Capítulo 14
—Cuando era una niña, mi padre se acercaba a mí cuando no podía dormir y me tomaba de la mano así. —Recuerdo, mirando nuestras manos. —Yo hacía estos movimientos lentos, hasta que me quedaba profundamente dormida. Cuando mi madre se acercaba no era lo mismo ¿sabes?
—Entonces tendré que decirte que no funcionará conmigo. —Contesta Nicola. —Si solo tu padre podía hacerlo...
—Tal vez. Pero por lo menos te siento cerca. —Giro la cabeza y le sonrío. —Si alguna vez me sentí segura después de que mi padre murió, creo que fue hasta que estuve contigo. Cuando estuvimos en el tren y me diste tu chaqueta después de que aquella chica me tiró su refresco encima.
—Oye, estoy para servir a las personas. —Guiña alegremente. —Aunque solo fue porque quería llamar tu atención con mis músculos.
—No lo hiciste... en su momento.
—¿Estás admitiendo que te gustan mis músculos? —Deja de abrazarme y adopta su actitud alterna y egocéntrica que llegué a conocer primero. —Yo lo sé, nena. No será la primera vez que lo consigo. ¿Qué te gusta más? ¿Mis abdominales o mis brazos?
—Basta. —Pongo los ojos en blanco e ignoro el hecho de que su piel se ve preciosa con esta tenue luz. —No me hagas querer tocarte.
—¿Estás admitiendo que me quieres tocar?
—Yo no dije eso.
—Oh, si lo hiciste. —Me atrapa por la cintura y me levanta un poco de la cama, para dejarme acostada, y se posiciona sobre mí. —¿Aún quieres tocarme?
—Bájate de mí o harás que devuelva toda la cena. —Amenacé, aunque no sentía nada de malestar. —¡Nicola!
—Te adoro.
Dicho esto, me zampó un beso en los labios. Cálido, lento y ardiente. Me abrazó con fuerza y recorrió mi cadera y mi cintura con sus manos. Levantó mi blusa y se la llevó rápidamente, dejándome desnuda de la cintura hacia arriba. Bajó sus besos hacia mi clavícula y luego a mi pecho. Con sus manos masajeaba sensualmente la piel de mi torso, produciéndome mariposas en el estómago y murciélagos en mi mente.
Cuando baja sus manos hacia el pantalón de mi pijama, se me corta el aire. Tengo que respirar fuertemente y entreabro la boca. Sus labios en mi cuello son un arma casi mortal, peligrosa y deliciosa. No recuerdo que la última vez haya sido así. Baja por completo mis pantalones y mi ropa interior y sus manos se posan en mi trasero, apretando con fuerza y justo después dan masajes circulares. Emito gemidos irregulares y me atrevo a quitar el resto de ropa que lo separa de mí. Cierro los ojos y de pronto ya no lo siento. Pero no me apetece abrirlos, estoy demasiado relajada y tranquila, y feliz... cuando escucho el ruido de su cajón cerrándose, justo después escucho un ruido metálico. Muerdo mi labio inferior y ruego porque no duela tanto como la última vez.
Siento su tacto de nuevo, y abro los ojos. Me encuentro con su mirada oscura y provocativa, fija en mí y lo beso hasta aumentar el ritmo de nuevo. Cuando entra en mí, me arqueo hacia él y grito. Ya no duele tanto como la primera vez, pero estoy tan llena de placer, que no puedo soportarlo. Ya no se mide en hacerlo despacio. Entra y sale de mí con velocidad, haciéndome temblar. Gimo por última vez en su oído, antes de escuchar jadeos de su parte y me dejo ir en sus brazos. Justo después, él me acompaña, moviéndonos repetidas veces hasta que terminamos exhaustos sobre la cama.
—¿Entonces...? ¿Mis abdominales o mis brazos?
—Los dos, porque sin ellos, no se conformaría un abrazo.
Besa mi frente y tomo su mano nuevamente para masajearla con la mía. Intentando de nuevo mi técnica. Veo en su reloj de su mesa, que son las dos en punto de la mañana. Pestañeo varias veces y me quedo profundamente dormida. Ha funcionado.
Entre sueños siento su mirada. Sus caricias en mi cintura y en mis brazos. Mimándome y amándome como si aún estuviera despierta. Lo último que siento, son sus brazos rodeándome antes de que su respiración sea baja y relajada. Después de eso, pierdo el conocimiento de todo y me pierdo en mis sueños.
***
Al sentir los besos de Nicola en mi brazo, me despierto de golpe. Lo veo sonriente, con mi brazo aún en sus manos. Me incorporo con rapidez, y le doy un abrazo, seguido de un beso largo. Me ordena que me levante, pues falta poco para ir a mi nuevo trabajo. Obedezco y me envuelvo en las sábanas y me voy corriendo a la ducha.
Al salir, camino a mi armario y saco la ropa destinada a ser del primer día. La falda ceñida, y una blusa de botones color blanco. Me coloco los únicos tacones altos que tengo, y peino mi cabello en una coleta. Me maquillo, tomo mis cosas y salgo hacia la cocina, encontrándome a Nicola cocinando.
Me obliga a comer los panqueques y la fruta. Doy un trago corto a mi jugo y me pongo de pie, apurada, yendo hacia la puerta y despidiéndome. Nicola, aún en pijama (que consiste en pantalones flojos y una camiseta) toma sus llaves y baja conmigo hacia el estacionamiento, alegando que debe llevarme todos los días al trabajo.
Durante el camino, me pregunta sobre lo que debo de hacer, revisamos mi material varias veces antes de convencernos de que no falta nada. Llegados a éste punto, hasta él parece más nervioso que yo.
Cuando aparca en frente del edificio, me mira y me da una sonrisa de aliento.
—Lo harás bien, linda. —Me anima. —Paso por ti... ¿A qué hora sales?
—Supongo que a las tres. —Reviso mi horario, dado a que son diferentes actividades. —
—Estoy aquí a las dos con cuarenta. —Sonríe. —De aquí, vamos a algún lugar para comer ¿está bien?
—Me parece buena idea... —Contesto, sin pensar siquiera en lo que digo. —Estoy muy nerviosa... es nuevo esto y...
—Haz lo que te gusta y nada saldrá mal... —Nicola apoya su mano en la mía. —Si el trabajo fuera bueno, no nos pagarían por hacerlo... ¿por qué mejor no hacer lo que amas?
—Exacto. —Asiento. Examino mi atuendo con discreción. —Vaya... creo que me esperan.
—Te ves preciosa. —Dice atrayéndome hacia sus labios. —Lo harás bien. Los dejarás con ganas de más... como a mí, hace algunas horas en la habitación...
—Solo que en otro contexto. —Lo corrijo, intentando no hacer notar mis mejillas completamente sonrojadas. —
—Exacto, porque eres solo mía. —Se encoje de hombros como un niño pequeño y me guiña. —Sé que suena egoísta, pero te quiero solo para mí.
—Vale, si sigues así, olvidaré el hecho de que me obligaste a despertar esta mañana.
—Voy por el camino correcto.
—Supongo. —Tomo mis cosas y abro la puerta del auto. —Debo irme ya. Te extrañaré.
—Te voy a extrañar más. —Dice antes de besarme por última vez. Después, rápidamente me apeo del auto. —Te amo mi angie.
—Te amo más.
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Atrapado en el pasado
RomanceHa pasado tanto tiempo sin verte. Sin tener siquiera una noticia absurda que a nadie puede interesar. No he escuchado tu nombre de otra persona o de otra voz que no sea la mía desde hace meses. Simplemente no puedo seguir pensando que estás mal sin...