Capitulo 46

405 15 1
                                    


  Susurro en sus labios antes de irme despacio sobre ella, en un arrebato de felicidad. Escucho cómo suspira al envolver sus brazos a mi alrededor, y baja sus labios lentamente a mi cuello, besando lentamente mi piel. Aún siento sus lágrimas en su rostro, haciendo contacto con mi cuello. Pronto se queda quieta, solo sintiendo mis manos estúpidamente desesperadas y torpes tocándola de la cintura hacia arriba. Cuántas veces deseé esto desde que me separé de ella. Fue tan poco tiempo y me pareció una eternidad. Me siento mal de saber que ésta tal vez sea la última vez que podemos estar tranquilos de esta forma.
Estoy completamente encima de ella, besándola rápido, pero cortésmente en los labios. Ella ha dejado de llorar y ahora sigue mi juego con su boca. Tomo una de sus piernas y la llevo a la altura de mi cintura, para acercarme más a ella. Le hago saber mis ganas de tenerla conmigo y en cuanto me deja, quito su blusa, dejando su torso expuesto a mí. Solo a mí. Quité mi camisa y la volví a abrazar, sintiendo sus pechos rozando con mi piel, haciéndome estremecer. Ella toma la iniciativa y hace nuestro beso más apasionado tocando mi lengua con la suya. Respiro con dificultad cerca de ella y me separo de su beso.


—¿No estarás considerándolo verdad? —Le pregunto antes de atrapar su labio inferior. —
—No. —Responde a secas. —
—¿No estarás pensando que soy alguien a quien le urge tener algo de sexo, verdad? Porque no es así. —Bajo sus bragas jugueteando con la tela y el elástico, beso su barbilla y hace una especie de "uhm" en un suspiro. Ella no lo sabe, pero lo hace todo el tiempo. Es cuando sé que está esperando por mí. —Solo quiero tenerte conmigo.
—Lo sé. —Dice divertidamente desesperada, mientras baja mi pantalón. La detengo y me levanto de la cama. —Nicola...


Trato de evitar mi sonrisa y las ganas de verla así, desnuda y excitada en la cama. Camino con dificultar hasta la puerta y pongo el cerrojo, para evitar ser descubiertos. Hemos llegado hasta este punto, pero no sabemos qué puede pasar. Cuando me vuelvo, ella está mirando, curiosa, sentada sobre sus muslos, con su cabello alborotado y arrugando la frente mientras muerde su labio inferior rojo, por tantos besos.


—¿Qué? —Bromeo con ella. —¿Quieres que nos encuentren jugando?


Ella niega y busca entre las sábanas mi pantalón. Concentrada en ello. Ni siquiera le importa el hecho de que esté admirando todo su precioso cuerpo desnudo con detenimiento. Antes le apenaba, ahora ni siquiera presta atención. Y lo agradezco. Busca entre mis bolsillos y saca mi cartera, revisando, desesperada. Toma el paquete pequeño y metalizado, y mira la fecha de caducidad, como toda una experta. Alza la vista y me mira expectante.


—Eres la cosa más linda que he visto. —Me burlo acostándome sobre ella nuevamente. —Y voy a hacer que esto valga cada jodido segundo. Solo necesito que hagas una cosa.
—Por el amor de Dios ¿qué? —Escupe con algo de ira. Para mí resulta divertido verla así. —
—Dime que me amas.
—Te amo. —Responde rápidamente. —
—No me lo creo. —Estoy jodidamente seguro que esto me duele más a mí que a ella. —Ni siquiera lo pensaste. Eso no me suena bien... —Sus manos bajan hasta mis caderas y me quita la única prenda que me quedaba. —¡Eh! Pequeña traviesa.
—Nicola por favor. —Dice, pegándose más a mí. —
—Mi amor... —Sonrío, levantando su barbilla. —Solo juego un poco.
—Deja de jugar. —Insiste. —Te amo. Te amo demasiado, me sorprende que aún no te des cuenta.
—¿Aunque me persigan?
—Podemos huir juntos.
—¿Aunque sea un asesino?
—Yo también mataría por estar cerca de ti.
—¿Entonces me amas?
—Te amo más que a nadie.


Es lo que necesito escuchar. La envuelvo en mis brazos tan fuerte, que temo lastimarla. La beso duro, y dirijo sus manos hacia las mías, guiando sus brazos, para tomar el preservativo que ella ha sacado de mi cartera. Entrelazo nuestros dedos y beso su cuello. Ella cierra los ojos y se arquea hacia mí. Con mi mano derecha, acaricio su cuerpo y llego hasta ese punto especial listo para mí. La toco por algunos segundos y sigo besando su cuello. En la primera señal de su casi orgasmo, retiro mis dedos y me coloco el preservativo. Entro en ella y siento sus dedos en mi espalda, luchando por no arañar mi piel. Sus labios me buscan, y se unen de nuevo. Me comienzo a mover sobre ella, y pronto ella acompaña mis movimientos. Gemidos salen de su linda boca entreabierta y cierra sus ojos con fuerza. Una última embestida con fuerza y todo su cuerpo tiembla en mis brazos. Grita y se deja ir. Incapaz de controlarse. Después, comienzo de nuevo a moverme, tocándola con desesperación. Ella se revuelve en el colchón de nuevo, y gime en mi oído.


—De... de nuevo... —No sé si fue una pregunta, o una indicación. — No puedo...
—Sip.


Nos seguimos moviendo, hasta que ambos caemos, rendidos y llenos de placer. Escucho su respiración volver a la normalidad, y al salir de ella, me recuesto a su lado. Al cabo de un rato, me levanto, envuelto con las sábanas y abro la puerta del pasillo. Está completamente vacío todo.


—Regresa. No quieres que nos descubran. —Dice la voz perezosa de mi chica. —Amor, regresa aquí.
—Hace calor, bonita. —Me encojo de hombros. —¿Hay algún baño cerca?
—¿Ducha o necesidad?—Pregunta cubriendo su rostro con una almohada. —Acá dentro tenemos uno, sin ducha.


Río, y cierro la puerta. Entro al baño, me quito el preservativo y lo tiro. Voy al lavabo y con agua fría, lavo mi rostro. Fresco de nuevo, salgo del cuarto de baño y me encuentro con Angie envuelta en las sábanas, respirando lentamente. Me acuesto a su lado, abrazándola de la cintura, acercándola a mí. Siento su mano tocando la mía y escucho su risa. Beso su mejilla, dejando un rastro fresco en ella. Se voltea para quedar frente a frente y me regala una de esas hermosas sonrisas que siempre agradezco. Acaricio su espalda, y la miro fijamente.


—Solo me quieres por mi físico.
—Idiota. —Ríe ella. —


No sabe cuán feliz estoy de tenerla conmigo ahora. Me ha hecho un doble adicto. A ella, y a su felicidad. Si ella no está bien, yo tampoco. Soy un jodido cursi, que no puedo dejar de comérmela a besos. A veces tenerla me resulta irreal. No merezco tanto, pero lo agradezco, y no me alcanzará la vida para terminar de hacerlo.


—Deseaba tanto estar así contigo. —Confieso, quitando el cabello de su cara. —Mi madre quiere conocerte. Y no aceptará un no por respuesta.
—Es arriesgado, supongo. —Responde más preocupada que emocionada. —Nicola aún no estamos tan bien como para salir juntos y que nos encuentren... no me lo puedo imaginar.
—Vamos, una vez no daña a nadie, y quiero presentarle a mi chica mi maravillosa madre. ¿Por favor?
—Ah. ¿Quién dijo que era tu chica? —Responde a la defensiva. —Tienes que invitarme a cenar primero.
—¿En casa de mi madre?
—No llegues tarde.
—Aceptaste.
—¿Tiene algo de malo acaso?


Comienza a reírse, y no tengo de otra mas que seguirle el juego. Esta chica está completamente loca, pero es un punto más a nuestro favor, porque... siendo honestos. Yo estoy igual o más loco que ella, pero la diferencia es que estoy totalmente loco por ella la amo y ella me ama y es lo que importa ahora.  

Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora