Capitulo 17.- "Al caer la nieve"

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Narrador Omnisciente:

Días después de que Fugáz se marchara, Chimuelo trataba de esconder su seriedad mostrándose tranquilo y feliz durante el día; pero por las noches, se sentaba pensativo en el techo, mirando la luna, tal vez... esperando ver alguna estrella fugaz.

A Hipo no le gustaba verlo así, y con las festividades en puerta, le pidió ayuda a su compañero con los preparativos de la Snoggletog para que se mantuviera ocupado.

Hoy como cada año todos estaban trabajando juntos armoniosamente. Todo estaba casi listo: el árbol de madera situado en el centro de la isla, adornos y comida preparada... Todo iba muy bien.

Hipo supervisaba desde lo alto con Chimuelo. Sonrió al ver a todos felices, se sentía orgulloso de su hogar y su gente. Le acarició la cabeza a Chimuelo y subieron aún mas arriba para volar entre las nubes. Vieron hacia abajo de nuevo para ver a todos con grandes sonrisas, sin siquiera presentir lo que se acercaba.

Una fría ráfaga de viento congelante los envolvió... Voltearon atrás y se dieron cuenta que unas nubes oscuras se acercaban a Berk, era una tormenta de nieve pequeña, razón por la que no la vieron venir antes.

A pesar de ser pequeñas, resultaban bastante impredecibles. Podían ocasionar destrozos y hasta muertes por congelamiento.

Hipo sabía lo que estas tormentas podían causar, así que bajó rápidamente y alertó al pueblo. La festividad tuvo que posponerse y todos comenzaron a tomar medidas con calma. Guardaron a los animales y a los dragones mientras los demás vikingos se resguardaban en sus casas.

Hipo, Astrid y Chimuelo comenzaron a dar indicaciones de lo qué se debía de hacer, poniendo así a todos a salvo.

La tormenta se acercaba, el viento ya estaba mostrando su fuerza. Después de dar la última supervisión desde el aire Hipo entró a casa, solo para enterarse de que Astrid seguía afuera...

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Pov. ASTRID:

Estaba a punto de volver a casa cuando escuche un grito desesperado.

Miré hacia todas partes buscando el origen, y entonces me di cuenta que venían del bosque cercano. Voltee hacia el pueblo y no vi a nadie, así que fui a investigar yo misma...

El viento comenzaba a contonear algunos de los pinos. Seguí los llantos que parecían de una pequeña, y en efecto, lo eran...

Adentrándome en el bosque la encontré. Estaba llorando y temblaba de frío, sentí como mi corazón se estrujaba cuando la vi sufrir.

La niña estaba atrapada, un árbol viejo que ya estaba suelto había caído en su pierna, justo en su tobillo; no podía zafarse y gritaba por ayuda, seguro estaba roto.

Sus padres debían estar muy preocupados, quise llamar a Hipo pero no lo vi por ninguna parte.

La pequeña al verme me reconoció rápidamente.

¡Señorita Astrid! ¡Por favor ayúdeme! —Me llamó entre lagrimas.

Me acerqué y le pedí que se tranquilizara. El tronco era pesado, si lo rodaba le haría más daño al tobillo de la pequeña.

Comenzaba a soplar el viento, la nieve empezó a caer sobre nosotras. Se sentía un frío penetrante, supuse que Hipo me estaba buscando, pero sería difícil que nos encontrara pues estábamos rodeadas de altos árboles.

Pensé en salir a llamarlo para hacerme visible, pero dejar sola a la niña en el frío era algo que no me permití hacer. Entonces me pregunté qué haría si ella fuera mi hija: verla temblar de esa forma, con su rostro lleno de miedo, incapaz de liberarse. No podía dejarla así...

El Secreto Del Brillo NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora