Capítulo 33

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Sus ojos vidriosos la miran fijamente sin siquiera una pizca de remordimiento por aquella pregunta tan atemorizante en estos justos segundos. La verdad no sabe cómo contestar a eso. Por una parte se siente terriblemente culpable por haber siquiera pensado en alguna posibilidad, pero por otra... Dios, estaba dolida. Gino lo sabía. Jodidamente lo sabía. Lo usó en su contra, para ponerla contra Nicola en ese mismo momento. Ahora siente que estuvo a punto de cometer un error gigante, y no puede borrar aquel estúpido movimiento en falso. Nicola lo sabe. Ella lo sabe. Fue una magnífica estupidez. Seguro que sí.
Ella continúa frotando el algodón en la herida, y Nicola hace muecas de dolor. Ella intenta no mirarlo a él, pero le es imposible. Tiene que curarlo y si no mira ¿entonces cómo lo hará? Duda unos momentos antes de levantarse, toma otro algodón y lo moja con el agua del grifo. Se inclina hacia Nicola de nuevo y comienza a lavar la herida. De pronto Nicola se levanta, y tiene ella que hacer lo mismo, para seguir limpiando la sangre.

-¿Qué es lo que haces? Siéntate por favor. -Es todo menos una orden autoritaria. -No quieres que se infecte.
-Da lo mismo. No te interesas por mí. -Contesta Nicola dolido. Se recarga en el marco de la puerta y comienza a tocarse la herida de su codo. -Mierda. Siento como si todo hubiera sido una puta mentira.
-Te vas a infectar eso. -Nicola se aleja de mí cuando doy un paso hacia él. -Nico... déjame curarte. ¿Qué pasa contigo?
-¿Te importa? -Responde a la defensiva. -Llama a Natalie. Que ella me ayude.
-No seas infantil Nicola. Si estoy aquí es porque quiero ayudarte. -Espeta Angie molesta mientras toma una bandita pequeña, intentando ponerla en el codo de Nicola. -No seas tan infantil, solo quiero curarte.
-Llama a Nat.

Es lo único que dice antes de hacerse hacia un lado, guiándola hacia la salida de la habitación. Ella, sin decir más, comienza a caminar hacia el pasillo para llamar a Natalie. No contesta cuando su amiga le pregunta qué necesita. Solo se dirige a la cocina y ahí lava sus heridas en el fregador colocándose una toalla de papel en el rostro para limpiar la sangre y la mugre que no sabe en qué momento se formó.
Va a su habitación y se sienta en el borde de su cama. Suspira entrecortadamente y tuerce su labio en un intento por no llorar. Su memoria no deja de repasar todo lo ocurrido y la traición que estuvo a punto de cometer. Pero... diablos... se siente tan bien estar con un arma en las manos... se siente el poder.
Sacude la cabeza. Nicola no dejó que se le acercara. Su corazón se hace añicos y se regaña internamente por lo que ha hecho. Por lo que ha causado a causa de dejarse tentar por la idea de venganza infringida por Gino. Ese chico serio que se suponía era amigo de Nicola. Ella se sentía traicionada, por algo que Nicola hizo en el pasado. Se imagina lo que él siente al ser traicionado de manera monumental por todas las personas en las que confiaba. Es doloroso. Y justo ella estar a punto de matarlo... también sería demasiado. Intenta ponerse en su lugar, pero siente un hueco horrible en el estómago al saber que no puede sentir la misma decepción.
Se abre la puerta de su habitación, y Natalie entra con un pedazo de papel higiénico en las manos, secando el agua. Le dedica media sonrisa. En el momento quiere saber qué fue lo que platicó con Nicola mientras limpiaba y curaba sus heridas. Pero no preguntará. Es obvio que pudo haber sido demasiado confidencial y sobre todo, Nicola estando enojado y dolido, pudo haber dicho cosas hirientes.

-Yaco dice que es prudente llevar a Nicola con Fiorella, su madre, antes de que nos encuentren aquí. -Se sienta a su lado y Angie recarga su cabeza en el hombro de su amiga. -Todo era tan fácil antes ¿sabes? Ir y venir del ballet para ver a los chicos con obsequios lindos, felicitándonos por nuestra presentación.

Ella no dice nada. Solo asiente, de acuerdo con lo que Natalie recuerda. Toma su mano con fuerza y suspira mucho antes de notar que ya no tiene muchas ganas de llorar.

-Es porque no sabíamos en qué estaban metidos. -Explica Natalie haciendo que Angie se recueste y coloque su cabeza sobre sus piernas. -Pero todo esto no cambia nada lo que Nicola te dijo. Debes de saberlo.
-Me odia. Es lo que casi dijo.
-Antes de eso. -Corrige la chica, acariciando el cabello de su amiga. -Él te ama. Muchísimo. Entiende que está afectado tanto como tú. Son simples reacciones Angie. Recuerda que la tuya fue un poquito más grave. Hay que compensarlo, porque él de seguro lo hará.
-Posiblemente me equivoqué. -Murmura incorporándose de su posición. -Más vale alistarme antes de que sea tarde. ¿Nicola está listo?
-Entró a darse una ducha. -Natalie se levanta y va hacia la puerta del clóset. -Te ayudaré a guardar algunas cosas, mientras te alistas.

Angie se levanta y entra al baño. Se desnuda y abre la llave de la ducha, entrando rápidamente para sentir el agua helada por su cuerpo. Se enjabona el cabello dos veces. Siente la suciedad muy a fondo. Talla su piel con el jabón y termina rápido de enjuagarse. Se envuelve en una toalla y sale del baño. La habitación está sola, y en medio de su cama hay una maleta ya hecha. ¿Tardó tanto? Mira el reloj de su buró y confirma lo temido. Media hora. Y pareció un microsegundo.
Se viste rápidamente y cepilla su cabello mojado, dejándolo suelto para que se seque. Toma la maleta y sale de la habitación hacia la sala. Todos la esperan. Nicola está como nuevo sentado en un sofá cercano, tecleando su teléfono. Cuando levanta la mirada hacia ella, se nota que tiene una herida en la cien y una pequeña bandita blanca le cubre lo más afectado.
Su corazón se hace pedacitos. Odia ser merecedora de esa mirada de resentimiento, decepción... tristeza de parte de él. Es una jodida imbécil. El tan solo pensar lo que pudo haber hecho... no. Sacude la cabeza al imaginarse apretar el gatillo. Cuando vuelve a estar en el mundo presente, Nicola desvía la mirada, al no encontrar sonrisa alguna.

-Nicola... -Murmura. -
-Vámonos. -La ignora Nicola poniéndose de pié, tomando su maleta. -Quiero dejar este jodido lugar de una buena vez.

Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora