Espías por un día

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-¿Es verdad que aquí hay dragones, Airisu?-le pregunté mientras paseábamos.

-Sí, pero solo aparecen cuando
algún peligro o cuando los llamamos-contestó ella-. Ahora se encuentran rastreando la zona, por eso a veces se escuchan rugidos.

-¿Son muy grandes? ¿Volverán pronto? Me encantaría verlos-insistí. La verdad es que no creo que nos ataquen con las buenas migas que hicimos con la guardiana.

-No podemos llamarlos ahora, interrumpiríamos su trabajo... pero quizá dentro de unos días. ¿Podrás esperar o morirás antes?-rió.

-Bueno, creo que podré sobrevivir-dije en el mismo tono.

Anduvimos un poco más y vimos a lo lejos a Smiley y Paolo sentados en una mesa en la terraza de otro restaurante.

-¿Qué hacen esos ahí?-pregunté.

-¿Acaso no lo sabes? Le está declarando su amor eterno-dijo Airisu con voz soñadora.

-No digas tonterías...

-¿Qué apuestas? Si no me crees podemos acercarnos a ver que dicen-sugirió ella.

-Claro para que nos vean-repliqué.

-Siempre podemos escondernos en plan espía, ¿que te parece?

-Vale, pero vamos a procurar escondernos bien-sentencié.

Nos acercamos un poco más y nos escondimos cerca de allí.

-Smiley, ¿por qué la luz de tus ojos brilla más que la mismísima Luna?-le dijo Paolo con entonación romántica.

"¿Pero que clase de galán se ha escapado de 'Romeo y Julieta'?" pensé.

-Pero si es de día-le contestó Smiley fingiendo indignación-. Busca en tu cabecita hueca una frase más bonita y acorde con la hora.

-Bien dicho, Smiley-susurré.

-Oye, podrías ser más positiva-me regañó Airisu-. Déjalo que la conquiste a su manera.

-No tiene que conquistarla. Ya me tiene a mí y no necesita a nadie más-le repliqué.

-Ah, ¿qué es tu... novia?-dijo alzando un poco la voz.

-¡Calla!-dije tapándole la boca-. No soy su novia, soy su mejor amiga y me preocupo por ella.

-Ese tipo de celos me los conozco-rió Airisu.

-Que yo no estoy celosa...-refunfuñé.

-¿Y por qué estás celosa?-preguntó la guardiana haciendo caso omiso a mis palabras-. ¿Por qué piensas que Paolo te quitará a Smiley o por qué te quedarás solita?

-¡Oye, basta ya!-intenté susurrar.

-Pero no seas así, no me dejes con la intriga...-se quejó ella.

-Es solo que... no me fío de él. Es muy raro, aparece así porque así y resulta que se enamoró de mi mejor amiga. Es demasiado extraño...

-Claro, claro-dijo Airisu, burlona.

-Me dices que te cuente y no me crees, ¿entonces que quieres que haga?-protesté.

-Es que no creo que no comprendas a tu amiga... si ella es feliz tú tendrías que alegrarte, igual que haría ella.

-Ella es feliz conmigo, no necesita a nadie más...-murmuré.

-¿Entonces me confirmas que estás secretamente enamorada de Smiley?-preguntó simulando ser perodista.

-¡Qué no me gustan las chicas, pesada!-grité sin poder evitarlo.

-Pues hablas como si te gustara...-dijo encogiéndose de hombros.

-Te confundes. Es solo que, si ella se va me quedaré sola...-susurré.

-Ajá, así que era la segunda opción-dijo fingiendo que escribía algo en un cuaderno imaginario.

-Esto es algo serio-dije con voz triste.

-Oh, no quería que te pusieras así, tan solo quería animarte. También llegará el momento en el que tu te enamores, tarde o temprano, pero llegará.

-No pienso salir con ningún chico...-murmuré molesta.

-Pues con una chica.

-¡Ya me he cansado de repetirte que no me gustan las chicas!-dije más que harta.

-Vamos, si solo era una broma-me sonrió.

-Pues no lo vuelvas a decir...

-Oye, ¿qué es ese anillo?-me interrumpió señalando mi dedo meñique derecho.

-Tú misma lo has dicho, es un anillo. No hay más que hablar-dije intentando evadir el tema.

-No intentes evitar mis preguntas-dijo con voz pícara.

-Si no es nada...

-Aria, no creas que soy una niña pequeña porque ya no me chupo el dedo. Cuenta lo que tengas que contar, que ni yo ni Felicidad diremos nada, ¿verdad?-dijo apretándome una mano con las suyas.

Felicidad asistió levemente y yo suspiré.

-Cuando yo era pequeña, muy pequeña, iba a un colegio privado porque mi padre trabajaba en una importante empresa de mi país. Pero... murió en un accidente de aviación, y dado a que mi madre no podía costear ella sola todos los gastos del hogar y mi escuela nos mudamos a una casa más pequeña y tuve que ir a un colegio público. Aunque a mí eso nunca me llegó a importar, hay gente que lo está pasando mucho peor así que no me quejé y ne acostumbré rápidamente a aquella vida. Pero bueno... lo que realmente hechaba de menos de aquel colegio privado fue a... el chico que me regaló este anillo. Desde que entré en el colegio siempre fue mi amigo, mi compañero, siempre estuvo a mi lado, más que cualquier otra amiga mía. Por eso me dijo que siempre llevara este anillo, para que pudiera reconocerme el día que nos volvamos a encontrar. Pero sé que eso nunca sucederá, me enteré de que se fue a estudiar secundaria a Estados Unidos, así que... Juré que jamás llegaría a enamorarme de nadie, nadie logrará hacerme sufrir de ese modo, aunque sea de manera involuntaria. Y tampoco quiero que mi mejor amiga sufra de ese modo.

-Vaya, no tenía ni idea. Siento este interrogatorio-se disculpó ella, algo avergonzada.

Noté que Felicidad iba a decir algo, pero no pudo hacerlo pues cayó al suelo, desmayada. Del fuerte ruido que causó su caída todo el mundo alrededor nuestra se acerco para ver lo que pasaba, incluídos Smiley y Paolo.

La mágica aventura de AriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora