Capítulo 41

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-He intentado llamarte a lo largo de todo este tiempo, pero he tenido montones de trabajo. Tuve que teñirme el cabello de un rubio más oscuro, no sé si lo notas... -Briggit se revisó las puntas de su cabello, y luego volvió a mirarme. -Escucha, discúlpame por esta plática de chica tonta. Es solo que...
-No, no. Te escucho. -Asentí después de darle un sorbo a mi soda. -Debes estar muy emocionada con tu trabajo, es bueno que me lo cuentes. Espero que no mientas para faltar, como en la Universidad.
-Vaya, qué imagen. -Ríe ella. -Solo fue aquella vez. Créeme que hubiera pagado para no volver a pisar ese lugar. Desde que terminé con eso, ha ido todo muy bien. Y tengo la confianza en lo que sigue. Pero ya, basta de mí. Me has estado preguntando un montón de cosas, y tú no has dicho cómo te va.
-Bueno, la verdad es que prefería no recordarlo. -Admito, sin querer mirarla. -Todo se ha venido abajo muy rápido y odio eso.
-Oh, no quise incomodarte, perdona.
-Está bien. Solo te pido que hablemos de otra cosa.
-Lamento eso. Natalie me llamó para preguntarme si estaba todo bien. -Yaco se sienta a mi lado, y nota a Briggit, sonriendo amigablemente. -Oh, perdona. Hola.
-Hola. -De pensar en lo que Natalie pudo haberle dicho a Yaco sobre Angie, olvido presentarlos. -Soy Briggit.
-Yaco. -Amos se dan un saludo y sonríen. -Bueno, Natalie me dijo que han llegado a salvo, y que Angie ha ido a renunciar a su empleo.

Por lo menos se va a alejar de aquel Christopher. Suspiro y miro directamente a Yaco, quien rápidamente entiende mi pregunta sin siquiera hablar. Asiente y sin esperar ni un segundo más, me levanto, saco mi teléfono y marco ese número tan conocido. Espero que esté bien. No sé cómo jodidos terminamos, pero creo que estoy en posición de poder llamarla y preguntarle cómo está.
Después de tres zumbidos en mi teléfono, escucho su voz por primera vez. No me ignoró y eso se me hace un beneficio.

-Hola. -Dice ella en voz baja. -¿Cómo llegaste?
-Estoy bien. Ahora tomo algo con Yaco. Acabo de llegar. -Por su simple interés me siento mejor. -Dime tú cómo estás.
-Bueno. ¿Listo para caerte de espaldas?
-Estoy bien equilibrado. -Sonrío. -
-Acabo de hacer nuevamente las pruebas. -Hace una pausa y vuelve a hablar. -Fue terrible. He perdido la práctica casi por completo. Lo único que me salvó, fue que recordé todo lo de mi primera audición. Y bueno... no tienes que preocuparte por mi seguridad. Estoy dentro. Ahora mismo estoy instalándome, y no tengo compañera esta vez. ¿Sabías que entre menos seleccionadas, más estrictos estarán? ¡Espero no fallar!
-¿En serio te gustaría volver al ballet?
-Claro. -Está muy entusiasmada. -Bueno, no me lo voy a tomar tan en serio, si es que es eso lo que te preocupa. Sigo con mi régimen y nuevamente tendré que visitar la enfermería de la Academia... -Vuelve a hacer una pausa. Sé precisamente lo que está pensando. -Sin ti, claro.
-Oye... sabes que puedo visitarte si quiero. -Me encojo de hombros, aunque sé que no puede verme. -
-No, no resuelve tus problemas. -Es increíble esta chica. -Yo acá tengo mucho que hacer. Los dos estaremos ocupados. Pero ten mucho cuidado.
-¿Te sigues preocupando por mi? -Pregunto. Muero de ganas de verla ahora. Apuesto a que está sonrojada sin quererlo. -
-No es tan fácil dejar de hacerlo. Además no quiero. Me preocupo por ti tengamos o no algo. Se que lo nuestro es extraño por ahora, pero ¿considerarías algún tipo de amistad conmigo?

Inhalo y exhalo. ¿Amistad? No me puedo imaginar cómo es que puedo ser solo amigable con ella. No puedo. Es una costumbre para mí el tenerla en mis brazos, robarle besos y hacerla mía cuando siento que es correcto. O sea, la mayor parte del tiempo. No puedo solo olvidar todo lo que he vivido con ella. Amistad no funciona para mí, pero tendré que intentarlo, solo por el beneficio de tenerla cerca.

-Lo considero, sí. -Le respondo. -Pero en serio. Como tú dices, no es fácil acostumbrarse. Así que... nena. Me atrevo a decirte que te extraño. Mierda, te extraño demasiado.
-Estaremos bien. Yo también te extraño, pero... -Duda un poco. -¿Sabes? Puedes llamarme cuando tú quieras. Ya sabes los horarios ¿no? En la madrugada y después de las cinco me puedes encontrar.
-Y el resto del tiempo te mandaré mensajes. -Me río. -De voz, de texto y videos.
-No exageres.
-Sabes que no lo hago.
-Tú siempre tiendes a exagerar todo. Le tomas sentido gracias a las cosas, y es exasperante, pero refrescante.
-Es un cumplido. -Puntualizo. -Muy bien utilizado.
-Cállate. -Me dice en su intento vano por no reír. -Tengo que irme ya. Hay mucho por hacer, no sé si pueda hablar por tanto tiempo como hoy, una vez que entre.
-Nos las arreglaremos. -Interrumpo. Sintiéndome un completo co-dependiente. -No te retraso más. Hazlo con todas las ganas del mundo.
-Gracias. -Hay un silencio de algunos segundos que parecen eternos, y luego la escucho suspirar muy sonoramente. -Te deseo lo mejor.
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Lamento no haber subido tanto estos días.

Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora