Do me a favour {Alex Turner}

o c h o

Mientras desayunamos, Alex me manda miradas cada diez segundos que envían escalofríos a mi cuerpo.

Matt y Breana terminan de desayunar y retiran sus platos.

—Iremos afuera mientras—dice Matt llevándose a Bri de la mano.

Esa chiquilla me debe una explicación.

Desayunamos en silencio hasta que terminamos ambos. Miro por la ventana de la cocina y veo a Bri y a Matt besandose. Iugh, se están tocando la garganta. Decidida a ir a separarlos, Alex me detiene.

—Espera, tengo algo para ti—dice Alex ante de que yo salga por la puerta de la cocina. Me doy vuelta y miro sus ojos cafés brillar, mientras sostiene un paquete.

—Bri me dijo que tenías un tocadiscos, y creo que esto te va a gustar.

Alex estira sus brazos y tomo el paquete en sus manos. Comienzo a abrirlo y romperlo para ver lo que hay dentro.

—Esto es imposible.

Mi mandíbula cae hasta el suelo. Lo que tengo en mis manos es el disco en vinilo de Five Minutes with Arctic Monkeys.

Mi boca comienza a temblar y mis ojos se abren como platos.

—¿C-C-Co-Co—Alex me corta.

—Siempre tuve guardado dos copias de esto, y pienso que tu eres la indicada para tenerlo.

—¿Puedo besarte?—no se en que mierda estoy pensando.

Alex suelta una carcajada y asiente. El abre sus brazos y yo me abalanzo contra el y le doy un beso. En la mejilla.

Cuando me separo de el esta un poco decepcionado.

—¿Qué creías? ¿Qué te daría un beso con lengua?—suelto una carcajada. Sus ojos se vuelven oscuros y se acerca a mi. Me agarra de la cintura, y nuestros alientos chocan. Me acorrala contra la puerta de la cocina y acerca su cara a la mía. Huele a cigarrillo.

—Creo que eso es lo que me darás ahora—y destruye la distancia que queda entre nosotros para estampar sus labios contra los míos. Es un beso apasionado y tierno, interminable. Paso mis brazos por su cuello y lo apego más a mi. Nos separamos por falta de aire y nos miramos.

—Wow—logro modular.

—Si—dice el un poco tímido.

Vuelvo a agarrar sus mejillas y uno nuestros labios una vez más. Meto mis dedos en su cabello y lo desenredo. Lo suelto un poco y miro sus labios hinchados.

—Creo que deberíamos parar.

—Si, ya comenzaba a quedarme sin aire denuevo—dice con la respiración agitada.

Un silencio incómodo.

—Arianne, siento que tuve que haberte dicho esto muchísimo antes, pero he comenzado a sentir cosas por ti, que no he sentido con ninguna otra mujer en mi vida, siento que tu eres la indicada para estar en mi vida. Desde qué te vi mi corazón quedo flechado y duele no tenerte aquí a mi lado. Me es imposible no pensar en tu a cada momento, eres la reina de mi mundo, y no puedo dejarte ir. Por eso quería hacerte esta pregunta. ¿Quieres ser mi novia?

Me quedo helada y siento mi cuerpo como gelatina.

—Sí Alex—digo y me abalanzo sobre él y lo abrazo. Aspiro su colonia y me suelto para darle un beso lento y tierno. El muerde mi labio inferior y suelto un gruñido. Me levanta y enrollo mis piernas en su cintura. Alex me carga hasta su habitación y me suelta en la cama. Me atrapa entre sus brazos mientras me besa. El comienza a sacarme la blusa y deja besos en mi abdomen. Comienza a sacarme el pantalón y me deja en ropa interior.

—Espera—le digo parándolo. El me suelta y me mira confundido. —No estoy lista.

El asiente y se levanta. Me ayuda a vestirme y me abraza.

—¿No te enojaste, verdad?—le digo al oído.

—Claro que no cariño. Esperare el día en el que te sientas lista—dice y puedo detectar una sonrisa en sus labios.

Yo asiento y me acuesto en la cama. Alex de acuesta detrás mío y me abraza.

—Espera, debo ir al baño, ya vuelvo—dice y entra al baño de su habitación.

¿Que mierda hice? Lo pare en medio del calentón, igual no estaba lista, pero tampoco estaba asustada. Quizás debería ser en otra oportunidad, pero ahora no era el momento indicado con Bri allá afuera. Alex sale del baño con el pelo alborotado y vuelve a acostarse detrás mío. Vuelve a abrazarme y yo  me doy vuelta para apoyarme en su pecho. Enrollo mis piernas con las suyas y me duermo con su mano acariciando mi cabello, y su mirada en mi cara.

No dormí ni una hora y la puerta se abre de golpe.

—Las manos en alto—abro mis ojos lentamente y veo a Bri y a Matt en la puerta con sus manos en forma de pistola.

—Que, yo no, yo, yo, yo no la toque—dice Alex cayéndose de la cama y levantándose de golpe. —Maldita sea Helders.

Caigo al suelo muerta de risa al igual que Matt y Bri. Cuando se nos pasa la risa, miramos a Alex que nos mira con desdén y nos da otro ataque de risa. Cuando ya no puedo más me levanto y abrazo a Alex.

—Es sólo una broma—le digo al oído. El gruñe roncamente y se vuelve a acostar. —No te enojaste, ¿verdad?—digo agitandolo. El niega con la cabeza y dejo un beso en su mejilla. Miro a la puerta y Matt y Bri estaban retrocediendo lentamente. Me levanto de golpe y me asomo a la puerta.

—McDonalds, tu me debes una explicación—digo apuntándola.

—¡Deja de ponerme sobrenombres!—dice ella cruzándose de hombros y sacándome la lengua como niña pequeña.

—No prometo nada—Matt va retrocediendo lentamente hasta bajar las escaleras completamente.

—Matt, no creas que te saliste con la tuya, vi lo que estaban haciendo en el patio—digo entrecerrando los ojos.

—¡Corre Bri!—dice saliendo hacia el patio gritando como niña. Me río en silencio y me doy vuelta para enfrentar a Bri. Maldita sea, escapó. Vuelvo a la habitación con Alex y lo despierto.

—Alex, vamos, levántate.

—Cinco minutos más mamá—dice refregándose los ojos.

—¿Mamá? No soy tu madre—digo burlona.

—Si, eres la madre de mis hijos—dice atrapandome y acurrucándose conmigo como si fuera un peluche.

Me sonrojo por su comentario y lo miro dormir, su cabello alborotado, sus mejillas blancas, su mandíbula tan marcada, su nariz recta y varonil, sus labios rosados en una sonrisa, sus largas pestañas, y muchas cosas más, que no me cansaría de mirar nunca, nunca me cansaría de Alex Turner.

Para las que no saben, el disco de Five Minutes with Arctic Monkeys fue el primer disco que sacaron ellos, y que contenía las canciones: Fake Tales of San Francisco y From The Ritz to The Rubble si no me equivoco. Ellos repartían esos discos en los bares en los que tocaban, y actualmente creo que quedan solamente 10 copias en el mundo. Para los fans de los monos, es difícil conseguirlo, casi imposible.

Voten y comenten wapos, subí este cap solamente por @harrypotense que comentó como loca toda la novela

Bai