Vinos y Arpas

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No quería verse en el espejo, mantenía la mirada fija en la pulida mesa de mármol. Se mordía el labio con nerviosismo. Las doncellas halaban su cabello negro y lo cepillaban, para trenzarlo y adornarlo con pequeñísimas flores. Movió su cabeza para ver hacia la ventana: el sol apenas comenzaba a pintar con su cálido brillo dorado el verde de unas colinas enfrente del castillo.

-Princesa, necesito que mantenga su cabeza quieta -susurró con calma una chica, que parecía tener su misma edad.

-Está bien -respondió, y su voz apenas se oyó.

Su cabeza dolía por los tirones que le daban a su cabello. El vestido -algo ceñido para lo que estaba acostumbrada a usar- le molestaba y picaba en la espalda. Suspiró aliviada cuando las doncellas trajeron un velo bordado con perlas y una hermosa corona, pues supo que ya casi terminaban.

Las muchachas y señoras que le ayudaban con su vestido y su peinado eran muy serviciales, pero apenas la dejaban respirar. Mientras una se aseguraba de que ni un mechón de cabello se saliera del elaborado moño, otra zurcía unas perlas en el talle, y otra le colocaba el velo, y otra recogía la cola del vestido... ¡La princesa estaba agotada y ni siquiera se había movido!

Una doncella cosía unos últimos detalles en el velo, y cuando tocaron la puerta, dio un respingo y casi se pincha con la aguja. Corrió a abrir la puerta, y al ver que era uno de los sirvientes, bufó.

-El rey y el príncipe de Orus esperan -sonrió.

-Su Alteza Alyr ya se encuentra lista -asintió.

La princesa escuchó la conversación, y su estómago dio un vuelco. Una doncella se puso en puntillas para coronarla, y las demás se apresuraron a elevar la cola de su vestido, que se extendía unos pocos metros por el suelo. La joven que la peinaba abrió la puerta, y las demás caminaban tras Alyr. La princesa lucía muy radiante, parecía una visión angelical, desde su tersa piel hasta sus cabellos de azabache ornamentados con las más delicadas flores; aun cuando su cabeza apenas podía encontrar la paz con tantos pensamientos agolpados.

Desde la habitación donde estaba, hasta el salón principal donde estarían el rey y el príncipe de Orus esperándola, solo habían unas escaleras anchas y descansadas, y agradeció por ello. Bajaba con gran elegancia y porte, y daba pasos constantes.

Vio a sus padres, el rey Kelian y la reina Alessia, al lado de un hombre barbudo con una corona, en medio de toda la servidumbre y demás nobles. Debía ser el rey de Orus. Y, ¿acaso ese chico a su lado era su hijo? ¿Sería ese el príncipe? Alyr tuvo que contener las ganas de reírse. No conocía más de él que su nombre -Theo- y no esperaba que fuera tan... ¿niño?

Resultaba que Theo era un muchachito de formas algo torpes y ridículas, y su delgadez y gran estatura, propias de un adolescente, no lo salvaban de aparentar menos edad. Unos suaves rizos de color canela se desordenaban a medida que se alejaban de su rostro, formando un remolino rojizo sobre su cabeza. Sus curiosos ojos azules escudriñaban cada detalle del fastuoso salón, y sus labios finos estaban tan apretados que parecían una línea sobre su cara. La piel sobre sus labios aún no mostraba ni la sombra de un bigote. Apretaba la tela de su túnica blanca, estrujándola entre sus dedos. Luego empezó a juguetear con sus dedos, y pareció aburrirse rápido de ello, porque comenzó a enrollar sus dedos en su propio cabello.

El rey de Orus se aclaró la garganta tan fuerte que sobresaltó a Theo. El jovencito se enderezó, y detuvo su frenética mirada en la princesa por unos escasos segundos. Aunque se mantuvo en la posición más rígida que pudo encontrar, tamborileaba su dedo índice contra su pierna.

Todos le abrieron paso a la princesa, y ella, con la cabeza en alto, avanzaba hacia su futuro esposo. Theo se balanceaba sobre sus talones, y su padre, resoplando con furia, le dirigió una mirada tan pesada que no pudo disimular las ganas de regañarle por su actitud poco madura. La princesa no pudo hacer más que sentir algo de pena por el muchacho, quien hace poco le había parecido un chiste hecho persona.

The Crying Game (The Games #1) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora