capítulo 5

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El agua fría de la ducha me despeja de las pesadillas. Últimamente tengo muchas, me despierto con una capa de sudor frío que empapa mi pelo, con lágrimas en los ojos y con las piernas apretadas al estómago para protegerme del mal sueño. Oigo mi teléfono desde el cuarto de baño, salgo corriendo para contestar. Es Eva.

- Hola Eva. ¿Qué pasa?

- Joder Helena que borde eres.

Su comentario me sienta mal, la que está todo el día encima de mi es ella. Me agobia, me siento controlada y no me gusta.

- Eva acabo de salir de la ducha y tengo frío. ¿Quieres algo? -Digo con tono cansado.

- Mira dejalo. Cuando acabes con este comportamiento avisame. -Y cuelga.

¿Qué? ¿Qué cuando yo acabé con mi comportamiento? Que empiece ella a comportarse como una adulta. Estoy hasta los huevos de su complejo de madre.
Decido no darle más importancia de la que tiene y me voy a vestir para bajar a desayunar. Bajo al piso de abajo y el desayuno ya esta servido en la mesa para todos. Me siento en mi sitio y empiezo a picotear la comida. Mis padres no dicen nada en todo el desayuno y eso me llama la atención. Seguro que algo les pasa. Y seguro que es culpa mía, siempre es culpa mía. Culpa de la hija no deseada.Saldré a correr en cuanto acabe el desayuno necesito despejarme.

Al rato estoy corriendo a lo largo de un gran parque. Nunca había ido por este recorrido pero creo que se acaba de convertir en mi preferido. Llego a un pequeño estanque en el que hay patos y me siento a observarlos y a descansar un poco. Miro hacia mi izquierda y veo a Adrián. Mierda. Me tapó la cara con la coleta como puedo para que no me vea.

- Helena, ¿como tu por aquí? Ayer te fuiste corriendo.

- Si y creo que lo voy a volver a hacer. Por que tengo que... Estudiar. -Me doy la vuelta. Noto como me voy ruborizando bajo su atenta mirada.

- Venga Helena. Enséñame un poco la zona soy nuevo aquí y no conozco nada.

Me doy la vuelta para poder mirarle, le pongo una excusa y me hace pucheros mientras hace que llora. Me rio. Me rio mucho. Este chico me saca de quicio, pero además de guapo es gracioso y agradable.

- Vale. Acepto. Quedamos esta tarde a las cinco en el parque del otro día.

- ¿En serio? No me puedo creer que hayas aceptado, pensaba que me lo podrías difícil. -Sonrie. Tiene una sonrisa preciosa. Me hace sentir vulnerable. - Bueno pues... A las cinco en el parque. Adiós preciosa.

Se aleja de mi corriendo. Me vuelvo a sentar donde antes y sonrió como una tonta. No se por que estoy tan contenta. Me levanto del banco de un salto y me dirijo a casa a un ritmo rápido y constante para ducharme y ponerme guapa.

Tras mi oscuridad, estabas tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora