Capítulo 25

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Ambos se sientan en una mesa cercana. Observa a Sebastian. Intenta averiguar que es lo que pasa ahora. Solo que parece que su semblante es más o menos preocupado. ¿Habrá algo lo suficientemente malo como para ver al viejo Sebastian de esa manera?
Intenta romper el hielo golpeando el salero con sus dedos. Lo mira fijamente, y luego a su amigo. Tiene que ir al grano esta vez.

-¿Cómo está la ley ahora? -Pregunto después de un enorme trago a mi cerveza. -Jackson ha dicho algo... ¿o no?
-Ha hablado solo mierdas de ti en la prisión, solo porque cuando llegues, él quiere que todos te odien. -Sebastian toma un sobre de azúcar de la mesa y lo abre con sus dedos largos y morenos. -Dice que has violado chicas. Que has raptado niños y que se los has dado a contactos ilegales para venderlos.
-Ni siquiera él mismo se cree lo que dice. -Niega Nick Perez con un aire divertido en su engañoso semblante. -Ese hijo de puta lo único que consigue es más odio de todos lados. Él no fue inteligente. Yo lo soy. Él no planeó bien sus jugadas. Yo voy un paso adelante. Y aunque lo sueñe... nunca me atraparán.
-Mataste a Brunella. -Le recuerda Sebastian. -Nick, ahora tienes qué pensar bien cómo harás para zafarte. No te tienen en los registros, pero eso no impide que te llamen a una auditoría, entrevista, o detector de mentiras.
-¿No recuerdas cuántas veces me he zafado de esto?
-Gino habló. -Suelta Sebastian impacientemente. -Le dijo a la policía que tú fuiste el último que tuvo una relación sentimental con Brunella, y que tenías motivos para asesinarla. Por tu antigua rivalidad con Jon.

El rostro de Nicola/Nick se tensa. Su frente se arruga y su mirada se vuelve más dura. Más rudo. Peligroso. Mortal. Sabe exactamente que Gino era confiable, según él. Pero ahora se da cuenta de que no es nada más que un estúpido. Un hijo de perra. Termina su trago y pide algo más fuerte. Se lo empina de un trago y mira a Sebastian con ojos rojos con una extraña mezcla de rabia y algo más fuerte.

-Ese traidor me las va a pagar Sebas. -Espeta con voz ronca. Enciende un cigarrillo y saca el humo. -Lo voy a matar. Lo tengo que matar.
-Hazlo imbécil. A ver cuántos días extra te refunden en la cárcel por eso. -Lo regaña Sebastian, pero al mismo tiempo intenta calmarlo. -Sabes que debes mantenerte al margen. Hasta pareces nuevo, caray.
-No puedo quedarme con los putos brazos cruzados viendo cómo me traiciona un miembro de mi equipo que conocía desde hace tiempo... confiaba en él, por la puta.
-No es solo él.
-¿Qué quieres decir?
-Es todo tu equipo.

***

Apenas logré articular palabra alguna. Pedí otro trago después de que se fue Sebastian y sentí mi cabeza explotar. No sabía si era estrés o tal vez otras mierdas que rondaban por mi mente. Por lo principal, ahora sé que toda mi puta camada está traicionándome. El buen Yaco se ha mantenido fuera del complot, sino me sentiría más mierda.
Todos planean entregarme en la próxima carrera. Donde yo estoy invitado. Armarán un alboroto y me culparán a mí de todo. Más maricas no pueden ser. Ni siquiera me acusan sobre el hecho en sí. Sino que causan otra revuelta de "coincidencia". ¿Qué hago? Por una parte puedo entregarme y pagar por todo. El asunto es que no quiero. Nadie quiere pasar el resto de su vida pudriéndose en una celda.
Tampoco puedo huir. Sería egoísta ahora que Angie se encuentra estable. Es curioso... ella es la única cuerda en este manicomio y me estoy viendo forzado a llevarla conmigo en lo que estoy metido. Tengo mierda hasta la frente. Me siento miserable. Mis camaradas... mis compañeros con los que convivía me han delatado. Me delatarán. No puedo dejar que eso pase.
Después de pensar tanto en una solución. Se me ocurrió una que no me puede fallar. Pero implica sacrificios. Es la mejor, y la que más hará daño. Pero tengo que hacerlo. Es la única manera efectiva de deshacerme de todo. Quedaré libre. Quedaré sin alguna culpa, o remordimiento...
Pero implica renunciar a Angie ... no! Mejor no! Yo... si tengo que hacerlo dejare a mi Angie.

***

Cuando voy por ella al trabajo, me he dado una ducha con agua helada y he comido algo, intentando que se bajen estas copas de más que me he tomado. Solo queda un poco, lo suficiente para ser valiente... o cobarde y lograr mi cometido. Soy un estúpido.
La miro correr a mi auto. Sube y me recibe con un beso, como solo ella sabe darlos. Envidio su plenitud y felicidad. Me siento tan culpable... pero no quiero arrastrarla conmigo a todo esto. Ella se merece estar tranquila una vez en su vida. Y la única forma de hacerlo es estúpida. La tengo que dejar. Todo con tal de que esté bien.
Porque la amo.

Llegamos a casa y no le permito hablar sobre nada. La llevo a mi habitación y comienzo a besarla lentamente. Mis manos bajan a su cintura y por debajo de su blusa. Ella se quita sus zapatos altos, y se queda de la altura tierna y pequeña que siempre ha sido. Se para de puntillas para besarme. Toco su trasero mientras muerdo sus labios. Beso su boca, la saboreo, meto mi lengua, la aprieto contra mí. Pues se que es la última vez que le hago el amor. Arranco su ropa tan rápido, que ni yo me doy cuenta cuando ambos estamos en la cama.
Entro en ella rápido, y escucho un sollozo. Sus uñas arañan mi piel mientras la follo con fuerza. Cada vez mas aumento mi ritmo. Arquea su espalda y hace que sus pechos rocen con mi piel. Gimo antes de besar su barbilla, y continúo haciéndola mía de nuevo.

-Te amo preciosa. -Le confieso al sentir su orgasmo. -Una vez más para mí, por favor.
-Ah, Nicola... -Gime mientras acaricio su frente sudorosa. -

Esta vez llego primero. Segundos después ella me acompaña. Beso su cuello lentamente, por mientras de que nuestras respiraciones vuelvan a la normalidad. La abrazo con tal fuerza, que me prometo no lastimarla, sabiendo que esa promesa la tengo que romper por nuestro bien. La amo. No quisiera hacerle daño. No puedo.

-Creo que mejoró radicalmente mi lunes. -Comenta con voz perezosa cuando recorro la piel de su cintura con mis dedos. -¡Esto debería de volverse una tradición!
-Oh, si. Debería... -Le sigo el juego a la vez que la beso de nuevo. -Pero no es así de fácil pequeña. Daría todo porque fuera así.
-¿Pasa algo? -Se vuelve hacia mí, escrutándome con cuidado. -Sabes que puedes contarme lo que sea. Lo que quieras.
-¿Tienes mucho trabajo? -Le corto el rollo rápidamente, intentando no llegar al punto en este momento. -Podrías dormir un poco. Te noto cansada.
-La verdad es que no dormí bien ayer... solo será unos minutos. No quiero perderme toda la tarde. Quiero platicar contigo.
-Duerme un poco. -Le susurro en su cuello y lo beso lentamente. Mi estómago da un triple salto mortal. -Descansa, estaremos bien.
-Está bien, solo un momento.
-Te amo demasiado. Nunca lo olvides.
-Nunca lo haré.
-Dime que me amas Angie. -Le ordeno casi sin voz cuando ella cierra los ojos, intentando relajarse. -Por favor.
-Te amo... -Contesta adormilada. -Te amo más que a nadie.

***

Atrapado en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora