capítulo 11

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Veo a Adrián llegar con el coche y me pongo de pie para ir hacia el. Me recibe con una gran sonrisa y una canción muy animada sonando muy alto.

- Buenos y fríos días pequeña.

Baja el volumen y le saludo. Posa su mano sobre mi rodilla y la deja hay durante todo el camino, quitándola únicamente para cambiar las marchas. Durante 10 minutos vamos en silencio sumidos en nuestros pensamientos.

- ¿Te apetece venir a comer hoy conmigo?

Me quedo en silencio procesando la respuesta, me encantaría comer con el pero nose si mis padres me dejarán.

- Si pero no les he dicho nada a mis padres.

- Diles ahora. Llamales y diles que vienes a comer a mi casa.

Coje el teléfono de mi mano y lo sostiene en frente de mi cara para que lo coja. Cojo el teléfono y marcó el número de mi casa. Me coje Carmen.

- Hola, casa de la familia Aranda.

- Hola Carmen, soy Helena.

- Helena cariño, ¿que pasa? ¿Te encuentras mal?

- No tranquila, solo llamo para avisar de que no voy a ir a comer, voy a ir a casa de Adrián cuando salga del colegio.

- ¿Adrián? Ese es el chico que esta últimamente por casa ¿no?
A donde querrá ir a parar.

- Si. ¿Por qué lo preguntas?

- ¿ Qué hay entre ese chico y tu? Te gusta ¿verdad?

Me pongo colorada y rezo para que Adrián no le haya escuchado le miro y parece que no ha oído nada. Me despido de Carmen ignorando sus preguntas y fijo la vista al frente.

- Perfecto, hoy comes conmigo.

Sonrió y me suelto el cinturón mientras el acaba de aparcar. Nos bajamos del coche y nos dirigimos juntos a la entrada del colegio.

- ¡Hey! Helena.

Es Gonzálo, me doy la vuelta y espero a que llegue hasta mi. Miro a Adrián y este a su vez mira con mala cara a Gonzálo.

- Hola mi chica, llevo días intentando dar contigo. Vamos juntos a clase y hablamos.

- Eh, si claro. Gonzálo este es Adrián, Adrián, Gonzálo.

Se saludan con la cabeza mientras ambos se miran de arriba a abajo. Adrián me da un beso en el pómulo y me dice al oído que nos vemos más tarde. Sonrió y me guiña un ojo.

- Vaya y ese ¿quien es?

- Un amigo de mi urbanización.

- Ah, bien. Llevo días preocupado. Apenas te vemos en el colegio, estas muy distante y nose... Ya no es como antes. ¿Qué te pasa?

No me apetece discutir con Gonzálo es muy buen amigo y no quiero que se preocupe por mi y por mis comederos de cabeza.

- No es nada, no te preocupes es solo que llevo una mala racha con la cabeza y ya sabes como son las cosas en mi casa.

- Ya sabes que estoy para lo que quieras mi chica.

Me da un abrazo de oso y me rio. Echaba de menos a mi amigo. Me pasa el brazo por el hombro y yo le agarro por la cintura. Nos dirigimos hacia clase poniendo verde a algunos profesores para reírnos un poco.

Cuando entro en mi clase de filosofía veo que Eva se ha sentado en la mesa de delante a la mía. Me siento en mi sitio y entra mi profesor tan efusivo como siempre dándonos los buenos días.

- Tu y yo tenemos que hablar.

Levanto la vista y me encuentro con una Eva enfadada.

- No es el momento.

- Lose, pero de hoy no pasa.

Se da la vuelta y no vuelve a girarse en toda la hora. Las demás horas del día pasan rápidas pero muy lentas a la vez. Estoy en la última hora mi día y he conseguido evitar a Eva hasta ahora así que supongo que me llamara por teléfono a la tarde.

Mi profesor de literatura habla sobre los grandes romances de la historia y pienso en Adrián, debería alejarme de el. Le metería en la oscuridad que llevo dentro, vería quien soy realmente y lo asustaria. Pero desde que estoy con el veo un rayo de luz y no me había dado cuenta de que estaba sumida en tal oscuridad hasta que vi esa pequeña y esperanzadora luz.
Suena el timbre avisandonos de que por fin acaba el día y salgo de clase en busca de Adrián.

- ¿A donde vas tan rápido pequeña?

Sonrió y me doy la vuelta para verle.

- Iba a buscarte, pero veo que has llegado tu primero.

- Soy más rápido que tu.

Me da un beso en la frente y me agarra de la mano mientras me conduce a la puerta. Bueno, voy a comer a su casa y estoy muy nerviosa. Aver que situación me encuentro. ¿Les caeré bien a sus padres? Espero que si. Miro a Adrián y sonrió. Venga Helena, tu puedes.

Tras mi oscuridad, estabas tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora