La carga hasta su habitación. La recuesta en su cama y saca del clóset una sábana color verde menta y la coloca sobre ella. Cubriéndola. Se acerca, acaricia su rostro y besa su frente. Ahora si siente que su piel está ardiendo. Se aleja rápidamente y corre a apagar el motor del acondicionado. Corre hacia su habitación y toma la carpeta que Lidia le dio. En una esquina, sujeta a un clip hay una tarjeta con su nombre y número. Marca rápidamente y espera. Hasta que contesta y le dice casi gritando que Angie tiene mucha fiebre y que la necesitan ahora. Ella rápidamente pide la dirección y en menos de dos minutos cuelgan.
Regresa a la habitación y encuentra a Angie recostada en posición fetal en su cama. Temblando mucho. Corre hacia el baño y abre el pequeño botiquín que tiene casi vacío. Po suerte hay alcohol. Toma la botella y moja una toalla pequeña con el líquido. Lo coloca en la frente de Angie y se recuesta a su lado.
—Siento que no sea un profesional... pero mi madre hacía esto conmigo cuando me enfermaba. Espero que sirva.
—Gracias. —Responde débilmente. —Tengo mucho frío. Necesito un baño. Y una cobija más gruesa.
—Eso solo hace más daño. —Recuerda Nicola. —Lidia viene en un momento. ¿Crees soportar quince minutos?
—Tal vez esté dormida cuando llegue. —Angie toma su mano y no la suelta. —Quédate conmigo.
—No iré a ningún lado, linda. Nunca.Se quedan en silencio esperando. A los diez minutos, Angie se queda dormida. Nicola no quisiera estar alejado, pero si la abraza, la temperatura no bajaría. O eso más o menos le han explicado. No es un profesional, claramente. Pero no quiere hacer nada dudando. No quiere hacerle daño. Solo quiere protegerla. Ella merece todo lo bueno del mundo y él no la privará de eso mientras estén juntos.
Lidia llega justo a los quince minutos de la llamada. Llega con su equipo de enfermera y rápidamente coloca algunas toallas con alguna extraña medicina en el estómago, frente y pecho de Angie, por mientras de que ella despierta. Durante su sueño la ve inquieta y con el ceño arrugado. Daría todo por quitarle ese sufrimiento. Ve sus manos temblorosas. Su piel aún más blanca. Sale de la habitación al pasillo y cubre sus ojos con sus manos. Limpiando sus lágrimas. No entiende porqué tiene miedo, si ella estará bien. Es una fiebre pasajera. Lidia lo ha dicho. No tiene porqué preocuparse. Su nena seguirá allí cuando termine de sentirse mal.
Cuando Angie despierta, Lidia le da una cápsula y le dice que espere a que haga reacción. Sale de la habitación y Nicola entra. Se recuesta con ella de nuevo y le sonríe mientras juega con su cabello. Ella está mucho mejor que antes, aunque no del todo. Por lo menos no tiembla ni habla rápido. Sintió tanto miedo, que ahora parece ridículo. Teme perderla.
—Primera semana de trabajo y me enfermo. Soy patética. —Me repito una y otra vez mientras me miro frente al espejo contemplando mis labios secos y mi cara pálida. —Tengo que resistir la presión. No hay otra forma.
Y así me quedo un momento, observándome en el espejo, intentando molestarme conmigo misma para poder echarle más ganas y recuperarme. Pero no. no puedo echarme la culpa por algo natural que pasa con el cambio de rutina. Así no se puede. Así que lo que hago es meterme en mi bata y entrar a la ducha para un largo y relajante baño, que según yo, duraría una hora, pero ni relajarme pude. Así que salí rapidísimo y noté mucho mejor mi rostro, ya no tan cansado. Solo mi cabeza dolía un poco y la fiebre bajó desde en la madrugada. Por suerte es sábado y no tengo que ir al trabajo. Me encantaría dedicarme a algo que me haga olvidar ese dolor, pero Lidia me dijo que no tardaría mucho en quitarse. Miro el reloj y son las nueve y diez de la mañana. Camino lentamente por la habitación, para no hacerle ruido a Nicola, quien está acostado en mi cama sumido en un profundo sueño.
Pobre chico, pienso compadeciéndome y odiándome de nuevo. Si no fuera por mí, el estaría bien, pero tuve que acceder a que se hiciera cargo de mí y por supuesto se durmió hasta que yo ya no tuve conciencia para hacerlo quedarse despierto aún más. Supongo que no lleva ni una hora de dormir, pues se ve muy cansado.
Tomo mi bolso y comienzo a hacer apuntes sobre los posibles lugares en los cuales puedo investigar sobre algo llamativo para el trabajo. No se me ocurre nada. Me piden que haga algo así, algo que atraiga a las personas como si fueran completamente una revista con énfasis en turismo. Estoy frustrada y así no puedo siquiera pensar bien las cosas. Haré que me duela más la cabeza.
Voy hacia el refrigerador y veo la nota pegada con la letra de Lidia justamente en el centro: "Ignora la chatarra. Solo vegetales por ahora". No hay humor en mí en este momento, pero aún así tomo solo jugo de manzana frío. No es natural, pero se me apetecía. Y no creo que me haga mucho daño. Voy hacia la habitación de nuevo y tomo de mi buró mis tabletas de hierro e ingiero solo una. Espero que funcione.
Nicola entre sueños se da la media vuelta y estira los brazos, intentando encontrar algo. Cuando no lo encuentra, abre los ojos lentamente y se vuelve hacia todos lados, luego me mira. Abre los ojos por completo y se levanta rápidamente mirándome preocupado.
—¿Te sientes mal? —Pregunta con un tono bajo que solo puede lograr estando recién despierto. —Te noto mejor. ¿Estás mejor?
—No, no... estoy bien Nicola. Duerme de nuevo. —Hago que se siente de nuevo en el colchón y tomo sus manos. —Estoy de maravilla, gracias a ti y a Lidia. En verdad no sé que haría sin ustedes.
—No es nada, me sacaste un susto de muerte. —Las últimas palabras las dice bostezando y apenas logro comprender. —Estoy bien después de esa siesta.
—Sigue dormido, yo iré a visitar a mi madre, y después iré a buscar algún lugar interesante para mi reportaje. —Tomo su rostro en mis manos y le doy un beso ligero. —Duerme ¿vale? Mereces descansar.
—Descansaré cuando muera. —Se pone de pié y corre hacia su habitación con más energía que antes. —¡Tomo una ducha y te acompaño con tu madre! —Grita desde su habitación y de pronto silencio de nuevo. —
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Atrapado en el pasado
RomanceHa pasado tanto tiempo sin verte. Sin tener siquiera una noticia absurda que a nadie puede interesar. No he escuchado tu nombre de otra persona o de otra voz que no sea la mía desde hace meses. Simplemente no puedo seguir pensando que estás mal sin...