capítulo 9

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Son las siete y veinticinco de un frío martes de febrero. En cinco minutos Adrián estará aquí, y estoy ansiosa. Me he puesto mis pitillos negros favoritos con una camisa blanca y la chaqueta de lana que me hizo mi abuela. Creo que voy bien, todo lo que bien que puedo ir yo claro. Veo el coche de Adrián y me levanto del porche de mi casa, me dirijo hacia el coche con paso rápido.

- Buenos días señorita- Sonrie y pisa el acelerador rumbo al colegio.

- Buenos días.

- Me gusta ese moño que te has hecho hoy.- Me mira y noto como me voy ruborizando poco a poco.

- Gracias, esta un poco despeinado pero me gusta más así... No se...

- Me gusta el desorden.- Dice pensativo- Las cosas ligeramente desordenadas, el pelo revuelto por el viento, la risa que rompe el silencio abrumador, las nubes en un día soleado...

- Si, ami tampoco me gusta la perfección extrema, me hace sentir pequeña entre tanto orden.

Nos quedamos los dos en silencio. Cada uno pensando en sus problemas. Me gustaría saber en que piensa en este momento. Aprovecho su concentración conduciendo para poder mirarle sin reparo.
Tiene un perfil muy bonito. El pelo, castaño claro lo lleva despeinado, tiene unas pestañas muy largas y negras que hacen una combinación perfecta con el verde de sus ojos. Su nariz es perfecta, ni grande ni pequeña y sus labios son carnosos y ligeramente arrosados. Es guapísimo. Adrián mueve la cabeza y me pilla mirándole con la boca abierta. Joder Helena, solo te faltaba babear.

- ¿Te gustan las vistas o...?

Se ríe a carcajadas y yo me hundo en el asiento. Salimos del coche y vamos a la puerta principal del colegio, me da un beso y se va a su clase.
La mañana se me hace eterna, me encuentro un poco mal. Las migrañas no me dan un descanso. Decido irme a casa. Cuando estoy saliendo por la puerta lateral del colegio me encuentro a Adrián fumandose un cigarro.

- Hola, no sabía que fumabas.

- Ya, bueno. ¿A donde vas?- Me mira la mochila y vuelve a mirarme a mi.

- Me voy a casa, tengo migrañas y me apetece descansar.

- Vamos, te llevo yo.

Empieza a andar hacia el parking del colegio y le agarro del brazo.

- Tienes clase, no te preocupes. Voy a cojer un autobús.

- No. Te llevo yo y no hay mas que discutir.

Me quedo plantada en el sitio, me cruzó de brazos y le digo que no. Se da la vuelta, sonríe y susurra algo. De repente se agacha, me agarra de las piernas y me pone en su hombro. Chillo del susto.

- ¡Adrián! Bajame de tu hombro, nos van a ver y nos van a abrir un parte.

Me ignora y me empieza a dar con la mano en el culo mientras canta una canción. Me doy por vencida y dejo que me lleve a su coche.

Durante el trayecto me pregunta por mis migrañas. Le cuento que son hereditarias y que son lo peor. Cuando llegamos a casa, se baja del coche y me acompaña a mi habitación. Bajamos las persianas de mi habitación para estar a oscuras ya que la luz me hace daño.

- ¿Necesitas algo? ¿Una pastilla, una manta...?- Mira a su alrededor sin saber que hacer.

- Tranquilo, estoy bien, solo necesito dormir.

- Esta bien.- Se acerca a mi cama, saca mi pijama y me quita las mantas para que me tumbe- Cámbiate, cuando estés acostada me voy.

Se da la vuelta y me pongo el pijama, es un pantalón a cuadros rosas y azules y una camiseta negra en la que pone: dulces sueños. Me meto en la cama y Adrián se da la vuelta para arroparme.

- Bueno, me voy al colegio otra vez. A la tarde te llamo o vengo a verte. ¿Necesitas algo?

- No no, estoy bien de verdad.

Me sonríe con una mirada triste y me da un beso en la frente. Se asegura de que estoy bien tapada y sale de la habitación.
Me quedo mirando la puerta, con la esperanza de que vuelva a entrar, pero no lo hace. El dolor de cabeza me da sueño y noto como voy quedándome dormida.

Tras mi oscuridad, estabas tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora