Consecuencias.

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Luna Evans.

-¡Luna Evans! ¿¡Qué le has hecho a mi hija!? -preguntó con tono de furia.

Me quedé petrificada.

Había olvidado por completo que era su hija.

Y lo peor... Que era la subdirectora de la universidad.

Me había metido en un gran lío.

Pero al menos valió la pena verla sufrir, ¿no? Eso es lo que cuenta.

Me llevó hasta una pequeña salita y me metió ahí dentro. Lo único que me pudo parecer es a una sala de interrogatorios policíacos.

Tenía aspecto de jaula, pero no tenía rejas. La única excepción era la ventana pequeña que había en una reducida esquina.

Me sentó en una silla que había en medio de la sala y me observó severamente, casi pude ver a través de su piel, su cerebro funcionando, elaborando ideas macabras sobre alguna manera de hacerme sufrir.

Caminó de un lado a otro de la lúgubre habitación, y mi temor se aumentaba drásticamente al oír el eco de sus pasos amplificados por la resonancia de la para nada espaciosa sala en la que encontraba.

Seguía ideando cosas, hasta que se le vino a la mente una idea bastante cruel para mi castigo.

Antes de hacérmelo saber siquiera, lo redactó en un papel sellado, que supongo irá dirigido a la directora cuando se vaya de allí.

Entonces -por fin- se dirigió a mí.

-Ya he determinado tu castigo.

Me quedé callada mirando fijamente cada pequeño detalle de mis zapatos y moviendo mis manos con nerviosismo.

-¿Quieres saberlo?
-Si... -Dije, en apenas un susurro.
-¿Qué has dicho? Lo siento no te oí -utilizó un tono repulsivo que hizo querer pegarle un tortazo en toda su para nada bella cara con exceso de maquillaje.
-Si quiero saber.
-Pues de todas maneras no iba a decírtelo.

¡¡POR TODA LA MIERDA, QUE ALGUIEN MATE A ESA TIPA!!

Se fue con aire altivo, lo cual solo me dio ganas de proporcionarle una muerte lenta y dolorosa al ver su cabello rojizo salir por la puerta.

Me dejó encerrada allí por lo menos durante la hora más larga, tediosa y aburrida que haya vivido en mi corta e inexperienciada vida.

Salí de allí y muchos me miraban como su heroína, otras fresas con cara de rabia, pero al final estaba la única persona a la que quería ver: Harry Dark.

-¿¡Qué pasó!? -preguntó, prosiguiendo a una velocidad...¿veloz?- ¿¡Estás bien!? ¡No pasó nada malo cierto!? ¿¡CIERTO!?
-Ya calmate, señorito Miss Melodrama. No pasó nada más que un pequeño castigo de encierro durante una hora. No es el fin del mundo.

O por lo menos de mi vida personal.

Entonces vino Rachelle, con un aire altivamente repulsivo como el de su madre. Sin duda a hacerme la vida más a cuadritos de lo que ya la podía tener.

-MI MADRE, la SUBDIRECTORA, dice que vayas al despacho de la directora, te solicitan urgentemente.

Y se fue, alejando su presencia de mi.

-Acompáñame, por favor.
-Claro, no te dejaré sola.

Me tomó de la mano, mientras caminábamos por el pasillo y seguía creciendo esa sensación de incertidumbre e impotencia se adueñaba de mí a cada vez que cortaba distancia de el lugar al cual me dirigía.

Llegamos al tan renombrado despacho (que no era más que una habitación extra-grande con un escritorio lleno de papeleo) y allí estaba la directora. Harry prometió quedarse en la puerta, esperando.

-Buenos días -saludé lo más educada posible.
-Bueno... ¿Cuál es el peo, pues?

Oh vaya, está directora ya me cae bien. Es guay.

-Es que...
-¡Protesto! -dijo la subdirectora- necesitamos dos versiones de lo ocurrido; llamaré a mi hija para que presente su acusación.
-Bueno; esperaremos aquí. Vaya rápido por favor -concluyó rodando los ojos.

De verdad, esta directora me cae muy bien.

-Toma asiento. Y dime...¿Qué tal te está pareciendo el viaje?
-Oh...bueno, pues me está gustando mucho... Excepto por este imprevis...
-Sabes, es mucho mejor decirle problema a los problemas. De nada sirve ocultarlos dentro de nombres...educados.

Llegó la subdirectora con su hija, y por supuesto que ella comenzaría con su testimonio.

-Bueno... Ella simplemente me vio cuando nos sentamos juntas en el viaje y me cogió rabia, osea. Ahora me odia y por eso me hizo eso, que poco cool -dijo sin prestar mucha atención a lo que decía y revisando su teléfono.
-¡Caso cerrado! ¡es simplemente una bravucona buscapleitos!

Ajá. ¿y ahora qué? ¿Me vas a decir que YO soy la que zorra que se acostó con casi todo el instituto?
Oh, esperen.
Creo que estoy describiendo exactamente ¡a SU HIJA!

-Ojalá los problemas se resolvieran así de fácil y no tuviera tanto papeleo. Ahora escuchemos tu testimonio, Luna.

¡Punto para la directora!

-Pues...esto fue lo que en realidad pasó.


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⏰ Última actualización: Oct 24, 2015 ⏰

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¿El amor existe?       #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora