4:15 pm {Amy}

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Brenner era sumamente cálido. Sumamente suave y por ende sumamente abrazable.

Quería congelar este momento y estar así por siempre, incluso con la canción de Teenage Dream. Porque Brenner me hacía sentir como si volviera a ser una adolescente. Me hacía volver a tener esperanzas, a tener sueños, a tener todo lo que había perdido al crecer.

En resumen, Brenner me hacía sentir cómoda. Casi como en mi hogar.

—Amy... —su respiración chocaba con mi cuello.

— ¿Sí?

Él se separó y me miró a los ojos. Dios, amaba demasiado esos ojos.

«Solo han pasado siete horas ¡Siete horas!» me recordó mi cabecita.

—Crees que... ¿No piensas que vamos demasiado rápido? Es decir, solo tenemos siete horas de conocernos. Antes de esta caja mortal ni siquiera nos habíamos fijado el uno en el otro...

Era verdad. Nunca me habría fijado en Brenner de no haber quedado atrapados en el elevador. Seguiría pensando que era un hijo de puta malnacido. Y yo seguiría siendo para él solo una chica de los bajos estratos de la compañía.

—Tienes razón... todo esto va tan rápido—bajé la mirada—. Lo entiendo... solo que... me gustas Brenner y estoy casi segura de que yo te gusto.

—Solo han pasado siete horas Amy—me recordó—. ¿Crees que una persona se puede enamorar en siete horas?

No. Eso era imposible. Tal vez solo nos habíamos encaprichado.

Es decir, éramos dos solitarios polos totalmente opuestos. Una vez que saliéramos probablemente nos enfrentáramos a la cruda verdad de que no estábamos hechos el uno para el otro y acabaríamos separándonos.

Yo terminaría comiendo litros de helado y quejándome con mi hermana Marnie y su novio Douglas. Sip, generalmente era así con las rupturas. Pero una ruptura con Brenner sería como mis siete rupturas más dolorosas. Sería como un golpe directo al corazón.

¿Cómo una persona se podía volver tan importante en menos de un día? ¿Acaso en realidad existía el destino?

Porque si así era... ¡Todo era su culpa! ¡¿Escuchaste bien bastardo?! ¡Todo esto es tú culpa!

—No lo sé —murmuré—. Probablemente, no quiero pensar tanto en eso Brenner, prefiero pensar en el presente, en el aquí y ahora.

Brenner tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a mirarlo a los ojos. Por un momento tuve la sensación de que esos serían los ojos que vería el resto de mi vida. Tal vez él sintiera lo mismo.

— ¿Por qué?

—Porque eso es lo que tenemos en este mismo momento y te digo desde ahora que no lo pienso desperdiciar.

Él parecía no saber que responder. Era entendible. Rápidamente me acerqué y lo besé. Sus labios seguían siendo tan suaves como antes. Él rápida y suavemente me devolvió el beso. Fueron como unos tres minutos. Tres fantásticos y maravillosos minutos que quise congelar para siempre.

Brenner tomó un mechón de mi cabello y lo sostuvo entre sus dedos. Lo admiraba como si fueran delgados hilos de oro. Nunca nadie me había mirado de esa forma, estaba segura de que podía pasar el resto de mi vida con esa mirada sobre mí. La frase anterior debía ser la frase más loca que había dicho en toda mi corta y bien vivida vida.

—No sabes cuánto me gustas Amy —dijo sin dejar de ver mi mechón—. No lo sé, me haces sentir un poco más humano.

Reí.

—Soy experta en eso.

—Sí, tienes razón...

Sabía que si seguía hablando iba a arruinar este precioso momento con la realidad. Estaba demasiado feliz como para que eso sucediera. Como dije antes aprovecharía cada segundo, cada minuto, cada hora que nos quedara aquí. Y no exageraba, se los aseguro.

Así que decidí interrumpirlo

—Déjalo así, lo discutiremos cuando salgamos del elevador. 



El ElevadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora