»Capítulo 5.

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—Bertie.

— ¿Dime?

—No creo lograrlo.

Mis manos temblaban, pero no por el frío de Octubre casi Noviembre, sino por la decisión que me habían obligado a tomar una semana atrás. Aquellos días de entrenamiento me los había pasado observando al pequeño Roy Williams. Y muy a mi pesar, mi veredicto había sido determinante y cruel con él; un completo fracaso. Un pequeño cataclismo para el arte de la guerra, el desastre con pies. Era llamado "Bad foot" Debido a su torpeza inusual.

Aquel domingo era nuestro día de descanso. Podíamos hacer con él lo que nos viniera en gana, pero no salir del campamento. Muchas mujeres iban a ver a sus esposos, algunas de ellas llevaban a su niño en brazos. Yo me había vuelto muy observador, y notaba en los labios de todas ardientes palabras de aliento, despedida, y juramentos de vida y amor imposibles. De ante mano sabía, que si ellas volvían a saber algo de ellos, serían sus proezas y hazañas que vendrían escritas en la carta para anunciarles la muerte de ellos. Pero jamás de la boca de sus esposos.

Todo acabó en llantos, ya que el domingo siguiente partiríamos a Italia donde los Alemanes controlaban su mayoría. Bertie, Roy y yo entramos al comedor para calentarnos con la sopa. Era humeante, y consolaba en aquellas condiciones. Sin embargo, no podía comer, no sin ver a Roy que tenía los modales más finos, incluso, más que los míos.

El día finalizó. Nosotros fuimos los últimos en salir del comedor, y por lo tanto, los últimos en entrar en la cabaña. Todos estaban sentados, formaban un círculo en el piso. Hablaban y fumaban entre ellos, lo que hizo que mi nata curiosidad me obligara a acercarme para ver que se traían entre manos, pensando que sería una broma más.

Pero lo que oí fue muy distinto.

—No creo que hagan eso —afirmó Noah Carrot—. Creo que sí mucho los han de tener como su mano de obra, pero... Eso de matarlos sin piedad, con tiros, en frente de todo el mundo... Se me hace absurdo.

— ¿Acaso conoces alemanes por otro lado que no sea la televisión? —intervino Griffin. Carrot negó con la cabeza—. Entonces, ¿Cómo sabes la forma en la que tratan a esos judíos? No...

—Creo que sólo es publicidad para ya saben, sembrar el terror entre las naciones... Para que las personas digan "Oh por dios, matan a sus judíos sin piedad, les meten balas en el cráneo noche y día" Bla, bla, bla... Es sin duda es buena publicidad, ¿No lo creen? —Todd habló.

—Coincido contigo —dijo Carrot.

—Da igual —murmuró Brooks, sacándose el cigarrillo—. De todas formas, maten o no a los judíos debemos de arriesgar la vida por todo el mundo.

—Cómo me gustaría que su alteza Real se uniera, digo, no es tan sencillo como cree —dijo Griffin.

—Cállate, Griffin —El teniente Adam Peters entró en la conversación a la vez que entraba a la cabaña—. Sí te escuchasen, podrían fusilarte.

— ¿Cuál es la diferencia entre morir hoy y morir dentro de diez o veinte días más?

—Sencillo —repuso el teniente, sonriente—. Hoy mueres siendo un cobarde, mañana morirás siendo un héroe.

—Exacto, cállate Griffin —aprobó Todd.

— ¿De que hablaban? —el teniente se sentó entre Brooks y Carrot. Todos se quedaron serios durante largos segundos—, oh vamos muchachos, pueden decirme... Juro que no diré nada. ¿Saben? No toda mi vida fui teniente, no nací con este rango. Antes era cabo, y antes fui soldado, pero un puesto más alto no significa que me sienta superior ni nada, al contrario; disfruto las charlas entre camaradas.

Lo que dicen los muertos.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora