Capitulo 13

477 18 0
                                    

  —Debo detenerme ahora. Si no lo hago, podría perder el control antes de la cena. —Puntualiza Nicola al soltar mi cintura. —No soy capaz de controlarme.
—Debo creer que te gusto ahora que estoy un poco más huesuda. —Bromeo. No le hace gracia, pues noto como tensa la mandíbula y aleja su mirada dolida. —Solo estoy bromeando. Lidia me enseñó a tomarlo con gracia a pesar de que sea malo, tú sabes... que sea lo más mínimo que podría interpretar.
—Es algo serio Angie. —Aunque noto su semblante molesto, vuelve a apretarme contra él sobreprotectoramente. —Aún no me perdono no haber podido estar contigo en esos momentos malos que viviste. —Muerdo mi labio inferior y me dedica una sonrisa pequeña y tranquila antes de tocar mi mejilla. —Ve a la habitación un momento. Necesito arreglar todo esto.
—Ya lo hice. —Intento romper la inmensa tensión bromeando de nuevo, pero esta vez con cuidado. —¿A caso me hechas de la cocina? ¿Crees que no puedo hacerlo?
—No, no lo hago. —El rostro de Nicola se relaja. —Está bien, puedes quedarte. ¿Qué quieres cenar?
—Depende... ¿qué has traído?
—De todo.
—¿Lo necesario para hacer hamburguesas? —Pregunto haciendo mi mejor cara de cachorro triste. — Necesito una desde que dejé de comerlas, que fue a los catorce años.
—Entonces creo que podremos hacerlo. —De un momento a otro parece avergonzado. —Yo quería algo más elegante, dado a que es tu primer día conmigo, para festejar y...
—¿Insinúas que no podemos hacer hamburguesas elegantes? —Finjo sorpresa y coloco mi mano en el pecho. —Yo puedo hacer que cualquier comida sea elegante.
—Tendré que creerte. —Ríe Nicola. Hago un guiño y me besa los labios. —Te amo.


***


En las siguientes dos horas preparamos los ingredientes para esa comida "elegante". Si por decir ese término, nos referimos a bailar por la cocina, cantar una estrofa de una canción y contestarla, inventar historias, y algunas sesiones de besuqueos inocentes. Eso sí que es elegante para mí.
Meto las patatas en el aceite caliente para freírlas y espero un momento antes de moverlas. Me alejo, y voy hacia donde está Nicola haciendo su parte. Coloca unas fresas en la licuadora, donde se mezclan con el resto de los ingredientes y oprime el botón. Pronto se forma un delicioso batido de fresas y lo vacía con hielos en dos copas, poniéndoles una pajilla de espiral. "Elegante". Pienso.
Regreso a las patatas y las muevo nuevamente. Calculo el tiempo y parto el tomate y la lechuga en partes iguales. Cuando vuelvo a la cacerola de las patatas, están listas y las vierto en un recipiente grande para quitar el aceite extra. Después, las reparto en partes iguales en dos platos y preparamos las hamburguesas. Cuando terminamos, nos sentamos en la mesa del comedor y comenzamos a comer.
Nicola sonríe al ver cómo ataco mi comida. Estira su mano y revuelve mi cabello, teniendo resultados escasos, ya que tengo una trenza que impide que me despeine. Le lanzo una mirada excesivamente asesina, aunque solo estoy fingiendo. El retrocede un poco, diciendo "tregua" con los labios.
Al terminar nuestra comida, alzamos las copas con los batidos de fresa y las chocamos, diciendo el respectivo brindis por el futuro y por nosotros. Salud.


***


Me revuelvo en la cama, incapaz de quedarme dormida. Afuera está cayendo una tormenta y los rayos hacen menos posible que me relaje. Faltan menos de doce horas para iniciar mi trabajo nuevo, y hasta ahora están llegando los nervios.
No hubo mucho que contar en el periodo de la cena a la cama, pues vimos televisión, y nos fuimos a dormir cada quien a su habitación. Acordamos que deberíamos dormir mucho en especial hoy, y si estábamos juntos, lo más probable era que se nos apsara la noche platicando... o haciendo algo más. Quien sabe eso. Pero no quise arriesgarme.
Cierro los ojos y dormito un momento. Cuando los abro, vuelve el insomnio. El reloj de la pared es iluminado por la luz de la calle y logro ver que son apenas las doce quince. Aún así estoy desesperada. Me levanto y salgo de mi habitación, mirando hacia los lados del pasillo. En frente, escucho la televisión de Nicola encendida. Hay luz saliendo. Supongo que sigue despierto. Abro la puerta con cuidado y me encuentro con su mirada adormilada y confundida.


—¿Angie? —Se incorpora y se sienta en el colchón. Apaga la televisión y prende la lámpara que hay en su mesita de noche. —¿Qué pasa?
—No puedo dormir. —Explico. —Estoy nerviosa y no logro descansar ni un poco.
—Ven. —Me indica con su mano, golpeteando el acolchado. —


Entro a la cama con él y me siento a su lado, dejando que me rodee con sus brazos. Siento su aliento en mi mejilla, antes de cerrarse en un beso. Al separarse de mi piel, recarga su cabeza en mi hombro. Con mi mano izquierda, tomo la suya y empiezo a masajearla lentamente  


Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora