capítulo 10

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Me siento mucho mejor que hace unas horas. Miro el reloj de mi mesita de noche y en la pantalla se puede leer "13:04" he estado toda la mañana durmiendo. La puerta de mi habitación se abre y asoma la cabeza mi madre.

- Hola hija, por fin te has despertado. ¿Como estas?

- Bien, solo me duele un poco pero estoy mucho mejor.- La miro pensativa- ¿Necesitas algo?

- No, solo venía a ver como estas. Tu padre y yo tomaremos la comida a la una y media. Baja a comer con nosotros si te encuentras bien.

Se da la vuelta y sale de mi habitación dejándome sola con mis pensamientos. No tengo ganas de bajar a comer con ellos pero ya llevo varios días evitándolo. Me doy la vuelta en la cama y recuerdo el momento tan... Íntimo que he tenido con Adrián o asi lo siento yo. Se ha asegurado de que estuviese en mi cama para irse. Es genial pero hay un problema. Tengo miedo. Miedo de enamorarme de el, de necesitarle en mi vida, miedo de que me haga daño... Quiero protegerme de cualquier tipo de conexión emocional pero es tan difícil no caer en la tentación... Carmen toca la puerta de mi dormitorio y entra a decirme que están mis padres esperándome para comer. Cuando paso al lado de la mujer le doy un beso y cojo la sudadera que lleva en la mano para mi.

- Helena hija, la comida lleva servida ya cinco minutos. Te estábamos esperando.

- Perdón papa, estoy muy cansada y no me apetecía bajar a comer.- Mejor dicho prefería quedarme con mis pensamientos a discutir con vosotros.

- Me ha dicho Carmen que has llegado a casa hacia las diez y se supone que no tienes que estar aquí hasta las tres menos cuarto. ¿Por que has venido antes?- Mi padre me mira con ojos acusadores y al momento me arrepiento de haber bajado a cenar.

- Las migrañas, papa. Necesitaba descansar. Ya sabes que adelanto el trabajo en casa, no te preocupes por los estudios.

- Espero que no tenga que preocuparme.

Dicho esto nadie vuelve a abrir la boca en toda la comida a excepción de mi madre para pedir la sal. En cuanto puedo me escapó a mi habitación y me meto en la cama, justo en ese instante me suena el teléfono. Es Gonzálo, no quiero hablar con nadie así que cuelgo.
Voy a tener que hablar tarde o temprano con ellos, llevo semanas dándoles largas.
Adrián. Me viene a la cabeza ese nombre y se me ilumina la cara. Ha dicho que me llamaría o que vendría a verme pero... No tiene mi número de teléfono por lo tanto, ¡vendrá a verme! Me pongo a planear la tarde perfecta pero me empieza a entrar el sueño, otra vez. Maldita medicación.

Noto pesada la cabeza. Alguien me está moviendo lentamente para espabilarme.

- Mama ¿Qué quieres? Dejame sola por favor.

Oigo una risa.

- ¿Segura que quieres que me vaya?

Reconozco esa voz al momento. Abro los ojos muy despacio y me encuentro con la cara de Adrián a escasos centímetros de la mía. Me quedo en silencio observando sus rasgos mientras el me acaricia el pelo.

- ¿Estas mejor?

- Si, solo necesitaba descansar y estar a oscuras.

Nos quedamos en silencio y me muevo a un lado para que se tumbe en la cama conmigo. Tiene que estar incómodo de rodillas en el suelo. Nos tiramos el resto de la tarde tumbados en mi cama a oscuras, hablamos de anécdotas pasadas, de lo que nos gusta, de lo que nos pone nerviosos...
A las ocho de la tarde presiento que se va a ir y me empieza a comer la tristeza por dentro.

- Me tengo que ir ya. ¿Te duele la cabeza?

- No, todo está bien.- Digo apenada.

- De acuerdo, mañana a las siete y media estoy aquí abajo.

Me da un beso en la frente. Un beso lento de esos que te dan a entender que la persona que te lo da lo hace con cariño. Se levanta de la cama y se dirige con paso rápido a la puerta, como si quisiese huir.
Me pongo los cascos al máximo mientras escucho mi canción preferida, little more love de machine gun kelly.

Tras mi oscuridad, estabas tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora