Capitulo 11.- "Oculto en la nieve"

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En lo alto de la montaña todo estaba cubierto de nieve, por lo que, si los libros no se equivocaban; el Brillo Nocturno seria difícil de encontrar...

Todo se mantenía en calma, pero en un instante Astrid logró ver algo sospechoso en la nieve. El movimiento fue visible gracias a las grandes rocas que había ahí, caracterizadas por su brillante color negro; estas permitieron que la chica pudiera devisar una misteriosa criatura blanca, que segundos después volvió a ocultarse en la nieve.

Chimuelo gruñó. Él también sabía que había algo en aquel lugar.

—Tranquilo amigo. —Hipo le acarició la cabeza para tranquilizarlo.

—¿Crees que sea el Brillo Nocturno? —preguntó Astrid.

—O un espectro quizá... —opinó el castaño.

Chimuelo se sentía inquieto, los jinetes veían a todas partes tratando de descubrir qué era lo que había en la montaña.

—No alcanzó a verlo, Puede que...—Comenzó a decir Hipo, hasta que algo lo interrumpió.

En el acto... un disparo inesperado golpeó a Chimuelo derribándolo, y con él a Hipo y Astrid.

No sabían de donde había venido aquel disparo, estaban considerablemente cerca de la montaña y éste los impactó con gran fuerza. Sin duda era parecido al disparo de plasma de un Furia nocturna...

La caída fue rápida, no se pudieron hacer muchos movimientos ya que Chimuelo quedó casi inconsciente por el fuerte golpe de aquel impacto.

Estando en la nieve, el corpulento dragón de color negro no tardó mucho en levantarse débilmente con sus patas delanteras. Aún se sentía mareado, y con la mirada un poco perdida volteó hacia los lados buscando a sus jinetes. Al no verlos comenzó a preocuparse y a volver en sí por completo.

~·~·En otro lugar de la montaña·~·~

Hipo no tardó mucho en salir de la nieve, pues el golpe no había sido muy fuerte para él. Se levantó y volteó a todos lados pero no logró ver a nadie—. ¡¡ASTRID!! —Gritó. No hubo respuesta...

Continuó gritando, esta vez llamando también a su Chimuelo, quien se encontraba más cerca, y al oír los gritos corrió al encuentro de su compañero.

Al fin Hipo logró ver a su dragón corriendo hacia él. El castaño dio un suspiro de alivio, con la esperanza de que Astrid estuviera acompañandolo. Pronto se dio cuenta de que no era así...

—Oh, Chimuelo... ¿Estás bien amigo? —Preguntó abrazando su cabeza.

Chimuelo asintió dándole un motivo menos de preocupación a Hipo. Aunque con ese invisible y salvaje dragón escondido en la nieve, y un susurro mortal intruso en las montañas, Astrid no estaba del todo segura.

—Vamos amigo, tenemos que encontrar a Astrid. Pero con cuidado... no sabemos si el dragón esté cerca de ella.

Chimuelo asintió con la cabeza y ambos comenzaron la búsqueda.

~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~

Hipo y Chimuelo se encontraban en un lugar apartado de donde había caído Astrid, pero no se podría decir lo mismo del Brillo nocturno.

La chica comenzó a levantarse. El golpe no le había hecho ningún daño gracias a la amortiguadora nieve, pero la caída había sido muy repentina. Se levantó de a poco con su codo derecho, y se llevó la mano izquierda a la cabeza. Volteó hacia los lados buscando a Hipo y lo llamó con la voz un poco cortada.

En ese lugar el aire era mas delgado, y gritar de esa manera no es muy conveniente cuando te encuentras en la cumbre de una montaña, desarmada, y con 2 dragones salvajes cerca.

A pesar de esto en ningún momento sintió miedo, respiró hondo y se sentó con cuidado en la nieve. Pronto comenzó a percibir una intensa mirada sobre ella, y volteó a todas partes sintiendo una extraña presencia.

El origen, se hallaba entre la nieve, donde aparecieron un par de grandes...

Y brillantes.

Ojos azules.

Ella se sobresaltó, fue el asombro estando ante aquel animal, quien la veía fijamente a los ojos.

La criatura comenzó a acercarse lentamente...

Para intentar protegerse, Astrid puso su mano derecha en su vientre y agachó la cabeza, interponiendo su mano izquierda entre ella y aquel animal. Pasaron unos segundos... El Brillo Nocturno ladeó la cabeza ante la reacción de la chica. Miró detenidamente su palma con sus grandes ojos, que eran lo único que resaltaba entre el intenso blanco de aquel lugar; luego vio a la rubia, había algo en ella que le parecía interesante...

De pronto, Astrid sintió la escamosa piel del dragón en su mano.

Esta no era la intención al principio, pero incluso logró sentir una fuerte conexión con él que ella no esperaba. Levantó la mirada y éste continuaba viéndola.

Para el dragón era una experiencia nueva, pero le pareció agradable, tomándole confianza a la rubia. Astrid siguió observando al dragón, sus hipnotizantes ojos azules y su mirada curiosa hicieron que ella continuara admirándolo; aunque no podía verlo por completo, pues su cuerpo se fundía en el brillante manto blanco de la nieve.

El tiempo parecía detenerse. Había sido cosa del destino que Astrid estuviera ahí, y sin duda existía algo muy especial en aquel animal.

Pero no estaban solos...

Inesperadamente, el Susurro mortal que habían visto en la torre salió del suelo viendo fijamente al Brillo Nocturno. Este reaccionó y rápidamente envolvió a Astrid con su cola para protegerla, lanzandole gruñidos de advertencia al dragón de escamas azules grisáceas. Éste atacó haciendo que la bestia blanca se le echara encima para contraatacar y evitar que Astrid saliera lastimada.

Hipo logró escuchar los alaridos de aquel combate, y sin pensarlo, corrió junto con Chimuelo para ver si Astrid se encontraba ahí.

Mientras tanto, Brillo Nocturno y Susurro Mortal se batían a duelo, hasta que por fin el dragón de clase roca decidió volver a enterrarse en la nieve, dejando en paz al Brillo nocturno, quien comenzó a respirar agitado.

Volteó débilmente a ver Astrid, pero al escuchar a alguien acercarse se mimetizó rápidamente con la nieve ante la mirada sorprendida de la chica.

—¡Astrid! —Exclamó Hipo y corrió hacia ella. La abrazó, le dio un beso en la frente y suspiró aliviado—. ¿Estas bien? —Preguntó tomándola por las mejillas.

Astrid aun estaba en estado de shock por lo que acababa de pasar...

—Si... Yo... ¡El brillo nocturno! Me defendió del susurro mortal que salió de la nieve —Explicó volteando hacia el suelo y moviendo los brazos con frenesí.

Hipo se sorprendió— ¡¿Viste al Brillo nocturno?! —preguntó poniendo las manos sobre sus hombros.

—¡Si! Él estaba aquí. Tenia unos Grandes ojos azules y...

Aún no terminaba de describirlo cuando Chimuelo sintió la presencia del dragón aludido. Entrecerró los ojos y comenzó a gruñir mirando un lugar especifico entre la nieve. De pronto corrió para atacar y comenzó una batalla de fuerza entre los dos dragones. Chimuelo logró someter al dragón blanco y lo sujetó debajo de él, de espaldas contra la nieve.

Hipo puso a Astrid detrás suyo como protección.

—Chimuelo, ¡Espera! —Gritó la rubia. Ella no quería que los dragones se hicieran daño.

Chimuelo dejó de atacar, teniendo aún sometido al Brillo Nocturno. Hipo y Astrid quedaron perplejos al verlos, lograron reconocer la silueta del dragón porque estaban posicionados delante de una gran roca negra.

Chimuelo miró detenidamente al dragón, este lo miraba a los ojos, furioso por no poder seguir defendiéndose. Sus ojos lucían salvajes, intentaba safarse del agarre de Chimuelo, pero al ver que no lo lograría suavizó su expresión y permaneció serio y sumiso. Lo que le permitió a todos reparar en su asombrosa apariencia...

El Secreto Del Brillo NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora