Iba a responder, pero la chica morena que vive con Angie entró por la puerta, y solo nos miró de reojo, y siguió hacia su buró, tomó un cepillo y comenzó a pasarlo por su cabello mojado sin decir nada. Me vuelvo hacia ella, siente mi mirada y me sonríe amablemente. Le devuelvo la sonrisa y se me ocurre una buena idea.
-Chica, ¿quisieras ayudarme? -Pregunto, con el tono de voz más amable y amistoso que puedo lograr. -¿Podrías por favor ir a la enfermería a conseguir algo para estos pies tan terribles? -Levanto la sábana, mostrando los pies de Angie, y ella rápidamente los intenta esconder de nuevo. -Hey, hey no es algo nuevo para otra bailarina de ballet.
-De hecho no. -Ríe por primera vez la chica. -No los entiendo a ustedes, pero los voy a ayudar de todas formas.Se levanta, y sale de la habitación. Yo me acerco a Angie y tomo sus manos acariciándola lentamente. Encamino mis labios hacia su cuello y la beso con las ganas que no pude descargar tiempo atrás. Ella se queja, pero no retrocede. Me toca el hombro, y me hace retroceder después de varios besos. La miro a los ojos, y tiene una expresión burlona. Sabe perfectamente que no soporto el hecho de que me rechace.
-Quedamos de amigos. -Me recuerda en un intento por no reírse. -De eso no debemos pasar.
-Los amigos pueden hacer esto. -Murmuro roncamente en su mejilla, besándola repetidas veces hasta subir a su oído. Ella me avienta con sus manos sobre mi pecho, queriendo que retroceda. Sus risas me hacen sonreír. La tomo por la cintura y pongo mis labios en la comisura de sus labios. -Solo esta vez. -Le ruego.Ella niega con la cabeza, pero sigue con esa sonrisa radiante que me dice toda la verdad. Ella me quiere. Se que lo hace. Sé que a pesar de ser un completo desastre, ella tiene la bondad de quererme. Y por eso debo sentirme el bastardo con más suerte en el mundo.
Volteo su rostro tirando sin mucha fuerza de su barbilla, hasta que nuestros labios están juntos. No puedo evitar sonreír al sentir su beso. Ella se rinde y me abraza con fuerza, casi haciéndome colapsar sobre el acolchado. Recorro sus brazos con mis manos y siento su piel erizarse. Se separa de mi beso y me sonríe de una manera dulce. Se sonroja y me abraza de nuevo con fuerza. Refugia su rostro en mi cuello y siento su respiración relajarse. Acaricio su cabello, y beso su cien. No sé cuánto tiempo duramos en silencio, en esa misma posición, pero siento que este momento, pase lo que pase a continuación, puede traerme valor. No merezco siquiera su amistad. Pero es bondadosa. Ella es un ángel.
Y no la voy a dejar irse.-Debemos ir lento. Muy lento. -Apenas logro distinguir sus palabras, que pronuncia entre dientes. No quiere decirlo, pero su voluntad es férrea. -Para.
-No puedo princesa. -Me encuentro confesando en su oído, luego de que muerdo su lóbulo. La siento estremecerse y pone su mano de nuevo en mi brazo. Tirando hacia atrás. Intentando alejarme. -Solo esta vez. -Repito. -Te lo estoy rogando. ¿Podrías tener compasión de este tonto?
-Qué cursi. -Se burla sin imponer más fuerza. -¿Y dónde está el chico que me quería matar con una navaja todo salvaje?
-Aquí mismo. Solo que no quiero hacerte daño. Nunca. ¿Me entiendes? Eres lo único bueno que tengo en la vida y no te quiero perder. Sé que no quieres lastimarme pero, vamos... soy un hijo de puta y estás harta de mí. No, no te rías. Sé que es cierto. Pero aquí me tienes luchando por ti como nunca había luchado por algo. Lo siento. Siento todo el daño que te he hecho. Yo soy el causante de que estés mal y por consecuencia, yo también lo estoy. Así que... linda, ¿podría tener una oportunidad contigo? ¿Solo esta vez?Su compañera de habitación entra y sin mirarnos, coloca un par de cosas que no logro ver en el buró. Acto seguido, toma un bolso azul y sale. Angie está mirando hacia el techo, y solo pestañea. Yo no digo nada mas y tomo el extraño tubo de loción que la chica ha dejado. Vierto un poco en mis manos y comienzo a masajear los pies de Angie. Un fuerte olor a alcohol llega a mí y ella suelta un quejido, dado a que sus heridas siguen frescas y el alcohol le lastima. Intento ir más lento, y ella ya no se queja tanto.
En silencio, sin mirarla, sigo pensando qué puedo hacer en este momento para olvidar toda la tensión. Obviamente ella no quiere volver a eso, tiene miedo de todo lo que le he hecho. Pero no es mi culpa... bueno, en cierta forma lo es. Mi forma de reaccionar, de ser. Ella me aceptó con todo lo que sabía que tenía. Pero no puedo pedirle tanto a una persona tan buena.
Al terminar de curarla, miro hacia ella y veo su cara empapada por lágrimas. Mira hacia abajo, jugando con sus dedos y respira con dificultad. Me acerco y tomo su mejilla, acariciando su piel húmeda.-Ya ha pasado. -Digo, relacionando las heridas y la loción. -Con esto te vas a curar.
-Lo sé. -Suspira entrecortadamente. -Es solo que las heridas es lo que menos duele ¿sabes? Lo que me duele es saber que no podemos llevar todo en paz.
-Es mi culpa.
-Yo me siento culpable también. No te he apoyado casi en nada y tu me has demostrado que darías todo por mi. A mi no me importa ya lo que has hecho, porque aunque me hubieras mentido, hiciste cosas por mi, que nunca nadie habría hecho en su sano juicio. Y te lo voy a agradecer de por vida. Está bien para mí si esta vez olvidamos todo.
-Te amo.
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Atrapado en el pasado
RomansaHa pasado tanto tiempo sin verte. Sin tener siquiera una noticia absurda que a nadie puede interesar. No he escuchado tu nombre de otra persona o de otra voz que no sea la mía desde hace meses. Simplemente no puedo seguir pensando que estás mal sin...