s e i s

2K 94 34
                                    

Despierto arropada con una manta y la televisión apagada. Me estiro y bostezo. Luego recuerdo a Alex y grito.

—¿Alex?—grito en un susurro.

—¿Si?—me responde desde la cocina y un olor de huevos fritos llega a mi nariz. Me levanto de golpe y corro a la cocina.

—¿Tu eres tonto?—le digo guardando todas las cosas que estaba usando.

—¿Qué demonios Arianne?—dice mirándome confundido.

—Mis padres pueden estar en casa, y tu sigues aquí.

—¿Y, no quieren ver por quién se derrite su hija?—dice poniendo pose de diva. Le golpeo el hombro y lo miro serio. —En toda la noche no llegó nadie, tranquila.

—¿Qué?-digo asustada. —No, no—susurro. Tuvieron un accidente. Eso, o se fueron de viaje sin avisarme. Ojalá sea la segunda.

Corro hacia mi teléfono y llamo a mi padre. Al tercer tono contesta.

—¿Aló? ¿Presidente Washington?—dice arrastrando las palabras.

—No, soy Arianne, ¿estas borracho?—frunzo el ceño.

—Nah.

—¿Dónde estas?

-En un hotel, estoy con tu madre, volveremos en dos días más. Hay galletas en la despensa.

—¿Y Jayce? ¿Dónde esta?—digo refiriéndome a mi hermano.

—Esta en una fiesta o algo así. Si no vuelve mañana llama a la policía.

—Vaya, okey. Hoy saldré en la noche.

—Con cuidado hija, hay muchos alienigenas por ahí—me río aliviada.

—Pareces drogado, no borracho.

—Estoy bien, tranquila. Cuídate.

—Ustedes también.

Corté la llamada. Deje el teléfono donde estaba y volví a la cocina. Alex ya estaba sirviendo el desayuno y yo puse la mesa. Nos sentamos y comemos en silencio.

—Disculpa por eso, soy n poco paranoica.

—No pasa nada—me da una sonrisa cálida.

-¿Quieres salir a alguna parte?—dice después de un rato de silencio.

—Claro, pero debes ayudarme a ordenar todo—digo apuntándole con el tenedor. El levanta las manos en señal de rendición y se ríe. Conversamos un poco y luego ordenamos.

—Deja ponerme algo más decente para salir—digo subiendo las escaleras. El asiente y subo escaleras arriba. Me pongo una falda y unos calcetines a la rodilla, mi camiseta de los Arctic Monkeys y mi chaqueta de cuero.

Cuando bajo veo a Alex viendo televisión y cuando me ve me silba.

—Que señorita tan guapa—dice mirándome de arriba a abajo y me sonrojo.

El enrosca su brazo en el mío y comienza a tararear Knee Socks. Salimos de la casa y entramos en su auto, que estaba afuera estacionado

Manejamos por un rato hasta llegar a nuestro destino. Llegamos a un café en el centro de la ciudad, y nos bajamos del auto.

Pasa lo inevitable, una horda de periodistas y fotógrafos se nos tiran encima, ahogándonos con preguntas.

—¿Están saliendo?

—¿Quien es ella?

—¿Son pareja?

La mayoría de las preguntas son sobre mi, y comienzo a desesperarme. Alex toma mi mano con fuerza y me arrastra hasta el auto enojado. Entramos al auto y los periodistas comienzan a golpear las ventanas. Alex enciende el motor y aprieta el acelerador con el freno de mano puesto, alertando a los periodistas de que salgan del camino. Estos se separan y dejan la vía libre. Alex arranca hasta que nos alejamos de ese lugar.

Do me a favour {Alex Turner}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora