capítulo 3

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El martillante sonido de la alarma de mi móvil me avisa para despertarme. Son las diez de la mañana de un frío sábado. Salgo de la cama con pereza para dirigirme a la ducha, donde me entretengo veinte largos minutos debajo del agua. Cuando vuelvo a la habitación carmen, la señora de la limpieza esta haciendo mi cama y ordenando mi habitación. Es baja, de complexión delgada y con el pelo castaño ondulado. Es guapa, y tan solo tiene 45 años.
-Buenos días señorita Helena. Ya he acabado con su habitación. ¿Necesita algo más?
Tengo un cariño especial hacia Carmen. Lleva con nosotros desde que yo era muy pequeña. Es como mi segunda madre.

-No Carmen. Todo está perfecto. Gracias.

Mientras está se retira. Busco en el armario algo cómodo para vestir. Decido que hoy me pondré unos leggins negros con mis deportivas grises y una sudadera rosa de oxford.

El desayuno es como siempre. Malas caras hacia mi por no ir vestida adecuadamente, por no querer comer, por ser yo. Tengo tantas ganas de irme de esta estúpida casa. De poder vivir a mis anchas y de que no haya gente recordándome lo ridícula y asquerosa que soy.
Abandono la mesa con la excusa de hacer deberes, me encierro en mi templo y me pongo a escuchar música a todo volumen. Cojo los libros del colegio y los tiro por el suelo de mi habitación para que parezca que hago algo.
Me tiro toda la mañana tirada en la cama pensando en sueños que nunca se van a cumplir, en promesas rotas y... Aunque me duela admitirlo, pienso en cortarme. Intento dejarlo, se que esta mal, se que se me puede ir de las manos pero... Me siento tan bien después de hacerlo. Me siento tan llena de vida. Menos mal que Laura viene esta tarde, ella sabrá ayudarme. Siempre sabe que decir.
A las dos del mediodía me encuentro sentada en la mesa del comedor. Para comer hay verduras cocinas con filete de ternera y puré de patatas. Hago un esfuerzo por comer e intento evadir los temas de conversación que se presentan ante mi.

- Helena cariño. ¿Qué planes tienes para hoy? -Me pregunta mi madre con una sonrisa falsa pintada en la cara.

- Va a venir mi amiga Laura. Os lo comenté ayer, vendrá a pasar la tarde y a ayudarme con... con los deberes.

Deberes, buena excusa Helena. Me doy una palmadita en la espalda por mi rapidez.

- Últimamente pasas mucho tiempo con Laura cariño. ¿Y Eva? ¿ Os habéis enfadado? -Me pregunta mi padre. Sabe que algo no va bien.

- No papa. Es solo que tengo otras amigas. Al igual que Eva.

No soporto que sean tan cotillas. Me levanto de la mesa sin decir nada y me voy a mi habitación. Todavía quedan dos horas para que Laura venga. Así que salgo a correr y asi la espera se me hace más corta.
Para cuando ya me he duchado y cambiado de ropa son las cinco, la hora a la que hemos quedado.
El sonido del timbre de la puerta me indica que alguien a llegado a casa. Bajo las escaleras de dos en dos y le grito a Carmen que ya abro yo.

- ¡Helena! ¿Como estas cielo?-Laura se quita la chaqueta y yo espero impaciente por darle un abrazo.

-¡No sabes las ganas que tenía de verte! Pasa pasa, vamos a mi habitación.

Subimos las escaleras y giramos a la derecha para entrar en mi habitación. Se tira en la cama y me tumbó a su lado.

- Bueno cuéntame. ¿Como estas?- Laura me mira nerviosa.

-Me siento vacía. No me apetece hacer nada, solo quiero dormir y dormir. Es la única manera en la que no pienso.

- Ya somos dos Helena. ¿Sabes qué?-La miro con curiosidad- una vez me dijeron que una persona rota no puede arreglar a otra que también está rota. Pero yo creo que eso es mentira. Yo estoy rota, muy rota. Y tu... Tu también. Creo que nos ayudamos entre nosotras. Creo que supongo un apoyo en ti, al igual que tu lo supones en mi. ¿Qué opinas?

Me quedo pensando unos minutos y contesto.

- Eres importante en mi vida. Sabes como me siento y eso me hace ver que no soy un bicho raro. Que cada uno tiene su forma de pensar. Sabes lo que quiero por que tu quieres lo mismo. Y eso... Eso me ayuda más que cualquier promesa vacía.

Laura se queda mirándome y al cabo de unos segundos me sonríe.

- Exacto pequeña Helena. Se lo que quieres. Por eso e traído esto.

Busca en su bolso y saca dos sacapuntas. Les quita el tornillo y se queda con las afiladas cuchillas en la mano. Yo solo lo miro con ansia. Cojo una cuchilla y...

Nota de autor.
Ese capítulo se lo quiero dedicar a cinco personitas que me están animando con el libro y lo pasan mal con algunos aspectos de su vida. Ser fuertes, valeis más de lo que creéis... Eva, Marko,Claudia, Tomas y Yaiza. Las cosas irán a mejor chicos.

Tras mi oscuridad, estabas tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora