2:20 pm {Brenner}

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Amy era un sol completo y total. Ni siquiera mis más crueles comentarios lograban eclipsarla.

—Esos tacones son horribles—dije al ver los altísimos tacones que llevaba—. ¿Acaso son de alguna tienda de segunda mano? ¿O de baratillo? Lo que sea, son horrendos.

Amy rodó los ojos, pero la sonrisa seguía allí.

—Con cada comentario que haces de mi ropa, mi radar de gay tintinea más.

Ignoré totalmente su comentario

—Y la blusa que llevas... es lo peor de todo, se nota a leguas que probablemente te la hizo tu abuela.

Amy subió un brazo y empezó a hacer el sonidito de un radar cuando encuentra algo

—Cincuenta por ciento gay.

Crucé los brazo

—Mi hermana es pasante en una revista de moda.

— ¿Eso acaso tiene que ver con tu juicio sobre la ropa?

—La ayudé a estudiar para esa pasantía todo un verano viendo las críticas, artículos y todo de la revista los últimos diez años, aprendí como reconocer un bolso Marc Jacobs real de una imitación como la que tienes tú.

Ella tomó su bolso negro y se aferró a él como si fuera su hijo. Reí ante la cara que puso.

—Se lo compré a un tipo en Canal Street—dijo a la defensiva—. Pagué una buena fortuna por este bebé.

— ¿Cuánto? ¿Cincuenta dólares?—dije mofándome—. Lizzie tiene ese mismo bolso... y a ella le costó quinientos cincuenta.

—Fueron sesenta en realidad—admitió aun aferrada al bobo bolso de imitación.

—Puedo reconocer imitaciones con a tan solo unos metros de la persona —dije orgulloso de ese estúpido talento—. No se me puede engañar tan fácilmente.

Ella me reto con la mirada. ¿En serio ella creía que no iba a notar que las cadenas que pendían del bolso eran del aluminio barato de Canal Street? Bien, tal vez eso sonara un poco gay ¡Pero era culpa de mi hermana!

—¿Cuál es el perfume que estoy usando?

Bien... esto requería acercarme a ella. Acércame a su cuello para ser exactos. Y... bueno, olisquear su cuello. Me sentí bobo. Es decir, Amy solo era una chica.

«Una chica que amenazó con descuartizarte y comerte» pensé

Aun así... tal vez era demasiado para mí. Demasiado brillante. Demasiado alegre. Ella era demasiado en todos los sentidos. Y de alguna estúpida manera eso me asustaba.

—Tranquilo, no muerdo—dijo mientras se acercaba más—. En serio, si no adivinas cual es mi perfume o si es de imitación o no, tendrás que darme un aumento.

—Técnicamente eso no corre por mi parte Amy—dije sin moverme del lugar—. Eso es de parte de Graham y probablemente estés despedida para cuando salgamos del elevador.

—Entonces solo dame un aumento en la liquidación—dijo como si fuera la cosa más sencilla del mundo. Estuve a punto de decirle lo difícil que era conseguir un aumento en la liquidación cuando me cubrió la boca con su mano—. Solo adivina el perfume y no tendrás que hacerlo.

Rodé los ojos. Tragué saliva y me acerqué a su cuello. El olor llegó a mí. En definitiva esta no era una imitación. Me recordaba a uno de los numerosos perfumes que tenía Lizzie en su habitación. No podía ser Moschino, ni mucho menos Marc Jacobs. Era un olor clásico y alegre. Algo que llevaría puesto mi mamá.

—Channel Nº5—dije al final—. Original.

Sentí como sonreía—. Era de mi madre, un regalo de papá poco antes de que muriera, me lo pongo una vez al mes, tuviste suerte.

Pero no me alejé del cuello de Amy. El aroma del perfume era embriagador. Atrayente. Era la perfecta definición de Amy. Y en definitiva no quería alejarme de ese lugar. Amy no dijo nada. Pero supuse que se encontraba incómoda de alguna manera, así que me alejé.

—Lo siento... es solo que el perfume olía demasiado—me detuve al ver la cara de Amy.

La manera amorosa en la que me miraba. Era sexy y tierna al mismo tiempo, así que me acerqué más a ella. En ese momento en mi cabeza solo estaban los labios rosas de Amy, su aroma, su suavidad.

Ambos estábamos preparados para besarnos. Teníamos el ambiente. Teníamos las ganas. Pero en definitiva no teníamos la suerte.

Un sonido atronador se escuchó desde la parte de arriba del elevador y nos precipitamos en una caída. Antes de pudiera reaccionar de una manera acorde a la situación, todo se volvió negro. 

El ElevadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora