Aún sus manos temblaban sobre el volante. Aún su rostro ardía de vergüenza. Aún su pecho se inflaba y desinflaba con la misma velocidad a la que viajaba. Aún Lauren y su brazo estirado bañándola en un humillante granizado de color le invadía los pensamientos. Aun intentaba no llorar a causa de Lauren.
Lauren.
¿Por qué tuvo que hacerlo ella? Si hubiese sido un accidente lo entendería, nadie en su sano juicio se molestaría, pero no fue así. Lauren hizo que una cantidad importante de alumnos se burlaran de ella faltándole al respeto y olvidando su cargo allí dentro.
Lauren Jauregui había jugado con ella en una relación cordial que no era.
Despegó su mano derecha del volante y se golpeó la frente a palma abierta. Si hubiese escuchado a su padre desde el principio que en ese Instituto solo había delincuentes y adolescentes que no congeniarían con ella. Se golpeó una vez más; la culpa había sido de ella y de nadie más. Se dejó engañar por el cambio en el comportamiento de Lauren y nada de eso era cierto.
No volvería a sonreírle más si hacerlo implicaba otro granizado, otra humillación.
Pisó el acelerador y al instante debió soltarlo, su ojo izquierdo se notaba incómodo al parpadear y cuando lograba juntar las pestañas las mismas le pesaban arduamente. Intentó mantenerlo abierto unos segundos para que el malestar pasara pero no, solo unos doscientos metros más adelante volvía a dañarla.
Detuvo al auto a un lado del camino bajo el cartel de entrada a Lima, se quitó el cinturón de seguridad y estiró su cuerpo hasta ver su rostro en el espejo retrovisor.
- Dios- murmuró al ver lo inflamado que estaba bajo la pupila y el color rojo que la misma mostraba, llevó uno de sus dedos allí y al masajear la piel pudo expulsar un trozo de hielo color morado- Estúpida, Lauren- susurró al sentir como el dolor aumentaba y mantener el ojo tanto abierto como cerrado ya era una complicación.
Se tiró sobre el asiento y decidió que lo mejor era descansar unos segundos. O al menos intentarlo.
Tomó su bolso y quitó de él una tira de pastillas que Cece le aconsejó usar cuando el sueño no aparecía en ella y lo necesitaba de sobremanera. Sin importarle la falta de agua, tomó una y con ayuda de su lengua la arrastró hasta su garganta y la tragó con algo de dificultad.
Suspiró unos segundos tratando de pensar en otra cosa que no sea la molestia en su ojo.
No controló el tiempo, pero de repente, cerrarlo no fue un problema y ya comenzaba a notar la oscuridad que la rodeaba. Antes de quedar completamente dormida bajo el efecto del medicamento, estiró su mano y puso la seguridad en su puerta.
Después no sintió ni vio más nada.
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- Lauren- escuchó la castaña tras ella pero no volteó. Su cuerpo aun estaba de pie en medio de la calle esperando porque una Mini Cooper regresara sobre el camino. Habían pasado minutos en que el automóvil había desaparecido de su vista y al parecer pasarían casi tres días hasta volver a verlo. En realidad el auto no le importaba, quien iba dentro era su preocupación. La manera en que Camila le dedicó una mirada le arrojó un escalofrió en todo el cuerpo, se odió a si misma e intentó odiar a Camila por no haberla escuchado y haberse ido sin mirar atrás.
Estaba comenzado a temblar de miedo por la continuación de su relación. Camila tenía todo el derecho de odiarla y posiblemente humillarla frente al salón como castigo.
Se lo merecía al fin y al cabo, los impulsos que cometía por Camila nunca la dejaban del todo satisfactoria y siempre la golpeaban mentalmente. Estúpido tiempo que no podía manejar y así regresarlo para cambiar ciertas cosas.
Para cambiar todo.
- Lauren- volvió a escuchar más una mano en su hombro para llamar su atención. Tragó con dificultad su propia saliva para apaciguar el nudo que se había formado en la base de su garganta y que pesaba demasiado. Realmente la culpa pesaba y era de las pocas veces que la visitaba y de paso la mortificaba. Cuando la llamaron una tercera vez, pateó algo invisible del piso con frustración y volteó a ver a su padre. El hombre mostraba las cejas en confusión y aun tenia la mano estirada en su dirección. Ella la quitó de un manotazo y pasó a su lado con paso firme- ¿Qué... ¡Lauren! Ven aquí
- No me jodas, Michael- le dijo al volver a la vereda y tomar su mochila que había tirado para agilizar el paso hacia el auto de Camila. De nada sirvió al final- ¡Estúpido!- gritó al ver a Zayn aparecer hablando animadamente con una porrista- Eres un... ¡Te odio!- volvió a gritarle antes de arrojar la mochila en su dirección. Drew, que venía metros detrás, corrió hasta ellos y la detuvo sosteniéndola por la cintura-
- ¡Lauren!- gritaron Drew e Michael al mismo tiempo, jamás habían visto a la castaña en ese estado- Ey, Lauren- la llamó Drew contra su oído y pegándola a su cuerpo arrebatándole la mochila antes de que llegara a la cara de Zayn. El chico los observaba seriamente mientras abrazaba por los hombros a una chica- ¿Qué demonios hiciste?- preguntó Drew a su compañero sin importarle en el momento la respuesta. Arrastró a Lauren hasta el auto de Michael y, después de que el hombre abriera la puerta y él mismo recibiera varias patadas por parte de Lauren, logró arrojarla con cuidado y esperó a que terminara de calmarse.
- ¿Y a qué debo este espectáculo?- preguntó Michael al sentarse tras el volante y colocarse el cinturón de seguridad- Estabas parada en el medio de la calle sin medir la cantidad de autos que pasaban a tu lado, me faltas al respeto e intentas enfrentar a Zayn logr...
- No vuelvas a nombrarlo- lo interrumpió Lauren aun con la respiración incontrolada y sintiendo las caricias de Drew en sus muslos- ¿Podemos irnos? - Le preguntó en tono que rozaba la ironía mientras quitaba las manos de Drew de su cuerpo-
- Sí... ¿Necesitas aventón, Drew?
- No, gracias, señor Jauregui... Pasaré a verte por la noche- le susurró a Lauren al inclinarse y dejarle un beso en la frente- Hasta luego- se despidió antes de ponerse pie y cerrar la puerta.
- Estoy esperando una disculpa, Lauren- le dijo Michael mientras conducía. Lauren suspiró y colocó la cabeza contra su ventanilla pero terminó cediendo-
- Lo siento... Lo siento mucho, papá, pero aun estoy enojada así que no me hagas decir más cosas.
- Oh, no eh, no vengas con caprichos... ¿Qué sucedió?
- ¡Zayn!... es... es un estúpido sin cerebro que solo... ni siquiera me agrada pensar en lo que es.
- Eso no me dice nada, hija ¿Qué fue lo que te hizo?
- Mas bien qué fue lo me hizo hacer... me hizo lastimar a una persona. A una persona que no se lo merecía.
- ¿Golpeaste a alguien?
- ¡Claro que no!
- ¿Y entonces?
- Me hizo humillar a alguien de tal modo que la lastimé ¿entiendes?... Me siento la peor persona del mundo y no estoy equivocada...Solo... solo quiero tenerla frente a mí para decirle lo mucho que lo siento y que lo siento de verdad y no voy a dejar de decírselo hasta que me lo crea...Estúpido cuerpo que se maneja por si solo... tendría que haberle hecho caso cuándo me dijo que debía dejar de hacer eso
- ¿Qué? ¿A quién deberías haberle hecho caso?
- Nada, papá, nada... ¿Qué vas a comprar?- preguntó al ver que su padre se detenía en el estacionamiento del supermercado-
- ¿Voy? Vamos... tenemos que sorprender a tu padre para la cena ¿lo recuerdas?
- Claro- murmuró Lauren al bajar- cómo si estuviese de ánimos para eso.
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Cientos de golpes contra su ventanilla e indirectamente a su cabeza, se movió de manera lenta y se dio cuenta al instante que su ojo izquierdo ni siquiera hizo el intento de abrirse pero al menos ya no dolía.
Suspiró al ver del otro lado a un policía haciéndole una seña de que abriera y se bajara. Lo hizo con la misma velocidad, lenta, y se paró a un costado de su auto. Se llevó una mano a la frente, el sol estaba bajando ¿cuánto había dormido?
El hombre estiró la mano en su dirección pidiéndole su identificación y su licencia. Volvió al auto y se las entregó sin problema.
- ¿Por qué estaba durmiendo a un lado de la carretera? Eso está prohibido, señorita. En cualquier lugar.
- Lo siento, oficial. Tuve un pequeño accidente en mi ojo y...
- ¿Qué le pasó?
- Bajé la ventanilla calles atrás y un poco de tierra invadió la zona. Nada más.
- ¿Hacia dónde se dirige?
- New York
- ¿New York? No puede viajar en ese estado... ¿No puede abrirlo?- preguntó refiriéndose al ojo-
- No, lamentablemente.
- Bien, una recomendación, visite el hospital del pueblo y si el doctor la deja, viaja. De lo contrario hospédese en un hotel ¿Está claro?
- Si, oficial, gracias
- Debería hacerle una multa, pero lo dejaré pasar... ¿Sabe dónde está la clínica?
- No, la verdad no.
- Bien, mi compañero- dijo señalando al hombre que estaba dentro del auto policial y llamándolo con una seña- se hará cargo de su auto. Usted suba al mío que la llevaré
- ¿Y qué hará con mi auto?
- Nos seguirá y lo dejaremos en el estacionamiento de la clínica. Es muy seguro, no se preocupe.
- Está bien- fue lo único que dijo Camila antes de subir al móvil policial y ver como su mini Cooper la seguía de cerca.
Después de llegar, tomó el bolso de su auto para quitar su celular y hablar con su padre, Alejandro le dijo que iría a buscarla pero ella lo detuvo diciendo que todo estaba bien y se desocuparía horas más tarde. Cosa que aun no sabía si así sería.
El oficial que la llevó la acompañó hasta la entrada de la clínica y habló con la enfermera pidiendo por el médico de turno, ella se quedó a su lado observando la interacción entre ambos; al parecer no es la primera en llegar en móvil policial por ayuda.
- El médico de guardia debió salir pero regresará antes de las nueve. Siéntese allí- le señaló el hombre las sillas de espera- que cuando regrese será la primera en ser atendida.
- Gracias, oficial. De verdad, muchas gracias
- Estamos para ayudarla, señorita- se despidió el hombre antes de abrir la puerta y desaparecer afuera.
Notó la mirada de la enfermera de manera intimidante hacia ella. Camila le sonrió con nervios pero la mujer tomó unas planillas y abandonó el pasillo diciéndole que enseguida regresaba.
Desvió su vista al reloj que colgaba sobre la blanca pared a un costado, apenas habían pasado diez minutos de las siete de la tarde. Pegó su bolso contra su pecho y suspiró.
No tenía otra opción que esperar y, seguramente, pasar la noche en Lima. La sola idea le producía miles de sensaciones y Lauren en su mente era el único pensamiento.
Agitó la cabeza, debía dejar de pensar un momento en Lauren.
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Llevaba desde las tres encerrada en su habitación, más de cuatro horas de encierro un día viernes distinto, algo a lo que no estaba acostumbrada. Después del Instituto frecuentaba el bar de uno de los primos de Drew y pasaban al tarde allí, sin importar el clima o si el frío era lo suficientemente cruel para devolverlos a casa. Hasta la hora de la cena no regresaban.
Pero ese día se alejó de su mejor amigo, él no tenía nada que ver con lo que había sucedido pero...
- Estúpido Drew- susurró al recordar que él fue el de la idea de la apuesta. Zayn llegó después y ella mucho más tarde; se tiró a la cama boca arriba, hubiese deseado que Drew interactuara con Camila antes de haber cometido el error de arrojarle un granizado por segunda vez. No. Se enderezó al instante, Camila podía odiarla pero no quería verla interactuar con nadie que no fuese ella.
Volvió a arrojarse contra el colchón cuando escuchó su puerta ser golpeada y ver la figura de su padre aparecer tras ella.
- ¿No me vas a ayudar con la cena? - preguntó Michael sentándose al borde de la cama dándole la espalda pero estirando su mano para acariciarle la rodilla. Lauren la quitó al instante y se puso de pie-
- Estoy de mal humor, papá ¿entiendes eso?
- No lo voy a entender si no me lo explicas
- Ya te lo dije pero no entiendes y a decir verdad es mejor que no lo hagas.
- Entones le diré a Clara cuando regrese que hable contigo, a veces olvido que con ella nunca te enojas- dijo Michael poniéndose de pie y tomando el picaporte de la puerta-
- Papá- lo llamó Lauren en un suspiro. Michael se mantuvo de espalda a ella- Tampoco quiero hablar con ella, es algo que solo yo resolveré... ¿Puedes confiarme eso?
- ¿Podrás sola? - le preguntó Michael volteando a verla. Ella le sonrió- Estaré abajo prepa...
- Me pongo algo más cómodo y te ayudo- le dijo al correr hasta él y lanzarse sobre su cuerpo en un abrazo-
- Te espero abajo- murmuró Michael después de recibir un beso en su mejilla y un suave "te quiero".
Lauren bajó en cuestión de minutos y juntos prepararon un aperitivo algo ligero que consistía en unas croquetas de arroz y para la cena una tortilla vegetariana de cebolla. Clara no era amante de las verduras ni podía pasar un día sin comer carne, pero Michael decidió que por esa noche cambiaria su no dieta y comería lo que Lauren eligiera.
Observaron el reloj después de limpiar y terminar de preparar todo. Clara salía de la clínica, los viernes, 20:30 y faltaban quince minutos para eso.
Lauren regresó a su cuarto para darse un baño e Michael se quedó en la cocina preparando la mesa con algunos detalles que solían utilizar en algunas ocasiones y quitó de la heladera una botella de vino tinto que compró por la tarde y sabía era el favorito de su esposo.
Terminó por sentarse en el sillón del living a esperar a que la puerta se abriera. En diez minutos debía aparecer su esposo.
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Camila suspiró con exageración frente a la enfermera transmitiéndole un claro mensaje "¿Dónde demonios está el médico de guardia?", pero la mujer la ignoró.
Buscando otra opción, comenzó a mover su pierna derecha fuertemente contra el piso, había pasado una hora desde que llegó y aun nadie llegaba a verla; de hecho, comenzó a preocuparse cuando algunas luces al final del pasillo comenzaron a apagarse. Decidida, al ser ignorada por segunda vez, se puso de pie y caminó hasta la mujer.
- Disculpe... disculpe, señora- la llamó al verla firmar unos papeles y sostener el teléfono con su otra mano- creo que sabe que llevo aquí mas... ¿Qué?... Señora- suspiró molesta cuando la mujer comenzó a hablar con alguien del otro lado de la línea y continuaba ignorándola.
Se quedó de pie unos cinco minutos y, cuando estaba por volver a la silla, alguien chocó contra ella. O ella contra alguien porque poco podía ver con un solo ojo.
- Oh, disculpe, señorita- una mujer se encorvó a tomar su bolso y devolvérselo con una sonrisa. Su voz le pareció cálida y cuando se enderezó le sonrió en agradecimiento- ¿Se encuentra bien?... Tiene el ojo algo hinchado
- No, no estoy nada bien y al parecer no pueden atenderme
- Pues Richard, el oftalmólogo, lamentablemente ya no está en horario de turno y el médico de guardia ya se retiró y dudo que regrese... De hecho yo también ya estoy por irme, mi horario terminó hace cinco minutos.
- Oh... ¿ya no hay nadie entonces que me atienda?- preguntó molesta y avergonzada. Había estado sentada por más de una hora y solo para irse en el mismo estado en el que llegó. Estúpida Lauren por arrojarle el granizado, estúpida Cece por darle las pastillas, estúpida ella por tomarlas y estúpido policía que golpeó su ventanilla. Si todo eso no hubiese sucedido, ya estaría en casa- Eh, perdón ¿cómo?- preguntó sonrojada al ver como la mujer le hablaba pero no había escuchado nada-
- Que mi rama es exactamente la cirugía, pero puedo hacer algo por usted... Venga, pase a mi consultorio- le dijo ella sacando su celular del bolsillo de su pantalón y llevándolo a su oreja- Hija, hola cariño, escucha, llegaré solo unos minutos más tarde ¿si?... Si, lo sé, pero no puedo hacer algo... Te quiero y nos vemos en la cena... Mi hija, ser madre de adolescentes no es fácil- comentó la mujer guardando el móvil otra vez y encendiendo las luces de su consultorio- Siéntese, por favor- le dijo señalándole una camilla, con nervios, ella lo hizo mientras ella buscaba algo en uno de los cajones del escritorio. Volvió a ella con una diminuta linterna y le pidió que abriera el ojo, ella negó con la cabeza.
- Lo siento, doctora, pero es realmente doloroso, ni siquiera puedo hacer el intento.
- Está bien, a ver...- dijo él alzando su mano y acomodarla bajo el ojo lastimado- ¿Qué fue lo que lo dejó así?- preguntó lentamente al comenzar a separar la piel de la profesora y abriendo con lentitud el ojo. Camila se quejó al instante-
- Es... el frasco de café estaba algo alto esta mañana y cuando lo tomé terminó abriéndose y cayendo sobre el ojo.
- Guao... eso es...
- Algo tonto, lo sé- rió ella al sentir el ojo abierto pero sin poder divisar las cosas correctamente-
- Bueno- dijo la doctora apagando la linterna y volviendo a dejar que las pestañas izquierdas de la profesora volvieran a juntarse- si la causa es esa, entonces no es nada grave. No tiene ninguna enfermedad porque apenas lo vi creí que tenía algo así como iridociclitis, pero no es más que un malestar. Igual le daré unas gotas- dijo preparando un certificado mientras Camila se bajaba y se paraba frente a ella- las recomiendo ahora apenas toque la cama y otra vez al levantarse.
- Está bien
- Y... mantenga la cabeza algo alzada y tranquila, no obligue al ojo a abrirse, con esto ayudara- le aseguró al separar el papel de una carpeta y entregárselo a la profesora-
- Gracias doctora...
- Jauregui- clavó al instante la vista en ella. Jauregui, igual que Lauren ¿qué probabilidad había de que fueran familiares? Negó con la cabeza, Lima no era un pueblo grande pero no necesariamente todo los Jauregui debía tener parentesco, además, la mujer no se parecía a Michael y por ende hermanos no eran. Tal vez primos lejanos. Tal vez nada.
- Gracias, doctora Jauregui... Am, ¿y dónde hay una farmacia por aquí cerca?
-¿No es de aquí?
- No, no. Solo trabajo y debo volver a casa
- ¿Y cuántas horas de viaje?
- Ocho, a veces más
- Oh, no le recomiendo viajar, señorita. Muchos menos a estas horas... Bien- dijo ella poniéndose de pie- una de las desventajas de Lima es que carece de hoteles, solo hay habitaciones en condiciones poco propicias para señoritas como usted, así que... ¿Por qué mejor no me acompaña a mi casa, le daré una muestra de esas gotas que utilizo cuando mi hija está algo más insoportable que de costumbre y me ayudan a descansar y... confía en un desconocido?... podría quedarse en casa por esta noche.
No, no confiaba en un desconocido ni aunque llevara sotana, pero la sonrisa cálida de la mujer le generó un alto grado de confianza, además, no podía pasar la noche dentro de su auto. La situación era la misma solo que una era más peligrosa que la otra. Optó por lo más fácil. Recordó velozmente a su padre, estaba manejándose últimamente de esa manera.
- Se que es una situación difícil pero tengo una hija más o menos de su edad, hablaría un momento con ella y conocería a mi...
- No se preocupe, tampoco quiero incomodarla a ella ni a sus otros hijos.
- No, solo tengo una niña. Va, adolescente en pleno auge a adulta. Un remolino de situaciones todo el día... ¿Y bien?... ¿Pido un taxi y vamos?
- Oh, no, no, tengo mi auto afuera... De hecho esto es aun mejor, me sentiría más segura si lo llevo.
- Oh, mejor aun es cierto. Bien, vamos- le dijo ella antes de darle el paso a que camine primera y luego cerrar la puerta de su consultorio.
Cuando salió de la clínica, una oleada de frío azotó su cara, su espalda y acabó en su interior. Sentía algo raro y desconocía el por qué. La mujer le abrió la puerta de copiloto atentamente y ella se subió sin problemas.
- Está algo frió ¿verdad?- preguntó la mujer y ella asintió aun tratando de que la confianza se afianzara en su cuerpo y pudiese demostrarla, pero estaba en un lugar que poco conocía y al lado de una mujer igual de lejano. Era de noche y las calles estaban algo oscuras. Podía ser el terreno perfecto para una película de terror. Sacudió la cabeza pero su corazón bombeaba aun fuertemente. Estiró su brazo para encender el calefactor y calmar lo erizada que estaba su piel pero no lo consiguió. Decidió dejar de pensar por un momento-¿Le gusta Lima?
- Aun estoy conociéndola, pero es... agradable
- Hable sin miedo; hay que admitirlo, es un pueblo con recursos escasos y que solo algunos tiene la posibilidad de sobresalir. Pero con mi familia estaremos unos meses más, no pretendo que mi hija se quede estancada aquí. Posiblemente nos mudaremos a otra ciudad, pero a una ciudad de verdad.
- Oh, me parece bien. Yo también debí mudarme un par de veces y siempre es agradable. Conocer personas nuevas, hacer actividades nuevas y entablar nuevas relaciones forman una actitud totalmente positiva y segura. Es parte del crecimiento.
- ¿Y por qué viene desde New York hasta aquí? Si fuese usted solo trabajaría allí o me hubiese mudado a otro lugar más fructífero. Lima no es conveniente a veces.
- La posibilidad de que me tomen en cuenta en algunos institutos o universidades es nula. Soy profesora de literatura y muchos llevan ese título mejor colgado que los que recién comenzamos. La edad y la diferencia de días entre mi graduación y los que empecé a ejercer la profesión están apenas separados por una estrecha línea y no puedo esperar a que cientos de profesores adultos se jubilen. No puedo quedarme en casa cruzada de brazos.
- ¿Y cómo llegó aquí?
- Por una amiga que parece de la mafia. Tiene contactos por todos lados y bueno... me consiguió el empleo.
- ¿Y resultaron positivos todos estos viajes? Es decir, conozco demasiado el lugar y sus habitantes, y créame, los jóvenes son el problema.
- Estoy de acuerdo en eso. Tengo una alumna en particular. Fue algo detestable al principio, odiosa y hasta altanera, pero ahora es... es la razón por la que no dejo que nada me impida viajar. Nos estamos entendiendo a la perfección y eso es un cambio para ella... Para ambas.
- Entiendo. Siempre es bueno socializar con un alumno más que otro, creo. Siempre ha pasado y seguirá ocurriendo. Hay alumnos que necesitan a su profesor o profesora más que otros, señorita...
- Cabello- respondió ella lentamente al perder su vista hacia la ventanilla y descubrir la calles demasiado familiar. La mujer volteó a verla rápidamente- Camila Cabello
- Oh, le parecerá raro, pero su nombre me suena... ¿Dónde trabaja?
- Soy profesora del McKinley. Doy clases tres veces a la semana.
- Es la profesora nueva ¿cierto?
- Si ¿cómo lo sabe?- preguntó entre risas y asustada. El camino por dónde andaba el auto ya lo había transitado varias veces y, si le sumaba a eso el apellido de la mujer, Lauren volvía a sus pensamientos.
- ¿Usted le da clases a Drew Chadwick?
- Si, algo fastidioso al comienzo pero agradable con el tiempo ¿usted lo conoce?
- ¿Y a Keaton Stromberg?
- Aja- respondió ella con lentitud, nervios y con su pulso acelerado. El auto aminoraba la velocidad y podía distinguir la casa de Lauren a metros de ella. Volvió su vista a la mujer. -
- ¿Y Lauren es buena alumna?
- Eh... ¿es familiar de Lauren?
- Venga, baje... Me agrada eh, y pensar que antes no- le dijo ella al detener el auto y quitarse el cinturón de seguridad-
- ¿Usted vive con Lauren?- preguntó sobre la vereda y ya sin entender nada. Estaba a un paso de la puerta, la mujer quitó un par de llaves de su chaqueta y volvió a darle permiso para que se adelantara.
Nervios.
Podía sentir como su cuerpo parecía flotar de los nervios bajo sus pies, como su piel se alzaba junto a sus vellos y como su corazón corría una maratón consigo mismo. Estaba perdiendo la noción del tiempo, del lugar y de la mirada inquisidora que Michael le daba desde el sillón.
Desvió su vista a las paredes, estaban pintadas de un color claro y había algunas fotos en marcos pequeñas con Lauren en medio de la pareja, quien estaba detrás de ella e Michael. Y en todas Lauren mostraba una risa casi modesta y exagerada. Sonrió al notar el brillo en los ojos de los tres en una de las fotos más cercanas que divisaba.
Un poco más atrás, donde comenzaban las escaleras, descubrió otra con Lauren y Chadwick. Él la abrazaba desde atrás y ella tapaba las manos de él que estaban en su cintura. Parecían una linda pareja. Se aclaró la garganta. Parecían.
Iba a ver otra a la lejanía cuando alguien apareció abotonándose el pantalón.
Lauren bajaba la escalera con un jean negro, descalza, una musculosa blanca y algo despeinada por pelo suelto y húmedo que conservaba. Y la boca abierta en su dirección.
¿Estaba soñando?
Tal vez, después de despertar por culpa del oficial, volvió a dormir y ahora ya soñaba a diario con la morena.
Lauren caminó en su dirección, pasó a su lado rozando sus brazos y llegó hasta la mujer que se mantenía de pie tras ella.
- Buenas noches, mama- Giró con velocidad a verlos ¿mama? Estaba comenzando a entender algo de las cosas. O tal vez todo. Cuando Lauren volteó, sus miradas se cruzaron y la castaña se le fue encima- Oh, Camila... ¿qué le pasó a tu ojo?-Dolor. Sintió dolor cuando las manos de Lauren perturbaron la tranquilidad de su ojo que descansaba e intentaba descubrir que le había sucedido. Se mordió el labio para no gemir por esa sensación molesta que Lauren le producía-
- Clara- escuchó ella la voz de Michael cercana- Señorita Cabello- saludó él y ella estiró su mano en un cordial saludo- Clara ¿podrías...
- La señorita Cabello será nuestra invitada esta noche, cariño- respondió Clara acercándose al hombre para acariciarle velozmente la espalda y luego caminar hacia las escaleras-Michael- lo llamó y su esposo lo siguió- Lauren, acompaña a tu profesora al baño y ayúdala a que se ponga cómoda. Haré lo mismo y enseguida bajamos
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Incomodidad.
Eso era lo que la sonrisa de Lauren frente a ella le generaba. La castaña estaba a centímetros de su cuerpo y balanceaba el de ella de un costado a otro. Tal vez por la misma sensación.
Movía su vista de un lado a otro para no concentrarse en la de Lauren pero se le estaba haciendo imposible. Miraba el techo y volvía a Lauren. Miraba una foto y volvía a Lauren. Miró la puerta y volvió a Lauren. Miró hacia abajo y volvió a Lauren. Y allí se detuvo.
Ambas carraspearon la garganta al mismo tiempo.
Lauren dio un paso hacia ella y el aire debía pedir permiso si quería pasar frente a cualquiera de las dos. Pero no iba a conseguirlo cuando fue ella misma la que avanzó otro.
- No tiene una idea de cuánto lo siento... Perdóneme- murmuró Lauren corriendo su cabello hacia un lado por la molestia que seguramente le generaba. Observó el cuello totalmente accesible de la castaña. Una fragancia dulce se desprendía de él y calaba directamente sus huesos. Lo aspiró la mayor cantidad de veces posible- necesito explicarle cómo pasó realmente... ¿por eso tiene así el ojo?... ¿La lastimé?
- Demasiado- y el corazón de Lauren dio un vuelco dentro de un espacio pequeño. La voz de Camila no le aseguraba un daño físico, sino algo mucho más profundo-
- Nunca creí que...
- ¿Dónde está el baño?- la interrumpió caminando hacia un costado y alejándose de la castaña. Lauren giró los ojos molesta y caminó hasta una puerta que estaba centímetros antes de llegar a la escalera. Camila abrió y cerró en cuestión de segundos y se perdió allí dentro.
Apoyó la cabeza contra la puerta. "El mundo es un pañuelo", solía decir Cece, bajo su profesión de bancaria, cuando tenía que interferir para brindarles cuentas corrientes a sus ex compañeros de Instituto que alguna vez la insultaron o se burlaron que era una rubia oxigenada.
"El mundo es un puto pañuelo que siempre te lleva a lo que menos quieres", eso era lo que la morena decía. Y en ese momento, ella no podía estar más de acuerdo.
Llegó hasta el lavamanos y abrió de a poco el grifo, el agua tocaba sus manos con calidez y escurría entre sus dedos con libertad y burla. Movió sus manos hacia su cara y se arrojó con brusquedad un poco.
Cerró la canilla y dejó que el agua se secara por cuenta propia.
Suspiró y volvió su brazo al picaporte.
Abrió y juntó aire. Iba a ser una larga noche.
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Lenguaje del Amor (Adaptación Camren)
FanfictionCamila Cabello es la nueva profesora del McKinley. Lauren Jauregui, su alumna menos aplicada. Esto es solo una adaptación. Todos los derechos al autor/a, la historia original se encuentra en: https://www.fanfiction.net/s/8934270/1/Lenguaje-del-Amor