Capitulo 44

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Lamento no haber subido 😔
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-¿Puedo ayudarte en algo? -Me pregunta amablemente. -¿Tienes permiso de visita?
-De eso quería hablar. -Dudo un poco, y me dejo llevar por mis antiguas costumbres. -Tengo una carta para la directora de estas instalaciones... Foster, si no me equivoco.
-Bueno, no recibí ninguna notificación al respecto. -La chica teclea en su computadora de escritorio, mientras observa la pantalla atentamente. -Tendré que avisarle.
-Muy bien, todo a su tiempo. -Asiento, con la esperanza de que se retire del lugar, para poder entrar. -¿Necesita que llame a alguien de seguridad?
-Para nada. -Se encoje de hombros y toma el teléfono del recibidor, marcando tres teclas seguidas. Mierda. -Señorita Foster, tengo aquí a un joven que tiene una carta para usted... no, no sé el remitente. ¿Está segura que no quiere que yo le pregunte? Muy bien. -Cuelga y me mira con la misma amabilidad de antes. -Pasa a su oficina. Toma el ascensor, tercer piso.
-Gracias.

Camino hacia el ascensor y observo las indicaciones que están pegadas a lado del teclado para indicar el piso. Cuarto piso, están las internas. Oprimo rápidamente el botón y las puertas se cierran frente a mí. Cuando se vuelven a abrir, salgo rápidamente, y comienzo a buscar con la mirada algún indicio, alguna señal que me indique dónde está ella. Pero todo el pasillo y las puertas son de un mismo color gris apagado. Una puerta se abre, y sale una chica rubia, leyendo un libro, sin siquiera despegar la vista de éste.

-Hola, perdona ¿Conoces a Angie Arizaga?
-Arizaga sigue en su cuatro. -Me dice con una voz inexpresiva. -Es el quince.

Se aleja sin siquiera despegar su vista del libro ni un segundo. Camino y busco entre los números que están a lado de las puertas, hasta encontrar el indicado. Suspiro y golpeo la madera de la puerta levemente, para no causar mucho escándalo. Una chica con cabellera rizada y tez morena abre la puerta y se sorprende al verme.

-¿Puedo ayudarte? -Dice sin despegar los ojos de mí. -¿Eres... de seguridad?
-No, no. Busco a tu compañera. ¿Está aquí Angie...?
-Ah si, si. Pero no entiendo cómo te dejaron entrar hasta acá. Está prohibido. -Me mira temerosa. Casi dudando de mí. -
-Te agradecería si me haces el favor enorme de no decirle a nadie. es muy importante. -Le suplico. Ella mira hacia dentro de la habitación y se vuelve hacia mí. -Yo iba a tomar una ducha. Ella sigue dormida. Prometo que no te acusaré esta vez.
-No te vas a arrepentir. Muchas gracias.

Ella asiente modestamente y sale hacia el pasillo. Entro a la habitación y miro alrededor. Justo en la cama a lado de la ventana está ella durmiendo. Siempre en la misma posición, abrazando a la almohada, tumbada boca abajo y cubierta por las sábanas hasta la nuca. Me siento a su lado con cuidado y ella ni siquiera se inmuta. Debe estar tremendamente cansada. Me meto en la cama con ella y la abrazo por la cintura. Ella se mueve mucho, y hace un gesto gracioso al intentar zafarse de mi agarre. Aún dormida. Aprieta los ojos cerrados y se talla el rostro con las manos, dándose vuelta hasta quedar mirando hacia el techo. Pestañea y se da cuenta de que obviamente no está sola. Se vuelve hacia mí y se mueve rápidamente, asustada.

-¿Qué...? Pero tú... no deberías... -Sonrío y ella se cubre el rostro con las manos. -¿Qué haces aquí tú eh?
-Quería verte. -Digo acercándola a mí nuevamente. -Tengo el asunto resuelto con mi madre, y Yaco me dijo que él intentaría encontrar a Gino. Lo dejó ir después del enfrentamiento.
-Siento que no deberías estar aquí. -Duda. -Aún corres peligro. Bueno, de hecho todos.
-No vine a hablar de eso Angie. -Aclaro regalándole una de mis mejores sonrisas, queriendo ver su reacción. Es justamente la misma. Ella, nerviosa, mira hacia otro lado y muerde su labio inferior. -Vine porque quería comprobar que estabas bien. Sabes a lo que me refiero.
-Lo estoy, yo... -Quiso ponerse de pie, pero al pisar el suelo con sus pies descalzos, hace un gesto de dolor y se sienta en la cama de nuevo. -Dios...

Me incorporo y observo sus pies. Está herida. Ella se encuentra cabizbaja intentando contener el llanto. Se que no gano nada con decirle algún sermón, o herirla más de lo que ya está. Eso haría el maldito en el que me convertí, el quien le trajo desdicha a todos mis seres queridos, y no pienso volver a revivir ese momento de ira, en el cual lo único que consigo es que me odien más.
La tomo de la cintura, y hago que se recueste de nuevo en la cama lentamente, con mucho cuidado. La vuelvo a tapar con las sábanas y me levanto, en busca de algo que pueda usar para esas heridas. Miro a mi alrededor, pero solo hay ropa de chica regada por todas partes, y solo eso. Me vuelvo hacia ella y me cruzo de brazos.

-¿Puedes decirme dónde hay algún kit de emergencia o algo?
-No los hay, a no ser que bajes a la enfermería. -Me contesta, a la vez que jala las sábanas hacia su barbilla. -No creo que vayas a ir tú... estás sin permiso en la habitación de las señoritas.
-Ni herida de esa forma puedes dejar de burlarte. -Niego mientras me siento en la esquina del acolchado, dejándome caer hacia atrás. -Mi madre quiere conocerte. Le conté sobre ti y me regañó por no llevarte a casa conmigo.
-¿Cómo reaccionó a tu confesión? -Me pregunta con el semblante serio. -Me planteo algo muy desastroso. Pero tú tienes esa capacidad de esconder lo que sientes. ¿O me equivoco?
-De verdad que no se cómo te las arreglas para encontrar baches en el camino. -Me recorro hasta estar a su misma distancia, ambos recostados mirando hacia el techo. -No le dije nada a mi madre porque... ¿te imaginas cómo se pondría? No quiero que sepa que está en peligro y se enferme por mi culpa.
-¿Y si se entera de todas formas? Nicola, debes de hacer lo correcto.
-Siento que hago lo correcto para ella. Hay veces que lo correcto conlleva a no ser tan satisfactorio. Por el momento todo va bien.
-Nunca voy a poder contigo. Lo tengo claro. -Suspira. -¿Qué viniste a hacer aquí? Tienes mucho que hacer como para que vengas a recostarte sin decir nada.
-Ya te dije que vine a verificar que tú estuvieras bien. -Me doy la media vuelta, para tenerla frente mío. -Además de que, sé que terminamos algo mal realmente se me olvidó en qué terminamos, y vine a que me lo dijeras.
-Es un asunto muy fuera de lo que pasa. No tiene importancia.

Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora