V

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Silvia tragó saliva, nunca le había sucedido algo semejante. Sentía como su cuerpo se ponía cada vez más caliente y algo en su centro punzaba, pero no sabía que era.

Jorge al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, decidió intentar mantener una conversación que fuera de otro tema.

- Es muy linda su casa, señorita

- Gracias, mamá tiene muy buen gusto

- ¿Y ella dónde está?

- Trabajando, como siempre.

- Entiendo

- A ver cuando me invita a su casa - ríe -

- Cuando quiera

- A estudiar, claro

- ¿Qué más podría ser? - imita su risa - tengo piscina, casi no la uso pero es muy grande y linda.

En "grande y linda" Silvia no precisamente pensó en la piscina.

- Claro, será en otro momento.

Jorge sólo sonríe.


- ¿Su padre cree que la deje ir a casa de su profesor?

- Mi padre falleció hace años ya.

- Oh, lo siento mucho - realmente apenado -

- No se preocupe, está todo bien. Tema superado.
Pero dígame usted - acomodándose - ¿su mujer no se enojará si lleva a su alumna a su casa?

- Comenzó a reir ante aquel comentario inoportuno - No tengo esposa.

- ¿Cómo así?, ¿novia o amante?

- No Silvia, nada de eso.

- No lo puedo creer el profesor más sexy de la universidad es soltero y sin compromisos.

Vio la cara de su profesor y cayó en cuenta de lo que había salido de su boca.

- ¿Lo dije o lo pensé? - preguntó cerrando los ojos -

- ¿Le parezco sexy?

Silvia quiso cambiar el tema rotundamente pero no sería tan fácil.

- ¿Entonces vive solo?

- Así es.

- aclarando su garganta - Está muy bien.

- ¿Y usted, tiene novio?

- 3

- ¿Cómo así que 3 novios?

- La que puede puede - se ríe -

- Eso está muy mal Silvia, no puede jugar con las personas.

- No estoy jugando, los tres me gustan.

- ¿De dónde los conoces?

- De la universidad, uno de cada año - soltó la carcajada que a Jorge no le pareció nada divertida -

- Debe aclarar esa situación, sólo debe estar con una persona.

- Tiene mentalidad de viejo, ha decir verdad pero puede que tenga razón

- Mentalidad de viejo o adolescente, debe saber respetar a las personas, el amor y la confianza que le brindan.

- Ya, ya, no quiero hablar de eso.

- Está bien, creo que es hora de irme.

- Si, ya es un poco tarde.

Silvia lo acompañó a su puerta.

El profe de matemáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora