Capitulo 21.- "El Temor de la Guerrera"

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Pov. Hipo:

Hoy fue un día algo pesado, pero bastante alegre. Ya todo está en orden, y volvimos todos a nuestras tareas.

Lo que sucedió ayer fue algo que no esperaba. Me asusté mucho al ver a Chimuelo en el suelo, no quería perder a mi mejor amigo, y me daba miedo sólo pensarlo... Pero la alegría me inundó al verlo vivaz otra vez, hace falta mas que un disparo para acabar con el espíritu guerrero y valiente de Chimuelo.

Ahora está mas feliz que nunca, y más con su nueva compañera, Fugáz. Estoy contento de que ella volviera, hace mucho que no veía a Chimuelo tan alegre; como la vez en la que mi madre le mostró lo que podían hacer las escamas de su lomo para permitirle dar piruetas...

Me agrada recordar eso.

Bueno... ahora la paz vuelve, y todos están felices, bueno... todos, excepto los gemelos; quienes hicieron berrinche cuando les di la tarea de tapar los agujeros que dejaron los Susurros.

A fin de cuentas, la isla está segura, y estamos muy tranquilos; ese es el eterno objetivo de un jefe.

Ademas de todo lo que ha pasado, mi felicidad y emoción van en aumento... no puedo esperar más para conocer a mi bebé, estoy ansioso por ver a mi hermosa dama con el vientre bellamente abultado, en espera del nacimiento de nuestro pequeño.

Ese cosquilleo tal lindo en el estomago vuelve cuando recuerdo que seré papá, y Astrid está igualmente feliz; aunque sabe que se volverá pesado el embarazo, envuelve a todos con un sentimiento de armonía y ternura.

Me sorprende ver como mi amada valiente y guerrera, a dejado florecer tanto su corazón lleno de ternura y amor, es como si alguien más la controlara.

Sé que ella siempre a tenido esa manera de ser, solo que su pasado la ha perseguido y atormentado desde que era niña...

Son muchas las cosas que sucedieron, y a ella no le gusta hablar sobre eso.

Pero ahora se ha olvidado de todo; solamente se pierde en sus pensamientos y deja escapar esa tierna sonrisa que me enamora más cada vez que la veo.

No alcanzo a expresar cuanto la amo...

Bueno... tras este eterno día como jefe, al fin llego a casa. No había nadie, pues ya era tarde. Chimuelo entró detrás de mí, seguro igual de agotado que yo.

Tormenta y Brincanubes estaban en el establo, dormidos. Tormenta aún estaba recuperándose de los golpes que sufrió ayer en la pelea con el susurro mortal, Astrid la atiende a cada momento y la acompaña hasta que la Nadder se queda dormida. Hasta entonces se va a descansar.

Eché un vistaso al establo y efectivamente los dragones reposaban en sus respectivos sitios del hangar. Lo que se nos hizo curioso a mi y a Chimuelo fue que Fugáz no estaba ahí. Él buscó en cada rincón con la mirada y luego dirigió su vista confundida hacia mí; yo entendí su expresión y me enojí de hombros en respuesta.

Subí las escaleras, desabrochándome la pesada capa cubierta de pelo que usaba en algunas ocasiones como jefe.

Entré a la habitación y encontré a Astrid descansando en la cama, tiernamente acurrucada haciéndose una almohada con sus manos. Sonreí al verla, pero luego me llevé una pequeña sorpresa al ver a Fugáz reposando en el suelo al lado de Astrid; como si la estuviera cuidando.

Ella rápidamente se despertó al escuchar el ruido de mi "sigilosa" entrada... levanto la cabeza con sus ojos en agujas, pero al ver que era yo se tranquilizó y me dedicó una linda mirada.

Chimuelo entró por detrás de mí y le acaricié la cabeza, de alguna manera, incitándolo a entrar. Él miró alegre a Fugáz y ella se levantó de igual forma para saludarlo, se acercaron felices y se acariciaron con sus cabezas amorosamente.

El Secreto Del Brillo NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora