Cap 7: Con sabor a frutilla

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Lauren abrió la boca sorprendida cuando la imagen de Keaton con una botella de vidrio, vacía, yacía en su mano derecha y la otra estaba dentro del bolsillo de su pantalón. Escondiendo algo.
Corrió los pasos que la separaban de sus amigos y se acercó al auto de la profesora. Caminó alrededor de él varias veces analizando su estado. Se llevó una mano a la frente y luego la pasó bruscamente por su rostro.
Infló su pecho con la mayor cantidad de aire posible y lo soltó cuando volvió a estar frente a Keaton.
- ¿Qué hiciste?- preguntó aforrándose a la tira de color azul que salía de mochila para cuando la colgara sobre su espalda- Cowell va a salir y todos vamos a estar en problemas
- ¿Por qué? No he hecho nada malo.
- ¡Vaciaste el maldito contenedor de basura sobre el auto de una profesora! ¿Es qué no piensas antes de hacer las cosas? Mierda, allí vienen- dijo cubriéndose la cara con ambas manos y estirándose los labios en señal de molestia. Cowell y Camila se acercaban con la mirada fija en ella-
- Jóvenes- escuchó Lauren a Cowell deteniéndose frente a ellos. Camila a su lado la miraba de una extraña manera- ¿Quién ha cometido este desastre? -
- El tacho estaba estorbando, director- dijo Keaton escondiendo la botella tras su espalda- quise patearlo y cayó sobre el auto de la señorita Cabello. Fue un accidente
- Chadwick ¿tú que tienes para decir?
- Stromberg ya lo ha dicho todo- dijo Drew cuándo el director le preguntó a él-
- ¿Señorita Jauregui?
Lauren alzó la vista del suelo y la clavó sobre Camila, la profesora la observaba con lo que percibió era temor, molestia y decepción. Tres palabras que a ella misma le molestaban porque a diario las sentía. Pero ahora alguien las estaba sintiendo por ella y eso era aun peor.
Desvió su vista a Drew que rápidamente le hizo una señal de silencio.
Nunca había delatado a sus compañeros, por nada ni en el más tonto de los casos, y nunca lo haría. A pesar de todo, Drew y Keaton eran las personas más allegadas a ella y no quería que por unas palabras todo se terminara.
En el primer año de entrar al McKinley, Drew la había defendido de dos porristas cuando intentaron arrinconarla contra uno de los baños solo para encerrarla y dejarla, sabrá dios, cuánto tiempo allí dentro.
A finales de ese mismo, Keaton se enfrentó con un tal Hunter que cuando la veía sola en los pasillos, se extralimitaba con sus preguntas, roces y acciones. Keaton lo espero en el baño de hombres y arregló la situación en solo diez minutos.
Ahora, la suerte estaba rebotando y pedía por quedarse en ella.
- Como Keaton dijo pasaron las cosas- dijo finalmente evitando la mirada de Camila. Esta se acercó a su auto y comenzó a quitarle los papeles, vasos, y restos de comidas que lo cubría completamente-
- ¿Y la explosión?- preguntó Cowell con duda. Sabía que, como cada vez que hablaba con el trío, nunca obtenía las respuestas que buscaba- ¿Quién generó esa explosión?-
De reojo, notó como Camila dejaba de quitar la basura y volteaba a verla.
- Esta mañana compré una botella de alcohol- respondió Lauren dando un paso hacia delante al notar la cercanía de Camila tras ella- bebí un poco y la arrojé dentro del recipiente. Lo olvidé y cuando encendí un cigarrillo y luego lo boté... bueno, eso. Explotó- dijo pegándose a la espalda de Keaton, retirándole la botella con disimulo y arrimándola contra su pecho-
- Bien, si a usted le parece, señorita Cabello, sus alumnos estarán en detención el resto de la mañana y llevarán una nota de comportamiento para sus padres- ofreció Cowell señalándole a Lauren que tire la botella-
- No veo por qué Chadwick debe quedarse- intervino Camila volviendo a su auto y tomando el contenedor- Stromberg limpiará mi auto y lo dejará como estaba- dijo con enojo golpeando el tacho contra el pecho del chico- Y la señorita Jauregui- dijo enfrentando a Lauren- ella pasará el castigo conmigo. Y luego yo misma escribiré esa nota para sus padres ¿Puede ser, director?-
- Claro- respondió Cowell- Chadwick ve al salón a esperar la próxima clase. Stromberg, haz lo que la profesora dijo. Y Jauregui, usted acompañe a la señorita Cabello.
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La caminata a lo largo del pasillo había sido más lenta de lo que su mente pudo jugarle. Camila caminaba detrás y eso la ponía nerviosa. O tal vez el ruido que sus tacos producían al chocar contra la cerámica del piso, o tal vez el perfume con olor a durazno que la castaña producía y le provocaba una sensación en su estomago. O su respiración casi contenida acompañada de la respiración agitada de la profesora.
O tal vez si caminara sola las cosas serian más fáciles.
El camino al salón de castigos lo conocía de memoria. Lo transitaba los martes, con la profesora de matemática, cuando le pedía que pasara al pizarrón a hacer algún ejercicio y ella solo se hundía contra su silla y la miraba de mala manera. Aquella mujer, de baja estatura y sobrepeso, la acompañaba después de toque de timbre y pasaba allí dentro, al menos, una hora.
Los miércoles y jueves se repetía solo que por culpa de la profesora de historia. Esa costumbre que la señora Doperfold tenia de preguntarle por los revolucionistas de... Ya hasta había olvidado de que trataba la pregunta. Sumado a eso, Drew y ella armaban bolas de papel para entretenerse el resto de la hora.
Entre esos días, juntaba al menos ciento veinte minutos más de castigo. Lo bueno, es que el jueves se sumaban algunas de las porristas y algunos del equipo de fútbol. El tiempo se pasaba de manera más divertida.
Cuando llegó al salón, como pocas veces hacía los lunes, el mismo estaba completamente vacío.
Se paró junto al marco de la puerta, apoyando su costado derecho contra él y esperando por Camila que había cruzado dos palabras con otro profesor. Ella quitó un chicle de su campera y estaba abriéndolo cuando dio un pequeño brinco del susto.
- Entra- ordenó Camila pegada a su cuerpo. Ella se balanceó hacia delante y caminó hasta el último banco- Aquí- la frenó Camila señalando el primer banco de la fila del medio que daba justo frente a la pizarra. Lauren revoleó los ojos, explotó el globo de su chicle y, arrastrando la mochila, llegó hasta donde le señaló la castaña-
- ¿Contenta?- le preguntó con ironía al sentarse y cruzarse de brazos-
- ¿Crees que pueda estar contenta con lo qué le hiciste a mi auto? Quítate ese gorro- le dijo entre dientes empuñando sus manos y colocando sus brazos en el banco que ocupaba la chica- ¡Ya!- le gritó cuando Lauren permanecía quieta sin ganas de hacer lo que le ordenó- Arroja ese chicle- Lauren juntó sus cejas confundida cuando la castaña estiró su mano en dirección a su boca- Ahora- ella suspiró antes de quitarlo y dejarlo sobre la palma de la castaña. Se lamió el labio inferior cuando la castaña caminó dándole la espalda hasta el tacho de basura - Siéntate correctamente
- Los castigos, señorita acabo de graduarme y no sé cómo dar una clase, son solo para pasar tiempo. No para acatar sus órdenes- le dijo Lauren cuando Camila caminaba hacia su escritorio-
- Y eso haremos. Vas a decirme por qué explotaste ese contenedor sobre el capó de mi auto ¿Querías encender, acaso, el carro? ¿Qué pasa por tu cabeza? -
- ¿Quiere que le responda? ¿O qué olvide las preguntas a medidas que las va aumentando?
- Responde- dijo Camila volviendo sobre sus pasos para cerrar la puerta. Después de eso, tomó la silla del escritorio y la puso delante de Lauren, sentándose frente a ella-
- Ya le dijimos que fue un accidente
- Claro ¿Crees que soy tonta? Cowell puedo creérselo, pero yo no ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué es lo que te he hecho para no agradarte?
- Su sola presencia no me agrada
- ¿De qué hablas? ¿Nos conocemos de algún otro lado y de paso en un enfrentamiento? Porque no encuentro otra razón para tu comportamiento. Desde el viernes que solo me contestas mal y actúas de una manera poco respetuosa para mí.
- ¿No ha tenido, acaso, una profesora en su pasado que solo fuera un dolor de cabeza para usted? Porque yo tengo una. Justo en frente de mí ahora
- Las he tenido, pero créeme, nunca actué así
- Mmm- dijo Lauren volviendo a quitar su tableta de chicle. Camila sentía ganas de arrebatársela y tirarla, pero sabía que debía contenerse- ¿Quiere uno?- un escalofrío invadió la piel de ella al escuchar la voz cálida e inocente que nunca había escuchado de Lauren. La chica estiró su brazo derecho y le ofreció dos sabores distintos- Lo tomaré como un no-se auto respondió al ver la mirada perdida de Camila sobre su rostro.
- Si, gracias- dijo Camila sosteniendo su mano antes de que guardara los dulces. Dos de sus dedos rozaron con los de Lauren y ambas alzaron la vista al instante- Frutilla ¿eh? - dijo al tomar uno con envoltura rosada y observar el resto- ¿Qué sabor es el negro?
- Menta. Pero demasiado fuerte. Son casi desagradables
- ¿Y por qué los compras entonces?
- Keaton me los regala. Todos los días me espera con uno en la puerta del Instituto.
- Tu novio - dijo Camila y Lauren tuvo que volverla a ver porque no supo reconocer esa voz-
- ¿Keaton?
- Estamos hablando de él
- ¿Usted cree que es mi novio?
- Él lo dijo
- Acostúmbrese a las estupideces de Keaton- aseguró Lauren alzando su mochila y colocándola sobre su regazo mientras buscaba algo en su interior-
- Guarda eso- le ordenó Camila al ver su celular-
- Solo mandaré un mensaje. Papá me espera para hacer unas compras, y cierta profesora me alargó la mañana en un castigo. No tardaré mucho... ¿Lo ve? Ya está - dijo volviendo el aparato dónde estaba- ¿Ya puedo irme?
- No
- ¿Por qué no? No estamos haciendo nada importante
- ¿Hay que hacerlo? Tu misma dijiste que el castigo solo era para pasar tiempo.
- ¿Puedo ir al baño?
- No
- ¿Qué pretende entonces que haga aquí dentro por una hora?
- Quiero que te disculpes
- ¿Quiere que me disculpe? ¿Qué hice ahora?
- Por lo de mi auto, Lauren
- Está bien, Camila- bromeó ella con el mismo tono de voz que la profesora había utilizado-
- No he escuchado lo que pedí - preguntó seriamente para ocultar la sonrisa que amenazaba con salir. ¿Cómo podía esa chica enojarla de una manera y divertirla de la misma? -
- No voy a disculparme por un accidente
- ¿Por qué en mi auto y no en el de otro profesor? El auto de Britney estaba al lado
- No nos metemos con Britney. No estaríamos vivos si lo hiciéramos.
- ¿Por qué no alzaste la mano cuando pregunté por sus gustos?- cambió rápidamente Camila el tema. No había encontrado la disculpa adecuada por parte de Lauren y no iba a perder tiempo en eso. La observó removerse con molestia volviendo a cruzarse de brazos y creyó que todo volvería a la situación de antes-
- Deje de indagar mi vida. No me gustaba nada de lo que dijo. Punto ¿Ya puedo irme?
- Te dije que no. Dame tu cuaderno. Escribiré la nota para tus padres- después de suspirar con molestia, Lauren tomó el cuaderno y se lo entregó. Camila quitó una lapicera color roja del bolsillo de su camisa y, alzando el cuaderno para que la morena no observara, comenzó a escribir- Diez minutos mas y puedes irte- le dijo al devolverle el cuaderno cerrado y evitando que lo abriera-
- ¡Lauren!- una chica, que Camila notó era porrista, entró al salón llamando a la chica- ¿Qué demonios haces aquí? Tienes que ir a entrenar
- Señorita- intervino Camila al ver a Lauren alzar la mochila y ponerse de pie- Este es salón de castigo
- ¿Y?- dijo la chica con molestia. Lauren era la capitana del equipo de atletismo. Junto con Jennel, la capitana de las porristas, coreografiaban a ambos equipos para las competencias a lo largo del año. Los entrenamientos eran compartidos debido a la escasez de lugar y profesor. La entrenadora Spears se hacía cargo de ambos y terminaba siendo mejor que cualquiera otros dos más- Lauren, camina- insistió la porrista.
- Hasta mañana, profesora- saludó entre risas irónicas Lauren mientras se iba. Camila la llamaba pero ella decidió ignorarla.
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- ¡¿Dónde demonios estabas, Jauregui?!- preguntó Britney por el altavoz. El resto de las chicas volteó a verla -
- En detención, ¿Dónde más?- dijo aquella porrista que había ido a buscarla-
- Beatrice, cierra la boca y muévete con tu equipo. ¿Dónde está tu uniforme, Jauregui?
- En mi mochila- dijo con timidez e mientras quitaba la ropa deportiva de otra pequeña bolsa-
- ¿Pues qué esperas? ¡Ve a cambiarte, maldición!... Te quiero aquí en cinco y más te vale que con energías
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Cuando Camila salió del Instituto y se paró frente a su auto, una molestia recorrió cada esquina de su cuerpo. Aquella mini Cooper lucia más sucia que al principio, inclusive ahora tenía barro pegado en las manijas de las puertas y en el parabrisas de atrás. Rebanadas de fruta y sándwiches colgaban del techo y una hoja de papel esperaba en la puerta del conductor.
"No vuelva a dejar a Lauren en castigo"
Estúpido, Keaton. Pensó ella, era más que obvio que el chico tenía sentimientos por la líder del salón pero al parecer no eran correspondidos. O eso entendió ella en la charla que tuvo con Lauren.
Cuando ella comenzó sus estudios en la Universidad esperando ser profesora, siempre soñaba con que sus alumnos la esperarían sentados, con la tarea resuelta y un cordial saludo a la salida.
Pero nada de eso estaba pasando y no podía negarse a si misma, era realmente doloroso no vivir de la manera en que uno sueña. Cece y Alexa siempre halagaban de sus títulos, inclusive la castaña, antes de graduarse como profesora, ya impartía clases de baile y con un buen sueldo y buen ambiente. Y buenos alumnos.
- ¡3, 2, 1, Salto! ¡Pésimo Jauregui!... ¡Otra vez!- escuchó Camila una voz femenina alterada a través de un altoparlante. Guió su vista hacia su costado izquierdo y caminó apenas unos cortos pasos para descubrir a un grupo, grande, femenino realizando actividades físicas.
Una débil sonrisa apareció en su rostro cuando vio a Lauren a la lejanía, inhalando aire, reteniéndolo y luego corriendo unos metros para saltar unas vallas de madera. Sonrió con ingenuidad al ver el salto casi perfecto de la chica.
- ¡Asco, Jauregui!... ¡Otra vez!- su mirada se enfocó en la mujer mayor que días atrás se presentó ante ella como Britney Spears y que solo se saludaban en la entrada ¿Qué le pasaba y por qué trataba así a la chica? Para su criterio lo estaba haciendo fantástico.
- ¡Vamos, Lolo. Tu puedes!- con rapidez, giró su rostro para notar que Keaton, detrás de aquel alambrado del que ella también se sostenía, le daba ánimos a la chica. Volvió a ver a Lauren, la chica le sonrió al chico y luego clavó su mirada en ella. Camila apretó el alambre con sus uñas para apaciguar los nervios. Lauren, mientras esperaba su turno para volver a saltar, solo la miraba a ella.
- No has dejado mi auto como acordamos, Stromberg- habló Camila sin dejar de ver a Lauren-
- No. Lo dejé aun mejor.
- Para el viernes, traerás leída una obra completa de tu autor favorito, aunque dudo que lo tengas. Y una conclusión.
- ¿¡Qué?!
-Ya lo dije.
- ¡Jauregui!... ¡Muévete, no tengo todo el día! - la voz de Britney obligó a la castaña a concentrarse. Camila la observó tomar ventaja, trotar con facilidad, tomar carrera y, finalmente, impulsarse sóbrela valla.
- ¡Lauren!- gritó inconscientemente cuando la chica dobló su tobillo y cayó estrepitosamente al piso. Golpeó el alambrado cuando Keaton lo cruzó sin problemas y corría hacia la chica. El resto de porristas y atletas la rodeaban por lo que una impotencia la invadió al no poder ver más allá de lo posible y que no quería.
- ¿Señorita Cabello?- volteó con lentitud al escuchar la voz de Cowell tras ella- Su hora ha terminado, mas profesores llegaran y necesitan el estacionamiento. Sería tan amable de...
- Ya, ya me voy- dijo con brusquedad mientras se aferraba a su maletín y pasaba a su lado- Hasta el miércoles.
Al abrir la puerta de su auto, dirigió una última mirada hacia el campo de entrenamiento, pero el grupo se había dispersado y pocas chicas quedaban. Y Lauren no estaba entre ellas. Keaton tampoco.
Cerró la puerta con un golpe violento y encendió el motor.
Solo había andado dos cuadras cuando aminoró la velocidad y terminó deteniéndose en medio de la calle.
De su chaqueta, quitó aquel dulce que Lauren le había regalado en el salón de castigo.
Lo tomó, lo observó, lo estudió y, después de darle una rara caricia con el dedo pulgar, terminó abriéndolo y lo quitó de su envoltura. Misma que no tiró, estiró su brazo y la acomodó dentro de la guantera.
Cuando el chicle se pegó a su paladar, un sabor a frutilla inundó su boca llenándola de satisfacción y robándole una sonrisa. Nunca había sido amante de ese tipos de dulces, de hecho, solo comía los animales de gomitas que Alexa siempre le ofrecía y no podía decirle que no porque Cece la golpearía.
Movió una sola vez y de manera lenta su mandíbula hacia uno de sus lados para que el sabor comenzara a extenderse, se sentía como aquellas adolescentes que fumaban por primera vez y la experiencia les resultaba agradable.
Lauren Jauregui tenía un lado agradable. Y ella acababa de contemplarlo.
- ¡Muévete!- un taxi pasó a su lado y fue cuando ella salió de su trance.
¿Cuánto tiempo le había dedicado a un acto tan infantil y casi tonto del que alguna vez creyó desistir?
No lo sabía. Pero tampoco se arrepentía.


Lenguaje del Amor (Adaptación Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora