Capítulo 35

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Nicola se sobresalta. Se levanta del sofá y su rostro se pone rojo de furia. Me levanto y me quedo quieta. Sin decir absolutamente nada. Tomo la chaqueta y nuevamente los recuerdos se vienen a mi mente. Nicola y yo en la moto, nuestras constantes peleas, él amenazándome... no era nuevo. Yo estuve a punto de hacer lo mismo que él hizo conmigo en aquellos días.
Para él yo era un estorbo.
Una mocosa mimada.
¿En serio iba a caer rendido a mis pies? A mí no le pueden pasar esas cosas. Aún pasando lista de las veces en las que ambos nos habíamos dejado claro que nos amábamos. Las veces que estuvimos juntos en tiempos algo difíciles, obviamente no comparados con la tormenta repentina que está sucediendo justo ahora.
Mi madre me contaba historias con finales felices. Y yo quería un final feliz, porque sé que todos tenemos un final.

-Quería un jodido final feliz. -Me encontré diciendo en voz baja, mientras Nicola me miraba acusadoramente. -
-¿Estás consciente de lo que dices? -Me pregunta desesperadamente, y hasta parece burlarse. -Nena, esto no es una fantasía de la que posiblemente les hablan a las niñas tontas como tú.
-Reconsiderando... -No dejo que mi rabia se esconda y digo todo lo que me viene a la mente. -Quiero un final normal. Como las personas que quieren estar bien. Me importa un comino si soy feliz o estoy a medias. Pero definitivamente nadie, nadie quiere un final tan patético como éste. Huir. ¿Para qué mierda? Por tus asuntos infantiles en los que arrastras a todos tus seres cercanos.

La culpa llegó tarde. Lo había dicho y Nicola rápidamente bajó la guardia. Sé que él puede soportar todo... menos que metan a su familia en asuntos que a solo él le incumben. Y ahora que está más vulnerable, me encuentro diciéndolo. Tenía que hacerlo. Estoy cansada.

-¿Sabes qué? Maldigo el puto día en el que te conocí. -Otra vez hablaba-gritaba sin escucharme. -Yo no sé cómo puedo ser tan vulnerable y tan estúpida leyendo el letrero de "problemas" que viene en tu frente. Nicola, sé lo que soy y sé a lo que me he enfrentado antes, y creo que tú eres mi único contratiempo. Mi maldita piedra en el camino.
-Estaba equivocado. -Niega Nicola con los ojos vidriosos y acusadores que apuntan letalmente hacia mí. -Eres como cualquier putita que puedo encontrar en la calle, solamente que vestida de princesita de ballet con anorexia.

Me derrumbo. Me dio en mi punto débil y más abajo. Había metido a su familia en esto, pero nunca pensé que él jugara con mi enfermedad. No tomé posesión de mi cuerpo y me dirigí hacia él, abalanzándome con mis puños cerrados, golpeándolo en el pecho y gritando varias veces que lo odiaba. Él no se defendía. Parecía una roca inerte frente mío. Lo peor es que no le prestaba atención. Solo seguía aruñando, gritando, golpeando, jalando. Sin control de mí misma. Un enorme hueco en el pecho me pesaba y me dolía más que nada en el mundo. Nunca me había sentido así. Entre más fuerte grito, el nudo es más poderoso. Es un monstro. Nos está comiendo vivos. Puedo detener el mundo, pero no puedo sobrevivir a esto. Ya no más.

-¡Te odio! -Le grito con una voz que no podría clasificar como mía. -¡Eres un jodido, un subnormal, te odio!
-¡Basta! -Grita Nicola reaccionando y tratando de quitarse mis manos de su cuerpo. -Angie espera, no estamos pensando nada...
-¡Ya no más, ya no me arrastres a tu vida de mierda, ya no quiero, ya no quiero...!

Caigo al suelo presa de una fuerza que me hizo caer. Mi mejilla me arde y me punza. Mi cabello cubre todo mi rostro y solo puedo ver a Nicola mirándose la mano izquierda, con la que me ha golpeado. Su respiración es agitada y está aún rojo de rabia. Pero sus ojos dicen otra cosa. Culpa. Retrocedo aún en el piso hacia la pared y me recargo en ella, intentando alejarme de él lo más que pueda, abrazando mis piernas temblando de temor.
Nicola me ha golpeado.
Nicola me ha llamado puta.
Todo en un solo día.

La puerta se mueve y escucho las voces insistentes de Natalie y Yaco del otro lado. Seguido de otras voces desconocidas que intentan abrir la puerta. No me muevo ni un centímetro. Él sí, pero no va a abrir la puerta. Va hacia mí y yo me encojo con miedo a que intente golpearme de nuevo.

Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora