— ¡La princesa, es la princesa, la princesa perdida apareció! ¡Hoy es la coronación! —exclamaba corriendo una campesina vestida con sus mejores ropas y el cabello trenzado con cintas, mientras tironeaba a un joven desganado por las calles.
— ¡Salve Kayla, princesa de Kyram! —vitoreaban varios pueblerinos, danzando en la plaza central.
Los guardias abrieron los portones principales, y la multitud aplaudió emocionada, entrando a los verdes jardines del castillo. Habían grandes mesones repletos de bandejas con comida: cordero, res, pollo, pavo, pan, uvas, manzanas, cerdo y cualquier manjar que se produjera en las fronteras de Kyram; listos para ser degustados por los paladares de los presentes.
Kayla, como princesa, había ordenado que para su coronación, invitaran a todo ciudadano de Kyram y Orus, fuese noble o plebeyo; pudiente o humilde. Se celebraría entonces un gran banquete en su honor, y todos sus súbditos presenciarían el día de su transformación en la princesa oficial de Kyram.
El ruido de las trompetas, que anunciaba la llegada de los primeros nobles de otros reinos, la despertó de su profundo sueño. Dio un respingo en su cama, sonrió, y corrió a la ventana a observar cómo los jardines se llenaban de gente; y aún en ropa de dormir, se apuró a levantar a su hermana, Alyr.
— ¡Alyr! ¡Hoy es el día! Ya llegó la gente ¡levántate! —chilló Kayla como una niña, moviendo el brazo de su hermana, quien dormía boca abajo con varias almohadas cubriendo su cabeza, las cuales apenas dejaban que se asomaran unos mechones de cabello y sus labios.
— ¿No deberías esperar a que vengan las doncellas a arreglarnos? —preguntó Alyr, sin abrir los ojos y con voz adormilada.
—Sí, pero quiero ir más temprano para comer, bailar, conocer gente... ¡Será un día maravilloso! —contestó Kayla, danzando por la habitación simulando tener un vestido.
—Pues entonces ve tu sola —murmuró Alyr, contra la almohada—. Yo iré más tarde, dame cinco minutos más —bostezó, removiéndose en la cama y cambiando de posición.
—Oh no, ¡vamos, arriba, holgazana! —replicó entre risas, abalanzándose sobre ella para golpearla con una almohada. Alyr rió y le correspondió el gesto, iniciando así una guerra de almohadas.
Las almohadas se reventaron, y las plumas se salieron de ellas, volando por todo el lugar. Las princesas reían juguetonas, y por eso no se dieron cuenta cuando su madre, la reina Alessia, abrió la puerta para ver por qué tenían semejante alboroto.
—Tarde, van muy tarde —reprochó desde el umbral—. Y ni siquiera se han lavado la cara, porque están aquí, jugando como niñas pequeñas.
—Yo ya me había levantado —replicó Kayla, haciendo pucheros. Varias doncellas entraron a la habitación, sujetando dos hermosos vestidos, hechos de seda y terciopelo. Algunas jóvenes comenzaron a barrer las plumas, y otras le cosían unos cuantos detalles a las telas.
— ¡Primera en ir al baño! —gritó Alyr, corriendo hacia el cuarto de baño.
—Bueno, ya saben, dense prisa. Kelian y yo estaremos recibiendo a los invitados —afirmó Alessia, alejándose de la puerta y cerrándola.
—Buenos días, Su Alteza Kayla —saludaron al unísono las doncellas.
—Buenos días —respondió Kayla, mirando por la ventana. El sol comenzaba a tomar lugar en el cielo, tras las nubes, y hacía que todo tuviera un brillo dorado divino. Se apartó de la ventana para ir a la puerta cerrada del cuarto de baño, tocándola con sus nudillos—. ¡Apúrate, Alyr! ¡Yo también quiero bañarme! —reclamó.
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The Crying Game (The Games #1) #Wattys2016
FantasíaEn plena guerra con el reino enemigo de Orus, una terrible noticia ensombrece al reino de Kyram: Alyr, la princesa, ha enfermado gravemente. La existencia de la corona de Kyram pende de un hilo, junto con la ya debilitada vida de la princesa. Al vis...