Desierto Victoria.

¿Más peligro? ¡Si había preguntado de broma!

-¿Medusa? ¿Qué es eso?-preguntó Felicidad.

-Medusa es una criatura mitológica. En vez de cabellos tiene serpientes en la cabeza. Se dice que quien mira a los ojos a Medusa queda petrificado para siempre por las serpientes-le expliqué.

-Habrá que tener cuidado de no cruzarnos con ella-susurró Felicidad asustada.

-Tranquila, seguro que no nos ocurrirá nada-le dijo Paolo con ternura.

Smiley lo miró con una mirada amenazadora. Yo reí ante la tremenda infantilidad de mi amiga.

Cayó la fría noche sobre el Gran Desierto Victoria. Los colores del cielo empezaban a cambiar, tiñéndose de colores oscuros. El libro mágico nos dijo que podía ser peligroso continuar caminando, así que acampamos en un pequeño oasis.

Mientras cenábamos unas frutas silvestres que el libro nos había traído. No sé de dónde las había sacado, pero no importa mucho. La verdad es que estaban buenísimas.

Smiley, Paolo y yo, durante aquel rato antes de dormir, estuvimos hablando con Felicidad, explicándole cosas sobre nosotros.

-Ahora eres tu la que debe darse a conocer-le dije.

-¿Y que os puedo decir? Ya os lo dije, me llamo Felicidad.

-¿Y dónde vives?-preguntó Smiley.

-No... no lo sé. Vivo en este mundo, y con eso debería bastar-susurró fríamente.

Paolo la miró con extrañeza.

-¿Tienes familia?-pregunté.

-Mi familia... está muy lejos-dijo mirando al cielo con añoranza.

-Tranquila, nuestras familias también, están lejos, en Grecia-dijo Paolo.

-Es verdad, tu familia estará esperándote en Aents.

Felicidad no dijo nada. Tan solo se limitó a callar con cara entristecida.

La mágica aventura de AriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora