27. Jean.

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El sensor sobre la mesa comenzó a parpadear y con un haz de luz apareció ante nosotros uno de los poblados en color azul, él área a la que tendríamos que atacar, tenía que idear de qué forma llegaríamos y cómo sería que tomaríamos aquel pedazo de isla, no era muy grande, con los dedos podía mover la maqueta tridimensional que giraba hacia dónde la moviera, de arriba a bajo, se veía tan real que por un momento pensé en que era una imagen que se transmitía en vivo, tal vez lo era pues la gente pasaba de un lado a otro, con las miradas asustadas, aquellos hombres, mujeres y niños se veían aún más desvalidos que la gente de Mentium, se les podía notar el dolor en la mirada, el nudo en mi garganta se incrustó imposibilitándome el habla.

-    Quiero que descansen el día de hoy - por fin pude pronunciar - no quiero invadir nada si es que no estamos descansados antes - mire a Dendro - sobre todo tu, no luces nada bien.

-    Como quieres que luzca si no me dejaron dormir en todo el camino - su respuesta era la esperada.

-    Como la encargada del grupo voy a disponer del día de hoy y les daré el día, mañana a primera hora los quiero ver aquí por ahora es todo, vayan a comer algo yo repasare el lugar, solo quiero que Jean me acompañe.

-    Yo podría...

-    No Mirto por ahora solo quiero que busques la habitación más cómoda y ayudes a Dendro a instalarse - uno me miró con sorpresa, el otro con encanto, yo intenté guardar cualquier emoción.

Deje que todos salieran, mientras miraba con ansias el esquema que se movía sobre la mesa, Jean espero a mi lado guardando silencio hasta que el crujido de la puerta al cerrarse se escucho.

-    Creí que le pedirías a Mirto que se quedara...

-    No puedo hacer eso ahora Jean, sobre todo por Dendro, no lo quiero de enemigo.

-    Ya lo es lo olvidas

-    Pues tendremos que cambiar eso sí queremos que esto salga bien.

-    Cuál es tu plan niña, es decir tu amorcito me contó que según escuchaste que tienen en algún lugar a tu amigo no es por eso que decidiste en listarte.

-    Si es verdad y supongo que es por eso que no me permiten entrar a los laboratorios.

-    Para qué querrías hacer eso...

-    Creo que le han hecho algo - por fin pude sentarme y al hacerlo presione el botón que hizo que la imagen se difuminará. - espero estar en un error pero la verdad es que presiento que no me equivoco. No quiero que ninguno de ustedes se arriesgue a algo pero yo sí lo haré, Anshar no solo es mi amigo, es...algo más no permitiré que lo dañen, no más por eso es que estoy aquí.

-    Y te ayudaré lo sabes, ya no me puedo arriesgar más, salvamos al encargado de seguridad, realice una lista apropiada de soldados que no sienten simpatía por nadie de la República, a demás no tengo miedo de ninguno de esos idiotas, ni menos de Jedite, esa mujer pagará por todo...

-    Tú hiciste la lista del grupo cierto - asintió con la cabeza - eso me alegra llegue a pensar que todos eran aliados de la presidenta - la observe era ella ahora quien perdía los ojos en donde se encontró la imagen - que té sucio... Puedes decirme yo confío en ti demasiado, tú puedes hacer lo mismo conmigo...

-    Disen...mi historia es horrible, casi nadie sabe...mi padre era soldado republicano, uno de los mejores y se enamoro de la mejor mujer del mundo mi madre, pero ella era una zíngara, cuando la rebelión comenzó el gobierno empezó a matar a todos los zíngaros de la isla, mi padre sabía lo que le podría suceder, y a mí y a mi hermano...éramos muy chicos pero no lo suficiente como para olvidar, yo tenía diez, Jerón solo ocho, y cuando los soldados llegaron - comenzó a caer el llanto por sus mejillas - ellos...le dispararon delante de nosotros, esos malditos mataron a mi madre delante de sus dos niños, nada les importo, mi padre perdió su cargo, lo mantuvieron preso hasta que murió y de Jerón...no supe nada, no sé dónde está, si sigue con vida...- se secó el llanto - por eso quiero acabar con todos, los odio demasiado, me quitaron mi infancia y a mi familia, no permitiré que lo sigan haciendo.

-    Yo tampoco los dejare, cuando rescate a Anshar y me aseguré de que está bien y a salvo, lo haremos, iremos a buscarlos y nos revelaremos, no tengo miedo, ya no.

-    Lo primero que hay que hacer es deshacernos de Dendro.

-    Lo sé y tengo un plan para eso, dejaremos que esté presente en algunas reuniones, tú encárgate de contar a quien tú consideres necesario lo que realmente planeamos pero nadie debe hablar de eso fuera de nuestro círculo, mientras averiguaré lo más que pueda de Anshar, preguntando por él , no sé lo que tenga que hacer y yo me encargaré de Dendro pero voy a necesitar de tu ayuda.

La perilla giro, el embajador llegaba con varios papeles en las manos, para que los leyera, los tome y en seguida salí del lugar no tenía una estrategia definida, no una de la que le pudiera informar.

Como lo acordamos Jean y yo comenzamos con estrategias, ella me daba las tácticas militares que debíamos usar y que yo tenía que darle a conocer al embajador, mientras yo seguía investigando en donde es que podría encontrarse Anshar; dejé muy convencido a los grupos que presenciaron mi estrategia de ataque al día siguiente, ni siquiera yo podía creerme el papel que estaba interpretando, tan comprometida con mi labor de soldado, Mirto no se tragaba el asunto y Jean le contaba todo con detenimiento, yo no podía pasar tanto tiempo con él como lo pasaba en el cuartel, siempre había alguien que quería hacerme preguntas, algunas inclusive muy absurdas como de qué color llevaríamos los uniformes el día del ataque ya que era más que lógico que tendríamos que usar el oficial de Mentium.

En el mapa que se trazaba detrás de la mesa, cada vez se iluminaban más zonas, las que ya habían sido tomadas por los militares, la nuestra no era una área muy grande aún así me daban escalofríos cada que pensaba en como tendría que enfrentar ese reto, no quería dejarlo todo en manos de Jean, pero era la más capacitada para resolver cualquier conflicto de ese tipo.

Storm song. Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora