-Maldita Alyre...-murmuré enfadada.
-Tranquila, estoy seguro de que lograrás todo lo que te propongas-me sonrió.
-Si tú lo dices-suspiré.
-También dice que entrenaremos por separado y que el examen final será dentro de tres días. Adiós, Aria-dijo yéndose.
Suspiré de nuevo.
No me quedaba otra opción: tendría que entrenar sola. No estaba muy acostumbrada a la soledad, pero bueno...
-Aria concéntrate, concéntrate...-me decía a mi misma.
Durante aquel día mejoré algo, pero iba a un ritmo muy lento. Necesitaba acertar una vez, una solo vez en el centro. Si tuviera esa suerte...
Pero ni mi suerte era la mejor mi mis ganas las mejores. Fue en ese momento cuando me pregunté: ''Aria, ¿qué haces aquí?''. Podría estar en mi casa, cuidando de Piruleta en el parque o quizá me conformaba con estar en el instituto, pero sentía que todo lo que me había pasado era una carga demasiado grande para mí.
Ahora, sola y sin ayuda, debía de aprender yo misma algo que nunca había probado. Pero lo haría por el bien de todos, sí.
Tras unas horas practicando me senté en las gruesas raíces de un árbol a descansar un poco. Mientras miraba el cielo observé que una pequeña mariposa dorada estaba volando sobre mí.
-Hola pequeñina-la saludé como si pudiera oirme.
-Encantada Aria-fue la respuesta que obtuve.
Yo quedé tan sorprendida que casi me desmayo de la emoción. Aunque con todo lo que hemos vivido y todas las cosas tan increíbles que han ocurrido no me extrañó mucho al pensar detenidamente.
-Mariposa, ¿tú tienes nombre?-pregunté como si estuviese hablando con una persona.
-La verdad es que no... ¡Pero mejor, así puedes ponerme un nombre!
-¿Yo? La verdad es que esto de los nombres no se me da muy bien... ¿Qué tal...? ¿Dorada?
-¿Dorada? ¡Bonito nombre!-exclamó ella feliz-. Una pregunta joven muchacha, ¿cuál es el motivo por el que estás aquí tan sola?
-Pues... unos amigos y yo tenemos la misión de reunir todas las Gemas del Poder de la Tierra, y venimos hasta las Cataratas Victoria a por la Gema del Lago de Alyre. Pero ella se niega a dárnosla hasta que seamos fuertes para protegerla. A mí me dijo que me entrenaría como arquera, sabiendo que mi puntería es pésima. Desde un principio creí que nos ayudaría, pero a mí me ha dejado de lado, dice que practique yo sola...
-Pero Aria, ¿de veras crees que necesitas ayuda?-dijo ella tranquilamente.
-Claro que la necesito-respondí yo-. No tengo ni idea sobre esta disciplina.
-¿Y qué tienes que saber para lanzar flechas?-dijo ella riéndose un poco-. Mira Aria, la vida a veces puede poner barreras demasiado altas para dificultar tu camino. Pero si son tan altas, ¿por qué no las escalas en vez de querer esquivar barreras?
-No entiendo...-dije confundida.
-Quiero decir que si piensas en que no puedes afrontar los desafíos que la vida te irá poniendo a medida que avances en tu camino y huyes de las cosas que hoy no sabes hacer, no podrás superar los retos. En cambio, si por el contrario das la cara y te dices a ti misma "puedo hacerlo" las cosas cambiarán y conseguirás escalar todas las barreras que se interpongan ante ti.
-Dorada... Entonces lo único que tengo que hacer es... ¿confiar en mí misma?
-¡Exacto!-confirmó revoloteando-. Bueno, parece que mi trabajo aquí ha terminado.
-¿Entonces te irás?-pregunté tristemente.
-Claro que me iré. Hay cosas que siempre permanecerán a tu lado, y otras muchas se irán y no regresarán, pero valora a las que están junto a ti y recuerda a las que se han ido, porque no sabes lo mucho que te habrán enseñado cuando tu camino en este mundo haya acabado.
-Gracias por todo, Dorada. Yo siempre te recordaré-le sonreí.
-¡Aria, no seas tan desconfiada, todos los seres vivos tienen cosas buenas de las que aprender!-me gritó mientras se iba.
¿Cómo sabía que yo era desconfiada? Si nos acabábamos de conocer... Pero me puse a pensar en lo que me dijo y descubrí que Dorada tenía razón. Yo no podía cambiar tanto de un día para otro, pero me esforzaría poco a poco para confiar en las personas, porque como ella me dijo, de todos se aprende algo bueno.
Durante el resto del día mejoré de una manera espectacular. Confiando en mis posibilidades acerté justo en el centro de todas las dianas que había colocado. Me sentía tan feliz... Aunque esos eran los blancos fáciles mañana empezaría por los más complicados y estaba convencida de que daría los mismos resultados que hoy.
Cuando volvía de mi entrenamiento recordé que Alyre me dijo que la puntería no era lo más importante y pensé que por una parte tenía razón.
Me moría de ganas por ver el entrenamiento de Smiley y Paolo pero suponí que no me dejarían verlo. "Mejor, así será una sorpresa" pensé.
Al llegar vi como la misma mariposa dorada que antes me habló se posó cuidadosamente en la mano de Alyre, mientras la guardiana decía:
-Buen trabajo, querida.
Así que Dorada era una enviada de Alyre... Eso aclararía mucho las cosas. Entonces ella nunca me dejó sola...
Durante los dos días siguientes no hice más que practicar y seguir practicando. Me costaba al principio porque las dianas estaban más lejos y más inalcanzables, pero con mucho esfuerzo y confianza logré completar mi entrenamiento.
Me preguntaba como sería el examen final... Si la distancia sería muy larga o si el lugar de la diana era difícil.
No vi a Dorada en aquellos dos días, y tuve la sensación de que no la volvería a ver jamás.
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La mágica aventura de Aria
FantasiaAria es una joven de quince años que reside en Atenas, capital griega. Junto a su mejor amiga, Smiley, y el misterioso Paolo, viajarán como estudiantes de intercambio a un pueblo del lejano Amazonas. Allí descubrirán que las hadas existen, y que la...