El soldado caminaba en la nieve, para subir por el escarpado terreno. Sus pies se hundían en la blanca alfombra, el frío traspasaba las botas de cuero que llevaba puestas, y escocía la planta de sus pies. Acomodó su abrigo para evitar que el gélido clima calara en su piel.
Junto a él, cientos de soldados subían también por la pendiente, para luchar contra las huestes del reino enemigo de Orus, en las serranías de Aldan. Buscaban el oro en las ocultas cuevas de la montaña Suik, que le pertenecía al reino de Kyram.
La espada chocaba contra su pierna, y entorpecía su marcha. Ya comenzaba a sentir su rodilla hincharse por los constantes golpes y la caminata. Sólo el general y alguno que otro miembro del ejército de alto rango tenían la posibilidad de andar a caballo.
Tanto esfuerzo hacía en subir, que sintió que sus piernas se desvanecieron, haciéndole caer arrodillado en la nieve.
—Nilien, ¿te sientes bien? —El compañero de Nilien se acercó a él y lo agarró por los hombros, tratando de ayudarlo a levantarse. Le dirigió una mirada al Mariscal para ver si venía a auxiliar a su compañero, a lo que éste negó y ordenó que ambos continuaran con su camino.
—Sí, es sólo el hambre —susurró Nilien, mientras intentaba levantarse—. Gracias de todos modos, Otto.
Otto soltó a su compañero luego de ponerle en pie, y palmeó su espalda. Dijo algo en un idioma extranjero, ininteligible para Nilien. Él sólo bajó su cabeza y continuó con su camino, fijando la vista en la nieve.
Los militares también seguían su trayecto por las fieras montañas. A medida que subían, el sol iba ocultándose por el oeste. Pronto se quedarían sin el calor que brindaba el Astro Rey, y su travesía se tornaría aún más inclemente, más oscura, más arriesgada.
Algunos temían encontrarse con el ejército enemigo al subir a lo más alto de la cima, y otros encontrarse con animales salvajes como lobos u osos.
El miedo de los soldados se hacía más latente al ver que la luz del sol ya se ausentaba en su totalidad, dándole paso a las tinieblas. Muchos soldados buscaron en su equipaje provisional otro abrigo, ya que las bajas temperaturas hacían imposible su viaje.
Ya bien entrada la noche, el ejército del reino de Kyram llegó a la cima de la montaña Suik, y entonces el Capitán les ordenó descansar. Los militares colocaban sus armas en el suelo, junto con sus bolsos y viandas. El rumor lejano del ulular de lechuzas retumbaba en la nieve, mezclado con el viento, que traía consigo copos de nieve.
Nilien y sus compañeros más cercanos se sentaron en círculo. Otto frotaba dos piedras para hacer una fogata y así darse calor. Todos buscaban los recipientes en los que guardaron su comida, y compartían entre sí los diferentes bocadillos de sus provisiones.
—¿Dónde fueron reclutados ustedes? —habló por fin Zyen, rascando su barba rubia.
—En las playas de Tría —respondió Otto, colocando sobre unas tablas de madera la fogata recién creada—. Allá también se libra una batalla en este momento, pero son afortunados por no tener que lidiar con nieve ni escalar montañas —rió.
—En un pueblo al este del reino, Xael —dijo Sirch, un hombre pelirrojo a la derecha de Nilien.
—En la aldea de Merkish, al sur —contestó Nilien, señalando con su dedo hacia abajo. Masticaron en silencio por unos minutos—. ¿No les intimida el hecho de tener que batallar contra todos los soldados de Orus? —inquirió, llevándose a la boca una galleta de mantequilla.
—Somos mejores que ellos, Nilien —exclamó entre risas irónicas Zyen.
—Estoy de acuerdo con Zyen, ellos no son ninguna competencia para nosotros. —Le secundó Sirch.
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The Crying Game (The Games #1) #Wattys2016
FantasiEn plena guerra con el reino enemigo de Orus, una terrible noticia ensombrece al reino de Kyram: Alyr, la princesa, ha enfermado gravemente. La existencia de la corona de Kyram pende de un hilo, junto con la ya debilitada vida de la princesa. Al vis...